Ars Scribendi

Pasión por el ciclismo

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Rafael Rojas Colorado

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx

 

 

 

 

Cada uno de los coatepecanos tiene una historia que contar desde la proyección que le ha dado a su vida. En este espacio develamos las evocaciones de un verdadero deportista de esta tierra que le ofrendó la vida un cinco de noviembre de 1942. Refiero mi atención al profesor Carlos Rubén Hernández Márquez, quien en plena niñez paladeó la fortuna de practicar el deporte: incursionó en el atletismo, el básquetbol, fútbol, béisbol, inclinándose definitivamente por el ciclismo. Con pasión surcó las rutas de la  aventura de su vida, esparciendo sus sueños e ilusiones por todos los parajes que guió su bicicleta en esos años de la década de los cincuenta cuando el deporte en general era amateur, cuando el deportista competía por honor, con el corazón pleno.

El profesor Rubén recuerda su primera competencia en el ciclismo infantil, ganando su primer trofeo el año 1951. En ese momento comenzó una brillante trayectoria poniendo en alto el nombre de Coatepec. En tres ocasiones fue seleccionado a nivel nacional para representar al estado de Veracruz: en los años de 1959, 1960 y 1961 contaba con 16, 17 y 18 años respectivamente. Luego participó en diversas competencias locales y estatales.

En categoría de turismo en un evento de INJUVER representó una vez más al estado de Veracruz. Tomó parte en pruebas organizadas por la asociación de ciclismo y autoridades municipales, manteniéndose activo en todo momento. Lamenta profundamente el no haber participado en la vuelta ciclista al Estado de Veracruz por causas de fuerza mayor provocadas por su profesión laboral.

Rubén dice que un ciclista debe dormir bien y balancear su alimentación, sin descuidar su preparación física y mental y, claro, mantener en óptimas condiciones su bicicleta. El profesor Carlos Rubén explica que un ciclista alcanza su máximo rendimiento entrenando cada tercer día: si en una competencia se debe cubrir una distancia de 70 Km., se deben hacer diez entrenamientos de 80 Km. para que el día de la prueba se cuente con un colchón de diez kilómetros y poder llegar bien a la meta incluso erguirse vencedor.

La añoranza le acerca aquel espíritu juvenil y su extraordinaria condición física en aquella clásica competencia a nivel nacional “Córdoba-Tehuacán”,  en ese escenario montañoso desafió victoriosamente las cumbres de Acutzingo, midiéndose con todas las luminarias del D.F. y del norte del país.

El Profesor Rubén dice que si bien es importante la indumentaria deportiva, lo es más el coraje del competidor, ya que es el que determina su posición en la prueba. Las bicicletas de turismo con estrella y un esprot 44/18, tubo de doble barra con fierro y un peso de 15 kilos, sólo quedan en el recuerdo. Actualmente la bicicleta de competencia pesa 6.800 Kg.

Uno de los diplomas que sobresalen en su exhibidor deportivo es el que le otorgó el club “PEDAL Y FIBRA” del D.F. el año 1973 por su destacada participación en su 50 aniversario, en la Magdalena Mixchuca. No menos importante lo es el diploma “Premio Municipal del Deporte”, concedido el año 2014 por COMUDE del palacio municipal de Coatepec, Ver. Carlos Rubén recuerda aquella competencia denominada “Circuito de sol”, efectuada cuando se inauguró el bulevar Adolfo Ruiz Cortinez en la ciudad de Xalapa. Fue miembro del cuerpo de jueces en la vuelta México-Veracruz del ciclismo amateur entre un sinfín de participaciones deportivas.

La nostalgia que acompaña los años se refleja en su rostro al sostener entre sus manos la fotografía en la que aparece con Joaquín Capilla, clavadista mexicano y medallista olímpico en cuatro olimpiadas y en otra con el ídolo del pueblo Raúl “Ratón” Macías.

Enumerar sus logros, premios y competencias resulta imposible en este espacio, pero le hacemos un merecido reconocimiento a su trayectoria deportiva que armonizó a la perfección con su familia y trabajo ganándose a pulso el reconocimiento del aficionado a este deporte.

A estas alturas Carlos Rubén Hernández Márquez, a sus 73 años, aún está activo en el ciclismo; está casado con la profesora Dulce María Hernández Suárez, con quien procreó dos hijos: Rubén Agustín y Candice Hernández Hernández. Está agradecido con Dios y la vida por permitirle vislumbrar a temprana edad sus objetivos personales, se siente plenamente realizado de su actuación en su diario vivir.

La vida del profesor Rubén está escrita en su corazón: en ese palpitar le es posible avivar aquellas evocadoras imágenes de las diferentes etapas de su existir en las que fue un protagonista deportivo, recorriendo miles de kilómetros pedaleando hacia el horizonte en su bicicleta luz, la de los recuerdos, las nostalgias y las satisfacciones de experimentar la alegría al cruzar la línea de meta, viendo coronado su esfuerzo al ser vitoreado calurosamente por la gente.

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