Especial

¿Qué pasaría si…?

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Edna Y. Valdez Flores.

Inicio el trabajo: <<…No puedo imaginar tener una hija, lidiar con sus cambios de humor, su adolescencia, y ni qué decir de sus novios; pero gracias a Dios tuve un hijo, al que su madre quería educar haciendo quehaceres, ni que fuera “Mariquita”, le dije.

Recuerdo el día que nació: navidad. Él tenía que decir lo especial que era, apenas llegar a este mundo. Recuerdo como su madre se retorcía del dolor, porque a mi niño ya le urgía salir para conocer a su padre.

Ella no aguanta nada, al fin mujer, ni que fuera niña, si cuando la conocí ya tenía su camino recorrido, ¿Oh, qué? El niño es obra y gracia del Espíritu Santo. No. Claro que no. Si por eso me gustó, por formadita, y porque sabía lo que me gustaba… aunque admito que cuando me dijo que estaba esperando, dudé que fuera mío… ¡Ni maíz!  A mí no me iba a ver la cara de tarugo. Ya otras lo habían intentado, pero soy muy listo y descubrí que me engañaban. Pero bueno, ese día estaba yo ahí, viendo cómo se retorcía, cómo se mordía los labios para apagar el grito, porque la muy orgullosa quería demostrar lo macha y fuerte que era, yo la dejé; al fin ni vivía conmigo, y yo no estaba seguro si la criatura que iba a nacer fuera mía.

No tardó mucho. A poco que llegamos al hospital me dijeron que ya había nacido, y que era NIÑO. ¡Niñooo! ¡Gracias Dios mío, por esta bendición! Cuando lo vi, igualito a mí, con la misma puntita que tengo en las orejas. Ya no dudé, era mi hijo, ¡mi hijo! Quería gritar, que todos lo supieran. Rápido fui a mi casa, para decirles a mis padres que ya eran abuelos, y mi mamá, a regañadientes me acompañó al hospital. Al verlo, no tuvo ninguna duda. Era su nieto, su hijito, su sangre. El vivo retrato de cuando yo era niño, dijo.

Mi mamá lo revisó de pies a cabeza, lo esculcó todito, buscó algún defecto, digo, porque su madre es esa mujercilla, que de un momento a otro se atravesó en mi camino; y como dijo mi madre, yo merezco algo mejor, pero ya qué, ya le había dado un nieto.

Mi hijo creció. Intenté vivir con su madre para criarlo, para estar cerca de él y hacerlo a mi modo, pero ella no es la mejor persona, y nos separamos. Tonta, pensó que con un hijo iba a amarrarme por el resto de mi vida; y más tonta porque soy mucho hombre para una sola mujer. Pues a quién le dan pan que llore, si se me acerca una muchachita le doy mi amor, que para todas tengo.

Su madre disque lo educaba. Yo le enseñé lo bueno de la vida; para que supiera que nada es fácil; que todo es trabajo, y nada de quemarse las pestañas leyendo libritos. Yo no estudié y mírenme. Tengo lo mío: casa, coche y negocios; y eso que mis padres no me dieron estudios; lo que sí me enseñaron, fue a trabajar como burro; y eso mismo le enseño a mi hijo.

A su madre se le ocurrió casarse. ¡Uuuy, pues que le quito a mi hijo! Le puse solamente mi apellido y lo llevé a casa de mis padres, a vivir con ellos, para que lo criara la mejor mujer que he conocido: mi madrecita Santa. Aunque mi hijo conocía a mi esposa, también conoció a mis novias, pero no quise que viviera conmigo y mi mujer, porque estamos acostumbrados a tener nuestra privacidad, a ser solamente nosotros, y al tenerlo ahí, ya no hubiera sido lo mismo.

Seguí con mi vida, conociendo mujeres, y se las presenté a mi hijo, para que se fije lo que es bueno, y que sepa que debe tener muchas para ser más hombre. Le doy todo, lo traigo galán. Él debe tener lo que yo no pude, y llegar a ser más que su padre. Por eso le enseñé a manejar, a fumar y a tomar, cuando apenas había cumplido quince años. Lo apoyé, estudió y terminó su carrera. Ha tenido algunos problemas, pero siempre estoy con él, para eso soy su padre. Ninguna de todas las mujeres que ha tenido es suficiente para él. Es tan hombre y tan macho como su padre. Ahora lo veo llegar en su carro. Trae una novia nueva. Sé que he hecho de él un hombre y es buen abogado. Hoy cumple treinta años de edad…>>. Termino el trabajo.

No sé si me hubiera gustado hablar así, pensar así, actuar así. Estoy segura que no. Escribí esto porque el Asesor del Taller de Relato y Cuento de la Escuela Lázaro Cárdenas, nos propuso escribir a partir de la pregunta ¿Qué pasaría si…? Y yo completé: “¿Qué pasaría si yo hubiera nacido hombre?”; pero por suerte nací mujer y sólo tengo hijas.

—*—

Aún puede unirse al taller de Relato y Cuento de la Cafetería y Librería Moretto, de Jiménez del Campillo # 45, ciudad. La cooperación es de cien pesos cada sábado, con lo que cubrimos el costo del ciclo de conferencias, los materiales y un café americano. Venga, se va a divertir.

 

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