¿QUIÉNES SON LOS VERDADEROS TRAIDORES?
¿QUIÉNES SON LOS VERDADEROS TRAIDORES?
Por Héctor Guerrero
Los traidores,
aquellos que abandonan la causa a la que juraron lealtad, generan rechazo y
desprecio, no solo entre aquellos a quienes traicionan, sino también entre los
que, irónicamente, buscan ganarse.
Y lo vemos en todos
los ámbitos, todos nos hemos topado con alguno, acabamos de ver lo que sucedió
con la aprobación de la reforma judicial , son, en esencia, mercenarios
ideológicos que no encuentran refugio en ninguna parte y ahora, con el tema que
nos ocupa, la detención de «El Mayo” Zambada.
El traidor, al vender
su lealtad por conveniencia, se convierte en una especie de apátrida dentro del
mundo criminal: no pertenece a ningún lado y su destino suele ser el ostracismo
o la muerte.
En una guerra interna
como la que se libra en Sinaloa entre «Los Chapitos» y los leales a
«El Mayo» Zambada, los traidores representan el eslabón más débil,
incapaz de ser confiado ni por sus antiguos aliados ni por sus nuevos patrones.
La situación en Sinaloa
es un reflejo de la sumisión del Estado frente al poder de los cárteles. Desde
la captura de Ismael Zambada, el conflicto entre «Los Chapitos» y los
leales al «Mayo» Zambada se ha convertido en una guerra sin cuartel.
Y el gobierno, nomás
como el “chinito”, poniendo en evidencia la ineficacia y el desinterés del
gobierno estatal y federal por enfrentar esta crisis con seriedad.
Mientras tanto, la
población sufre las consecuencias de un conflicto, los comercios no abren ni
las escuelas tampoco, y la respuesta de
las autoridades ha sido vergonzosa. El gobernador Rubén Rocha Moya ha
minimizado repetidamente la gravedad de los hechos, describiendo la situación
como «controlada», cuando claramente no lo está.
Suspensión del Grito
de Independencia fue la única medida destacable, una decisión que llega
demasiado tarde y que refleja más el pánico y la impotencia de las autoridades
que una estrategia real para enfrentar la violencia.
El presidente Andrés
Manuel López Obrador, en su típica retórica, ha insistido en que hay
«elementos suficientes para mantener la paz», una declaración que
suena hueca ante el constante sonido de las balas en las calles de Culiacán y
Concordia.
Esta pasividad,
permisión de parte del gobierno tiene un precio muy alto. Además de las vidas
perdidas, la economía de Sinaloa está en ruinas. Las pérdidas ascienden a más
de 800 millones de pesos, y las cifras siguen en aumento.
El comercio se ha
desplomado, con cierres masivos de negocios y despidos de miles de
trabajadores. En algunos sectores, la actividad económica ha sido paralizada
por completo, mientras que en otros se registran saqueos y extorsiones
generalizadas. Empresas como Oxxo han implementado medidas extremas para
proteger a sus empleados, y Aeroméxico ha flexibilizado sus políticas de cambio
de vuelos para quienes deseen evitar viajar a la región.
El papel del ejército
es igualmente de llamar la atención, es obvio que siguen las órdenes de su
comandante supremo, a pesar del supuesto «refuerzo» de tropas en la
región, la violencia sigue fuera de control. ¿Dónde están los soldados cuando
los sicarios cierran carreteras y atacan impunemente a la población civil? Las
Fuerzas Armadas parecen más interesadas en evitar el conflicto directo con los
cárteles que en proteger a la ciudadanía. Este es un patrón ya conocido:
primero se despliega al ejército como un símbolo de autoridad, pero cuando se
enfrenta a los cárteles, el gobierno retrocede, dejando a la población a merced
de los criminales. Los sinaloenses no queremos que se abrace a los
delincuentes.
Hoy mis paisanos,
viven en un estado de terror permanente. Familias enteras se han desplazado a
otras regiones, huyendo de una violencia que parece no tener fin. La educación
se ha visto interrumpida en múltiples ocasiones, con la Universidad Autónoma de
Sinaloa (UAS) optando por clases virtuales debido a que muchos estudiantes,
especialmente aquellos provenientes de zonas rurales, no pueden asistir
físicamente por la inseguridad.
Hoy entre los
criminales y el gobierno la sociedad sinaloense vive atrapada entre la
indiferencia de las autoridades y la crueldad de los cárteles. El gobierno en
un mero espectador de una tragedia que él mismo ha permitido. Sinaloa, al igual
que otras regiones del país, es un Estado fallido, donde la ley del más fuerte
se impone y el ciudadano común está a merced de grupos criminales.
El gobierno debe
dejar de lado su discurso vacío y actuar con firmeza y decisión. No basta con
enviar más tropas o hacer declaraciones optimistas. Es necesario un compromiso
real para restablecer el estado de derecho y lo más importante, proteger a la
población.
Aquí cabe
cuestionarse, ¿los traidores de esta historia son “los chapitos” o quienes en
campaña dijeron que iban a proteger al pueblo?
En ambos mundos,
tanto en el del crimen como en el de la política, los traidores terminan solos.
Y quizás sea ese su peor castigo: la incapacidad de pertenecer, la certeza de
que siempre serán vistos con sospecha y la condena a un exilio permanente, porque,
al final, nadie quiere a un traidor entre sus filas.
Hoy, duele lo que
pasa en Sinaloa, mi solidaridad con ellos, pero son gente trabajadora y de
lucha que pronto lograrán reponerse de esos golpes que asesta la vida.
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero