Perder ganando
Perder ganando
Por Aurelio Contreras Moreno
El resultado de la
elección del pasado domingo 6 de junio ofrece varias lecturas desde las
particulares perspectivas desde las que se le quiera mirar.
La elección de diputados
federales, la más importante de todas por lo que representaba en términos de la
supervivencia de instituciones fundamentales para el país, refrendó el
predominio del régimen de la autoproclamada “cuarta transformación” pero no le
concedió el control absoluto que buscaban.
No solo Morena no
alcanzó la mayoría calificada que le permitiría modificar la Constitución sin
oposición alguna que lo impidiese, sino que el partido oficial perdió
legisladores respecto de los que tiene en la actualidad, por lo que el régimen
deberá hacer algo que creía ya no necesitaba: negociar.
Y no será precisamente
con el PAN, el PRI o lo que queda del agonizante PRD con quienes deberá
entenderse la “4t” para sacar adelante sus proyectos y reformas, sino con una
pandilla de chantajistas y violadores contumaces de la ley: el Partido Verde.
Con la venia y gracia
del lopezobradorismo, el PVEM podría etiquetarse como el gran ganador de los
comicios: aumentará considerablemente su número de diputados federales y
locales así como de presidentes municipales, y hasta se alzó con una
gubernatura. Y mercenarios descarados como son, venderán carísimo su apoyo a la
mal llamada “cuarta transformación”, al grado de amenazar con retirarle su
apoyo legislativo si no se cumplen sus caprichos.
Un ejemplo de ello es
lo que ocurre en este momento en el municipio de Tuxpan, al norte de Veracruz.
De acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Preliminares del Organismo
Público Local Electoral estatal, con 98 por ciento de las actas capturadas el
ganador de la contienda sería el morenista (y ex priista, ex panista y ex petista)
José Manuel Pozos Castro, quien hasta ese corte tenía un total de poco más de 15
mil votos.
A pesar de ello, su
oponente más cercano, el duartista candidato del Verde Alberto Silva Ramos,
quien solo obtuvo algo más de 11 mil sufragios, clama fraude en la elección. Y
no solo eso.
En sus redes sociales,
el vocero de Javier Duarte –función que continúa desempeñando para el ex
gobernador preso- publicó que “el partido verde no apoyará ninguna a alianza en
el Congreso federal y estatal sino se respeta el resultado electoral de Tuxpan!
(recontra sic. ¿Éste sujeto fue coordinador de Comunicación Social del gobierno
de Veracruz?)”.
Con el chantaje como
moneda de cambio, el Verde –que en Veracruz es regenteado por Javier Herrera
Borunda, hijo del “ya saben quién” cuenqueño- exige “respeto” a los resultados
(siempre y cuando los favorezcan) y presiona para que sea una autoridad
política y no la encargada del conteo de los votos la que modifique la
asignación de una victoria que no obtuvieron en las urnas. Así se las gasta el
“aliado” que le puede dar a Morena las mayorías que requiere para sacar
adelante reformas controversiales o decididamente dañinas, como muchas de las
que aprobaron en la Legislatura federal que está pronta a concluir.
Por otra parte, la
tremenda e histórica derrota de Morena en la Ciudad de México, el principal
bastión del grupo que lleva gobernándola desde que se le otorgó el derecho a
elegir autoridades, no es atribuible únicamente al colapso de la Línea 12 del
Metro –aunque sin duda, influyó decididamente-, sino al desencanto con gobiernos
cada vez más erráticos y corruptos, con un discurso excluyente, discriminador y
polarizante que se ha quedado sin respuestas para los problemas de una
megalópolis del siglo XXI.
Las elecciones
estatales fueron otra historia. En las entidades federativas Morena amplió su
poderío territorial, ganaría más de diez gubernaturas y comenzaría a construir
y extender una red de poder como la que en su momento le perteneció al PRI. Con
todo lo que ello implica. Y cuando decimos todo, es en sentido literal.
Incluidos los pactos con la delincuencia organizada, muy evidentes en estados
como Guerrero o Sinaloa.
Del otro lado de la
moneda, el inusitado éxito de la coalición PAN-PRI-PRD en la Ciudad de México
no se correspondió con el resto del país, donde no permeó y el electorado la
rechazó. Pero que a pesar de ello les representó a esos institutos políticos la
posibilidad de sobrevivir a una inminente extinción.
Sin embargo, estos
tres partidos han llegado al límite y no tienen posibilidad de futuro si no se
refundan totalmente, si no se deshacen de figuras desgastadas cuyas conductas
contribuyeron al desprestigio que los tiene hundidos. Incluso, hasta deberían
cambiarse el nombre, pues sus nomenclaturas ya no le dicen nada a los
electores. Y cuando les dice algo, es sinónimo de corruptelas, de muerte y
devastación.
Curiosamente, el
mismo destino al que se dirige aceleradamente Morena.
Los verdaderos triunfadores
Con todo y que no
falte quien con insultos le quiera reprochar el sentido de sus decisiones por
no ajustarse a las suyas, la sociedad mexicana en su conjunto dio un gran
ejemplo de civilidad y responsabilidad a nivel nacional, al salir en gran
número a expresar su voluntad política, en el sentido que fuere.
Y por supuesto, el
vilipendiado Instituto Nacional Electoral demostró que sí funciona, que
garantiza procesos confiables y ordenados y que hoy por hoy es una institución
fundamental de México. Los amagos autoritarios no le hicieron mella y eso es
una gran noticia. Entre tantas desconsoladoras.
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