PRESIDENTA, MUJERES Y VIOLENCIA
PRESIDENTA, MUJERES Y VIOLENCIA
Martín Quitano Martínez
Una persona feminista es
cualquiera que reconozca la igualdad
y la plena humanidad en
mujeres y hombres.
Gloria Steinem
Con el triunfo de Claudia, tenemos
presidenta de la república y se festeja el arribo de una mujer a la
responsabilidad política más importante del Poder Ejecutivo de nuestro país. Por
primera vez en la historia moderna, se ha roto el “techo de cristal”, y la
retórica oficial puntualiza que es “tiempo de mujeres”, al llegar al puerto
largamente buscado de igualdad y equidad entre mujeres y hombres.
Se promueve un ambiente
político de celebración, enmarcado en el establecimiento de un recién terminado
primer piso de la transformación, que permitió la llegada, dicen, de la visión
progresista de un grupo político que reivindica la continuidad y la edificación
de un segundo piso que complete la transformación, conducido venturosamente por una mujer.
Claramente, los retos a
enfrentar son del mayor calado para quienes gobiernen sean mujeres u hombres;
las condiciones del país definen un presente complejo y un futuro inmediato definido
por problemas que requieren liderazgos y convocatorias que hoy por hoy se miran
lejanas o subordinadas a la acción y las ideas de ellos mismos que se asumen
como los únicos y genuinos representantes del pueblo y de la verdad.
Esperamos tener mejores
resultados de la nueva administración, porque con la anterior, la que construyó
el primer piso y la encabezó, solamente recordamos con dolor su desdén
institucional, su olvido administrativo. Todavía padecemos los resabios de las
mujeres que sufrieron violencias que no fueron atendidas pese a las demandas, a
las marchas, a los gritos que señalaban los acosos, las violaciones o las muertes
de mujeres que fueron lastimadas sin tener acompañamientos, solidaridad o
escucha de quienes ahora mismo se ufanan en el tiempo de las mujeres.
México es el segundo país de
Latinoamérica más peligroso para ser mujer, en el que diariamente se asesina a casi
10 mujeres. En las cuentas de la muerte del sexenio del primer piso, se
asesinaron 20,861 mujeres, lo que muestra crudamente el fracaso del discurso
oficial frente a la realidad. Las paridades de género, políticas o
administrativas, han sido un espacio de complacencia discursiva, de una
administración que simultáneamente dejaba en indefensión efectiva a millones de
mujeres, al reducir o cancelar los presupuestos e instituciones para
atenderlas, abandonando las políticas de prevención o rescate, con una evidente
falta de empatía o cordialidad política. Un reflejo claro son los oídos sordos
y las vallas de Palacio Nacional. Un abismo entre el decir y el hacer.
Hay una mujer en la Presidencia
de la República que guardó silencio cómplice ante la visión machista y
autoritaria de quien la designó como sucesora, por ello una pregunta obligada
es si podrá o realmente querrá marcar diferencia en la construcción y
aplicación de políticas que cambien nuestra realidad.
Que esté dispuesta a enfrentar
el flagelo diario de una sociedad bárbara que delinque con impunidad, pues
frente al sufrimiento, el acoso y la violación diaria de mujeres y niñas, se
encuentra el olvido y la lejanía de un gobierno que dijo ser humanista, pero
que prefirió cerrar el diálogo ante la exigencia legitima de las mujeres; optó
por ignorarlas y no dejarlas pasar, salvo, claro está, las que mostraran que
estaban a la altura del endiosamiento para con el gran timonel.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En Veracruz, mientras el gobernante baila,
desaparecieron 313 niñas y 254 mujeres de enero a septiembre del 2024.
X: @mquim1962