¿Qué harán con Beltrones?
Pedro Peñaloza
“Un político divide la humanidad en dos clases:
Los instrumentos y los enemigos”.
Friedrich Nietzsche
1. La construcción del candidato. Peña Nieto se erigió como candidato a la Presidencia producto de una amplia coalición de intereses. En efecto, el joven exgobernador mexiquense reunía las características mercadológicas que se requerían desde el análisis priísta para recuperar el poder ejecutivo, después de los dos sexenios panistas. Los ideólogos de la venta de mercancías humanas estaban convencidos que una presencia joven podía atraer a franjas juveniles que debutaban en las urnas y podía servir para deshacerse de la estorbosa herencia dinosáurica del PRI tradicional. Todo este análisis provino también del duopolio televisivo y de algunos segmentos de la cúpula empresarial, todos potencialmente beneficiarios del regreso del tricolor a Los Pinos.
2. Grupos, subgrupos y alianzas. Una vez que se elaboró el producto en los laboratorios mediáticos, lo que seguía era afinar y alinear a los grupos internos del PRI, lo cual implicó realizar procesos de acomodos y reacomodos en las estructuras de dicho partido. De entrada, habría que convencer a quienes acariciaban la posibilidad de contender para la presidencia, entre ellos, de manera destacada, Manlio Fabio Beltrones, quien poseía las credenciales de lealtad y de consistencia en la defensa de los intereses del sistema priísta. Para esta labor se tenía que disciplinar a las burocracias sectoriales de la CTM, CNOP y CNC, que como suele ser natural en ellas, sólo requerían algunas porciones del botín político. No fue difícil.
En dicha operación, la facción negociadora provino del llamado «grupo Atlacomulco», una especie de cofradía secreta especialista en someter y disciplinar a quienes les estorban. Un paso indispensable era encontrar aliados internos con suficiente peso para ganar las vencidas, encontraron que el subgrupo hidalguense, de larga tradición en el manejo cupular y con quienes ya habían tenido algunas coincidencias, era un buen instrumento para pavimentar el camino del candidato Peña. Claro, el intercambio de favores se habría de cristalizar con posiciones en el gabinete. Tal como sucedió también en la propia campaña electoral. Aquí Beltrones fue marginado por obvias razones, sin que el exgobernador de Sonora se revelara.
3. Desechar, reconocer y adeudar. Beltrones aceptó simular el proceso de «auscultación abierta»,
participando en foros y en «debates» anémicos e insustanciales. Fue avasallado por la coalición peñista y nadie asomó la cabeza por él. Sin embargo, los tiempos luminosos del sonorense empezaron cuando arribó como diputado a San Lázaro, donde se le concedió la coordinación parlamentaria y él ejerció un notable poder que lo llevó a convertirse en el principal operador de las iniciativas del ya inquilino de Los Pinos. No hubo una sola propuesta presidencial que fuera detenida o vetada en la Cámara Baja. El exsubsecretario de Gobernación se convirtió en el hombre indispensable para darle funcionamiento al gobierno en turno.
Ahora, a la mitad del sexenio con una renovada mayoría de diputados priístas y con los motores encendidos para el 2018, Peña se encuentra en una circunstancia definitoria para la permanencia del oficialismo en el Poder Ejecutivo. Ante la salida de Beltrones de su cargo como legislador, la cofradía mexiquense se debate entre varios dilemas, uno de ellos es pagarle adecuadamente los notables servicios al sonorense o reiterar su práctica como grupo sectario humillando a Manlio Fabio y fortaleciendo su alianza con Osorio, Murillo y Videgaray. Beltrones es un político educado y formado por el viejo sistema, intuitivo y habilidoso. Se puede ir al PRI, a Gobernación, Relaciones Exteriores o a su casa. Pronto veremos el tamaño de las lealtades o de las deslealtades.
pedropenaloza@yahoo.com Twitter: @pedro_penaloz