Especial

¿QUIÉN ENVENENÓ A SERGIO PITOL?

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Pablo Jair Ortega
Una fuente de muy alto nivel nos confió un dato escalofriante: a Sergio Pitol Demeneghi, premio Cervantes 2005, y uno de los más grandes escritores mexicanos de todos los tiempos, «se le suministró durante cierto periodo de tiempo un medicamento que puso en riesgo su vida»
El tema de por s�=D es delicado, pero no es mentira. Lo saben las autoridades de alto nivel en Veracruz, pues son ellos quienes, de manera muy discreta –a petición del círculo más cercano al escritor– pidieron que Gobierno del Estado se hiciera cargo del escritor y maestro.
Según versiones, la presunción del suministro de un medicamento indebido puso en grave riesgo al ilustre escritor a quien pese a su avanzada edad se le podía ver caminando por las calles de Xalapa o Coatepec, con un semblante muy sano. De repente, de unos meses para acá, cayó gravemente enfermo e incluso fue llevado al extranjero para aplicarle un tratamiento urgente por su repentino mal estado de salud.
De regreso a su adorada Xalapa, Pitol siguió con su vida normal, un poco convaleciente, pero recuperado de la fuerte crisis. El problema es que al paso del tiempo el maestro se volvió a sentir mal y nuevamente fue sacado del país para su recuperación. Se cuenta que no fueron pocas las recaídas que Pitol Demeneghi tuvo en los últimos meses y que también por eso estuvo saliendo del país: para ser intervenido por médicos extranjeros que lograban estabilizarlo y regresarlo a México.
El asunto se comenzó a investigar más a fondo: era imposible que tantas recaídas fuesen por problemas de salud debido a su edad, sino que ya recaía en la sospecha de que fuesen provocados.
Las miradas inmediatamente comenzaron a dirigirse al círculo más cercano, a quienes tienen acceso a los alimentos o medicinas, y quienes lo cuidan personalmente. También comenzaron con la revisión de los papeles personales del maestro y quienes serían los beneficiados con su muerte. Sí, como una novela policiaca.
Al maestro Pitol, mientras tanto, lo resguardó el Gobierno de Veracruz a través del DIF Estatal.
Si bien todo había quedado en el ámbito de la más absoluta discreción, trasciende el rumor de que un primo sería el que “enfermó” al tío Sergio. (El primo ahora contraataca y busca que declaren a Pitol incapaz de valerse por sí mismo e incapacitado para tomar decisiones sobre sus bienes y sobre su obra literaria y es él quien acusa a las personas que lo tienen bajo su cuidado, de haberlo secuestrado).
Por eso sorprende que ahora fam iliares pidan nuevamente su custodia y hagan denuncias en los medios de comunicación, cuando en un principio (dice la fuente) pidieron a las autoridades que no se hiciera escándalo; que el asunto quedaría en familia y así se respetó en un acuerdo de caballeros.
Mientras tanto, al cierre de esta edición, al maestro Sergio Pitol, tras superar un mal intestinal, se encuentra actualmente en etapa de observación en el Hospital Ángeles de la ciudad de Xalapa. Tiene 81 años.
Anteriormente ya nos habían platicado que el maestro se perdía en aulas de la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana mientras se dirigía a dar su tan apreciada cátedra (no cualquiera puede presumir que recibió clases de tan ilustre personaje o que lo haya llevado a su casa para convivir entre la gran colección de libros y películas). Algunos lo adjudicaban a la avanzada edad, otros a que sencillamente es un genio y los genios se distraen muy seguido.
Hoy la noticia de su grave estado de salud mantiene a muchos tristes (aunque algunos no entiendan el significado de tristeza y la reduzcan a ser una miserable palabra); Pitol es quizás el último de esa gran generación de esc ritores mexicanos de la época moderna emblemática del siglo pasado, en cuyos estantes se encuentran las obras de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y otros grandes entre los que Pitol figura.
La vida de Sergio Pitol es digna de una novela, pero no con este final tan doloroso. Al parecer y sin importar el grave estado de salud del escritor, la familia se apresta a presentar batalla y una andanada de demandas, precisamente contra quienes velan por la salud del escritor.
Le deseamos una pronta recuperación.

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