POSEEN ULTRARRICOS DE MÉXICO 8% DE RIQUEZA NACIONAL: OXFAM
POSEEN ULTRARRICOS DE MÉXICO 8% DE RIQUEZA NACIONAL: OXFAM
Azucena
Vásquez
Agencia
Reforma
Ciudad
de México 23 enero 2024.- La fortuna total de los 14 ultrarricos mexicanos,
aquellos con más de mil millones de dólares de riqueza, entre los que destaca
Carlos Slim, aumentó hasta casi duplicarse desde el inicio de la pandemia, con
lo que ya concentran 8.1 de cada 100 pesos de la riqueza privada del País,
revela un informe de Oxfam México.
Solamente la riqueza conjunta de Slim y Germán
Larrea creció 70 por ciento durante los últimos cuatro años, hasta representar
casi 6 de cada 100 pesos de la riqueza privada en México al cierre de noviembre
pasado, de acuerdo con el reporte «El monopolio de la desigualdad»,
publicado hoy.
Esta cifra es equivalente a la riqueza de la
mitad de la población más pobre de América Latina y el Caribe, unas 334
millones de personas.
En particular, Slim es hoy el hombre más rico
de la región, con una fortuna mayor que los otros 13 ultrarricos mexicanos
juntos. Él acumula 4.48 de cada 100 pesos, lo que no sólo lo hace la persona
más rica de México y de toda Latinoamérica, sino que hace que concentre casi
tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mexicana, alrededor de
63.8 millones de personas, resalta en el documento.
Oxfam México es parte de la confederación
internacional Oxfam, que está conformada por 21 afiliadas que trabajan con
organizaciones socias para combatir la desigualdad.
Oxfam México afirma que esta excesiva
concentración del poder económico guarda una estrecha relación con el poder
político: los ultrarricos en México lo son, sobre todo, por décadas de
gobiernos que han renunciado a regular su acumulación de poder e influencia.
Explica que 11 de los 14 ultrarricos mexicanos
se han beneficiado y se siguen beneficiando de múltiples privatizaciones,
concesiones y permisos que les ha otorgado el Gobierno mexicano en las últimas
décadas, lo que ha representado la transferencia masiva de riqueza de lo
público a una pequeña proporción de personas en lo privado.
«La alta concentración del poder de
mercado de las grandes empresas, una de las principales fuentes del poder
económico, ha sido como ‘gasolina para el fuego’ de las desigualdades»,
lamenta.
Describe que las grandes empresas con poder
monopólico tienen la capacidad de fijar los precios en los principales sectores
de la economía nacional, en detrimento de los bolsillos del resto de la
población.
Esto les ha permitido aprovecharse de los
choques económicos tras las crisis globales recientes para subir más que
proporcionalmente los precios de los productos en los sectores que controlan,
se lee en el documento.
Estos
son los 14 ultrarricos de México
– Carlos Slim, dueño de Telmex
– Germán Larrea, dueño de Grupo México
– Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca
– Alejandro Baillères, presidente de Grupo Bal
– María Asunción Aramburuzabala, dueña de
Abilia
– Antonio del Valle Ruiz, presidente de Grupo
Kaluz
– Rufino Vigil, dueño de Industrias CH
– Carlos Hank Rhon, propietario de Grupo
Hermes
– Juan Domingo Beckman, propietario
mayoritario de José Cuervo
– Fernando Chico Pardo, presidente de Grupo
Aeroportuario del Sureste (ASUR)
– Roberto Hernández Ramírez, exdirector de
Citibanamex
– David Peñaloza Alanís, dueño de Pinfra
– Alfredo Harp Helú, accionista de empresas
como Grupo Posadas
Desigualdad
permitida
Oxfam México sostiene durante las últimas décadas,
el relato de la extrema concentración de la riqueza en el País ha girado en
torno a dos mitos: la meritocracia y la derrama económica.
«Nos han dicho que los ultrarricos en
México lo son por mérito, porque han trabajado lo suficiente y se merecen tales
fortunas. Que, frente a un Estado flojo, débil y corrupto, parece mejor
alternativa que se otorguen ventajas fiscales, legales y administrativas a los
grandes empresarios para que las ganancias lleguen en forma de derrama, empleos
e inversión que beneficiarán al resto de la población. Nada más lejos de la
realidad», asegura.
Ante ello, Oxfam México considera que es
momento de romper la relación de conveniencia entre el poder económico y el
poder político en el País.
«Necesitamos nuevas reglas del juego que
reconozcan que la economía es política. Estas reglas deben revitalizar el rol
del Estado mexicano para echar atrás y regular los monopolios, poner impuestos
a grandes corporaciones y fortunas personales, y reconocer y promover nuevas
estructuras empresariales y de propiedad», menciona.