PENSAR A DIOS A TRAVÉS DE LA IMAGEN DE UNA FAMILIA: PAPA FRANCISCO
PENSAR A DIOS A TRAVÉS DE LA IMAGEN DE UNA FAMILIA: PAPA FRANCISCO
En la misa de domingo 4 de junio,
solemnidad de la Santísima Trinidad, el Santo Padre en su alocución antes de
rezar la oración del Ángelus, pidió para que “María nos ayude a vivir la Iglesia
como una casa en la que se ama de manera familiar, para gloria de Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo”.
“El Espíritu Santo hace con nosotros como Jesús con
Nicodemo: nos introduce en el misterio del nuevo nacimiento, nos desvela el
corazón del Padre y nos hace partícipes de la vida misma de Dios”, lo dijo el
Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus de
este domingo, 4 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, ante los miles
de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, en el
Vaticano.
Nicodemo un hombre que está en un
proceso de búsqueda
Al comentar el Evangelio de esta Solemnidad, que
está tomado del diálogo de Jesús con Nicodemo (cfr. Jn 3,16-18), el Santo Padre
recordó que, Nicodemo era un miembro del Sanedrín, apasionado por el misterio
de Dios; que reconoce en Jesús un maestro divino y, a escondidas, de noche, va
a hablar con Él.
“Jesús lo escucha y comprende que es un hombre que
está en un proceso de búsqueda. Entonces, primero lo sorprende, respondiéndole
que para entrar en el Reino de Dios es preciso renacer; y después le desvela el
núcleo del misterio diciéndole que Dios ha amado tanto a la humanidad que ha
enviado a su Hijo al mundo. Jesús, el Hijo, nos habla del Padre y de su inmenso
amor”.
Pensar a Dios a través de la
imagen de una familia
Y para entender mejor el núcleo de este misterio en
el cual Jesús, el Hijo, nos habla del Padre y de su inmenso amor, el Papa
Francisco presentó la imagen familiar del “Padre y del Hijo”, una imagen que,
si lo pensamos, echa por tierra nuestro imaginario sobre Dios.
“Efectivamente, la palabra ‘Dios’ nos sugiere una
realidad singular, majestuosa y distante, mientras que oír hablar de un Padre y
un Hijo nos reconduce a casa. Sí, podemos pensar a Dios a través de la imagen
de una familia reunida en la mesa, donde se comparte la vida. Por lo demás, la
mesa, que al mismo tiempo es altar, es un símbolo con el que ciertos iconos
representan a la Trinidad. Es una imagen que nos habla de un Dios comunión.
Padre, Hijo, y Espíritu Santo: comunión”.
Y la imagen de la familia reunida alrededor de la
mesa, que es símbolo de la Trinidad, indicó el Pontífice, no es sólo una imagen
sino una realidad que podemos experimentar gracias a la acción del Espíritu
Santo que nos introduce en este misterio.
“Es realidad porque el Espíritu Santo, el Espíritu
que el Padre mediante Jesús ha infundido en nuestros corazones (cfr. Gal 4,6),
nos hace gustar, nos hace experimentar la presencia de Dios: la presencia de
Dios, siempre cercana, compasiva y tierna. El Espíritu Santo hace con nosotros
como Jesús con Nicodemo: nos introduce en el misterio del nuevo nacimiento, el
nacimiento a la fe, la vida cristiana, nos revela el corazón del Padre y nos
hace partícipes de la vida misma de Dios”.
Esta participación a la vida misma de Dios, señaló
el Papa Francisco, es la invitación a sentarnos a la mesa con Dios para
compartir su amor. Esto es lo que sucede en cada Misa, en el altar de la mesa
Eucarística, subrayó el Pontífice, donde Jesús se ofrece al Padre y se ofrece
por nosotros.
“Es así, hermanos y hermanas, nuestro Dios es
comunión de amor: así nos lo ha revelado Jesús. ¿Y saben qué podemos hacer para
recordarlo? El gesto más simple, que hemos aprendido de niños: la señal de la
cruz. Con el gesto más simple, con este signo de la cruz, trazando la cruz
sobre nuestro cuerpo recordamos cuánto nos ha amado Dios, hasta dar la vida por
nosotros; y nos repetimos que su amor nos envuelve completamente, de arriba
abajo, de izquierda a derecha, como un abrazo que no nos abandona nunca. Al
mismo tiempo, nos comprometemos a testimoniar a Dios-amor, creando comunión en
su nombre”.
Antes de concluir su alocución, y pedir que “María
nos ayude a vivir la Iglesia como una casa en la que se ama de manera familiar,
para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”, el Santo Padre nos dejó las
siguientes preguntas para seguir reflexionando sobre el misterio del Dios Uno y
Trino.
“¿Testimoniamos a Dios-amor? ¿O
bien Dios-amor se ha convertido para nosotros en un concepto, algo que ya hemos
escuchado pero que ya no nos mueve y ya no provoca la vida? Si Dios es amor,
¿nuestras comunidades lo testimonian? ¿Saben amar? ¿Son como familias? ¿Tenemos
siempre la puerta abierta, sabemos acoger a todos, subrayo a todos, como
hermanos y hermanas?
¿Ofrecemos a todos el alimento
del perdón de Dios y el vino de la alegría evangélica? ¿Se respira aire de
casa, o nos parecemos más a una oficina o a un lugar reservado donde solo
entran los elegidos? Dios es amor, Dios es Padre, Hijo, y Espíritu Santo, y ha
dado la vida por nosotros, por esta cruz”.