RADICALES, MODERADOS Y LA DEMOCRACIA
RADICALES, MODERADOS Y LA DEMOCRACIA
Por Uriel Flores Aguayo
La historia da cuenta de que siempre se generan
tendencias y corrientes en los grupos políticos previo a su acceso al poder y
durante su ejercicio. Así ha sido en todo el mundo, Mexico no fue excepción.
Esa realidad tiene que ver con visiones, conceptos e intereses. Con ideas del
poder posible y el poder real. Previo a la revolución Rusa se alinearon en
Menche y Bolcheviques, los autonombrados revolucionarios Salvadoreños y
Nicaragüenses se agruparon en diversas corrientes dentro de sus respectivos
frentes, por ejemplo. Los herederos de la revolución mexicana giraban en torno
a varios caudillos hasta su unificación en un mismo partido político. Las
izquierdas mexicanas se expresaban en formas varias y el Partido Comunista
Mexicano se identificaba entre dinos y renos, o sea, dinosaurios Estalinistas y
renovadores Eurocomunistas. En el PRI de los ochentas se manifestaban los
nacionalistas revolucionarios y los tecnócratas. El PRD surgió de la fusión de
varias agrupaciones de izquierda y la Corriente Democrática del PRI, derivando
desde su origen en corrientes internas.
La existencia de moderados o radicales es parte
intrínseca de la naturaleza de las agrupaciones políticas. La unanimidad
siempre será forzada y es inherente a las dictaduras con partidos de Estado
como en Cuba y China. Sin camisas de fuerza la propia dinámica tanto ideológica
como pragmática de las fuerzas políticas las lleva a manifestarse en su
pluralidad básica. Es obvio que las une un programa, objetivos comunes y
aspiración o ejercicio del poder, pero siempre habrá matices, enfoques e
intereses concretos que motive la aparición de naturales alineamientos
internos. Es lejano a la democracia la unanimidad, genera conformismo, disciplina
ciega, actitudes acríticas y distorsiona el sentido de la militancia política.
Las posturas radicales casi siempre son retóricas, poses para sumar adeptos o
para ser más exigentes con sus operadores ya en el poder.
Recientemente se habló en el
partido Morena de posiciones moderadas y radicales con motivo de ciertas
iniciativas y diferencias en el Senado de la República. De ahí se han
generalizado los comentarios respecto a otros ámbitos de dicho partido donde
también hay expresiones diversas, obviamente no en sus definiciones
principales. Es normal y algo adelantado que gran parte de sus deliberaciones y
posturas giran en torno a los aspirantes presidenciales. Creo que los adjetivos
de moderados y radicales son construcciones mediáticas sumamente imprecisas y
artificiales. En el caso de Morena todos pueden ubicarse en una de esas
posturas dependiendo del asunto a tratar o el momento. Más bien sus
alineamientos dependen de los espacios de poder en que se encuentren y del
liderazgo que estén siguiendo. Soy de la idea que lo verdaderamente definitorio
y relevante de la militancia política y sus liderazgos es la consecuencia que
tengan con la democracia. Eso es lo importante. Si son demócratas y jugarán con
las reglas de la democracia. Puede haber matices y estilos, acentos y hasta
exaltación, dependiendo de sus orígenes distintos, su aprendizaje y decoro
respecto de la pluralidad y la tolerancia. Pero lo que nos debe importar es si
reforzarán o debilitarán a la democracia. Es más, después de este sexenio tan
discursivo y personal casi únicamente habrá moderados en el poder. Es el ciclo
sexenal que se crea por razones políticas, económicas y sociales.
Las alertas deben estar
encendidas, las definiciones son ineludibles. Hay una acelerada degradación de
nuestra vida pública. Se observa en las descalificaciones a los opositores y a
los periodistas. Se falta a las reglas democráticas y se crea un ambiente turbio.
Cualquier ciudadano merece el respeto de los gobernantes. Quienes ocupan el
poder tienen obligaciones claras, deben rendir cuentas y ser transparentes.
Estamos hablando de autoridades de elección pulular, no de Monarcas o
dictadores. Es grave, de mal gusto y atentatorio a los derechos
democráticos de la ciudadanía que se les descalifique. Es difícil
entender que algo así esté pasando actualmente. Es una pesadilla
autoritaria. Ni en los últimos sexenios del PRI y el PAN se habían observado
conductas agresivas de esta naturaleza. Desde donde sea hay que ser firmes con
la defensa de nuestras libertades, no consentir excesos, no trivializar ni
acuñar eufemismos al respecto. Dignidad y democracia por delante.
Recadito: sigue pendiente la definición de el
Cabildo xalapeño sobre los retenes y operativos de las grúas.