¿Qué hacer frente a la Discriminación?
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Por Mary Paz Monzón & Ma. Eugenia Espinosa Mora
Se viven tiempos violentos, donde la discriminación y los estereotipos emergen a mayor velocidad, desgraciadamente siempre han estado presentes en nuestra vida cotidiana. Quién no ha escuchado: “Vieja el último”, “es un naco”, “esta jodido”, “es una mujer de la calle”, “es joto”, “indio”, “negro”, “migrante” … hasta el “ehhhhh…puto” en los estadios. Frases que debemos erradicar. Fue el tema de discusión organizado por el INE, celebrada en esta ciudad, se habló de acciones para erradicar estas conductas.
Por nuestra parte, convocamos a una gran tarea, transformar los espacios de exclusión, marginación y discriminación, así como los estereotipos cargados de racismo, clasismo y demás prejuicios que impiden el goce de los derechos humanos, hacerlo con buen criterio, porque incluso enfoques teóricos han contribuido a reproducir patrones culturales de intolerancia, disfrazados de conductas humanitarias hacia los denominados “sectores débiles y vulnerables”, considerando que están “necesitadas de cuidado”, son “incapaces”, su cultura es “atrasada”, son “salvajes” o no cuentan con recursos económicos y por ello, no pueden son vistos como objetos de compasión, que no pueden tomar decisiones por sí mismas, ni ser titulares de derechos humanos. Además, es indudable que las carencias: de vivienda, alimentación, educación, salud, trabajo, entre otras, conforma situaciones de vulnerabilidad.
Por ello, debemos analizar este fenómeno desde la perspectiva de género, es una herramienta útil para identificar los procesos de asignación de identidades culturales, su finalidad es eliminar los sexismos en todas las prácticas institucionales, sensibilizar a la sociedad, es decir, pretende eliminar estereotipos discriminatorios y proteger efectivamente a todas las personas por igual.
Para eliminar estereotipos y prácticas discriminatorias primero tienes que identificarlas, en ocasiones están ocultas, se requiere de herramientas teóricas y prácticas que te permitan diferenciar los emitidos desde las instituciones del Estado, y otro, la que ejerce la sociedad.
Además se necesita una óptica desde los derechos humanos e interculturalidad, para conocer y respetar las diferentes formas de vivir y pensar, enseñar a valorizar a “los otros”, sus conocimientos y prácticas de otros colectivos, de esta manera aceptan y respetan otras expresiones artísticas, científicas o de cualquier naturaleza, incluso se pueden modificar sus espacios de exclusión social, sobre todo, para contener y limitar situaciones y posturas extremas de exterminio de poblaciones, como el genocidio, la xenofobia, homofobia y el sexismo, es decir, el racismo y la discriminación en todas sus manifestaciones.
La perspectiva de la interculturalidad, no sólo acepta la diversidad cultural, sino que además asigna un lugar preponderante al diálogo e intercambio entre culturas y parte de reconocer las diferentes formas en que se relacionan económica, social, política, jurídica y culturalmente, personas pertenecientes a todas las edades, ideologías y cosmovisiones, en aras de transformar situaciones de vulnerabilidad y erradicar procesos de victimización que impiden gozar de los derechos que les corresponden.
Dotar a las personas de fundamentos jurídicos, políticos y sociales. Empoderarlas socialmente, permite que ejerzan su ciudadanía y se conviertan en sujetos de derecho y con derechos a partir asumirse como eje central de vida a la dignidad humana.
Los fenómenos de discriminación existen en las estructuras jurídicas y políticas, estos reproducen patrones de conducta racista y clasista, son conductas aprendidas desde la infancia, se expresan a través del lenguaje o en la interacción social se traducen en menosprecio por el otro/a, sea por pertenencia étnica, condición femenina, posición social o económica, la edad, la discapacidad, la religión, etc.
El conocimiento de estos fenómenos discriminatorios nos da la posibilidad de diseñar e instrumentar políticas públicas, orientadas a generar prácticas cotidianas de respeto donde participen los diferentes y brinden la posibilidad al conjunto social de experimentar de una vida digna y plena en una convivencia armónica entre diferentes que contribuya a generar una cultura de paz.
De esta manera, se dirigen transformaciones socioculturales que tiendan a eliminar estereotipos de género o de cualquier tipo que legitiman la inferioridad de algunos colectivos frente a otros.
La discriminación racial perdura porque es una forma de utilizar el poder de los grupos dominantes que están en la jerarquía más alta en la sociedad, desde donde se ejerce presión y segregación en contra de grupos minoritarios y que han sido ubicados en una situación de vulnerabilidad. Por ello, se dice que “el racismo se opone a los derechos humanos” [1]
El reto de la sociedad es generar una cultural institucional que posibilite la prevención y eliminación de la violencia social y estructural además de asumir compromisos para:
- Modificar patrones culturales y de prácticas sociales lesivas que impiden a las personas gozar, en igualdad de condiciones de sus derechos.
- Entender que las causas que generan pobreza extrema, así como las diversas formas de discriminación, desigualdad, inequidad, explotación, marginación y opresión, son violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
- Desarrollar acciones concretas no sólo de asistencia o benevolencia sino diseñar estrategias efectivas y propuestas integrales, estructurales, a partir de reconocer la diversidad de valores y tradiciones culturales.
- Consolidar espacios democráticos que garanticen el binomio que comprende la seguridad e integridad como personas, así como la protección a sus derechos como integrantes de una comunidad.
- Diseñar e impartir no sólo cursos de sensibilización y capacitación sino de formación académica y profesionalización, dirigidos a las personas servidoras públicas, para que en el ejercicio de sus funciones utilicen, apliquen y observen la normatividad existente (vigente) así como a la propia sociedad para que aprenda a proteger y defender de manera eficaz sus derechos y contribuya a eliminar los estereotipos.
- Elaborar estrategias preventivas a partir de brindar una atención integral al fenómeno de la violencia (psicológica, sexual, médica, y social, entre otras), lo cual puede darse a través de acuerdos interinstitucionales con organismos gubernamentales y no gubernamentales, de instancias académicas, instancias legislativas y de organismos defensores de los Derechos Humanos.