¿Quién para el PRI estatal?
Por Sergio González Levet
Se van acomodando las calabazas en la carreta, se ponen las piezas en el tablero, se alinean los astros en el firmamento… señoras y señores, el PRI de Veracruz está empezando a recomponerse, y los grupos y liderazgos buscan la manera de acomodarse para seguir unidos cuando no tengan un líder natural -que siempre había sido el Gobernador en turno-, un “primer priista del estado”, alrededor del cual todos convergían para mantener la legendaria unidad partidista, que era unidad en torno al Uno, al Hombre, y no tanto unión verdadera, aunque muy efectiva a la hora de ganar elecciones y eternizar el puesto más importante y muchos otros en favor del tricolor.
Pero no, perdida la elección del 5 de junio, el priismo se apresta a crear a su imagen y semejanza al dirigente ideal, a la nueva cabeza del partido que concilie intereses, que agrupe liderazgos, que reúna militancias. Y por eso ensayan nombres, analizan posibilidades y empiezan a proponer a los posibles, que surgen de sendas maneras de las facciones que conforman esa entelequia que todos conocemos como el Partido Revolucionario Institucional.
En este momento, el partido tiene dos alternativas para el Comité Directivo Estatal (CDE): o se queda Felipe Amadeo Flores Espinosa hasta el 5 de noviembre -cuando toma posesión la LXIV Legislatura estatal- o renuncia y se nombra un dirigente interino hasta esa fecha o hasta el 1º de diciembre, cuando asuma el nuevo Gobernador.
Si se queda Amadeo todo sigue igual, pero si renuncia, entonces los tricolores tendrán que nombrar un nuevo dirigente, y para ello los grupos al interior del partido van armando sus cuadros directivos e impulsando sus alfiles.
Por ejemplo, si fuera un alcalde, tienen para elegir entre el presidente municipal capitalino Américo Zúñiga Martínez o el sanandrescano Manuel Rosendo Pelayo.
Delegados federales que cubran el perfil hay dos; Tomás Carrillo Sánchez, de Migración, y Renato Alarcón Guevara, del ISSSTE, con una excelente hoja de servicios en favor del priismo veracruzano.
Si Héctor Yunes hiciera valer su condición de candidato, aunque perdedor con cerca de un millón de votos, podría sugerir a Jorge Moreno Salinas, un militante impecable.
Y de la parte del senador Pepe Yunes Zorrilla, tal vez sería recomendado el diputado actual por Perote, Juan Manuel Velázquez Yunes, o el entrante por ese mismo distrito, Carlos Morales.
Las mujeres también tienen dos formidables posibilidades en las personas de Regina Vázquez Saút -diputada plurinominal electa y Secretaria General del CDE, con lo que podría subir al puesto máximo por una simple prelación- y la aún senadora Erika Ayala Ríos, que ya fue una buena Presidenta del PRI y sigue siendo dirigente estatal de la CNOP, que agrupa al sector popular, y Secretaria General del poderoso Sindicato Único de Trabajadores del Cobaev.
Una mano de barajas muy bien surtida y con varios ases como para sacarlos de la manga. Eso sí, el o la que quede tendrá ante sí el enorme reto de concitar la unidad de todos, todos, todos; de rehacer los sectores y las organizaciones…
Pero más: de elegir a los mejores candidatos para el próximo proceso electoral que cambiará a 212 ayuntamientos, con su pléyade de presidentes, síndicos y regidores.
Y tendrá que ganar al menos la mitad de las contiendas, lo que se ve difícil, como un trabajo de Hércules.
Veremos a quién se le echa ese trompo a la uña.
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