REBASADOS POR LA VIOLENCIA
REBASADOS POR LA VIOLENCIA
El brutal asesinato
la noche de este domingo de la candidata de Morena a la presidencia municipal
de Texistepec, Veracruz, Yesenia Lara Gutiérrez, y de otras cuatro personas, es
solo la reiteración y la consecuencia de la indolencia del gobierno estatal,
que prefirió negar la grave situación de violencia por la que atraviesa la
entidad en lugar de tomar las medidas que, ahora sí, quiere establecer.
Lo cierto es que
hasta hace unas cuantas semanas, la gobernadora Rocío Nahle descalificaba con
sorna las denuncias y llamados de auxilio provenientes de la sociedad civil en
primer lugar, y de los aspirantes opositores a alguno de los cargos de elección
popular municipal que se disputarán el 1 de junio. Los acusaba de
“victimizarse”.
Tuvieron que asesinar
a dos candidatos de Morena a presidencias municipales para que la mandataria
reconociera, aunque sea a medias y a fuerza, la gravedad del problema que
minimizó y que ahora amenaza con brotar en cualquier parte y contra cualquiera
de los aspirantes a ediles.
El mismo día que
iniciaron las campañas, el candidato de su partido a la alcaldía de Coxquihui, Germán Anuar Valencia,
fue ejecutado a plena luz del día. Dos semanas después, en Texistepec la tragedia
volvió en forma de una masacre de cinco personas, asesinadas en un recorrido de
campaña en el que había familias enteras que terminaron huyendo aterrorizadas
cuando empezaron los balazos.
Si a los candidatos
de Morena, el partido oficial, el partido en el poder y con todo el poder, los
pueden asesinar con esa facilidad, ¿qué se pueden esperar los demás entonces?
Y no es una
especulación. La propia gobernadora manejó cifras este lunes sobre las solicitudes
de protección que los candidatos de diferentes partidos han presentado ante el
Organismo Público Local Electoral de Veracruz (OPLE): 57 en total, de las
cuales 24 fueron de Movimiento Ciudadano, 11 del Partido del Trabajo, ocho a la
coalición Morena-PVEM, seis de Morena, tres del PRI, una del PVEM y una de un
candidato independiente.
A pesar de esto,
Rocío Nahle ha desoído las peticiones que le han hecho de instalar una mesa de
trabajo sobre seguridad con todos los partidos para una estrategia conjunta. En
su lugar, la titular del Ejecutivo veracruzano mantiene un discurso
polarizante, electoral, en el que acusa, sin presentar pruebas, que los
generadores de violencia están “en otros partidos” participando activamente, y
no en Morena, donde supuestamente “filtraron” los nombres de quienes resultaron
postulados.
Eso es falso. Baste
recordar que Germán Anuar Valencia, el aspirante asesinado en Coxquihui, estaba
relacionado con el grupo delincuencial de “Los Pelones”, de donde habría
procedido además la orden de ejecutarlo. Como él, ¿cuántos candidatos se le
habrán “colado” al dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, sobre
quien pesan varias acusaciones de militantes de ese partido de haber vendido
las candidaturas, con todo lo que eso implica? ¿Cuántos partidos habrán sido
cooptados por los criminales, que así es como “votan”?
Intentar tapar el sol con un dedo solo muestra la magnitud
en que el gobierno de Veracruz ha sido rebasado por la violencia electoral. Y
por eso, ahora sí, pide ayuda a la Federación, de donde ya le mandaron un
contingente inicial de 300 elementos para atender este desastre.
“Ningún cargo o
puesto vale la vida de una persona”, ha reiterado Rocío Nahle ante los
repetidos hechos de violencia. Garantizar elecciones libres es su
responsabilidad.
El “modelo de seguridad”
Y por si no fuera suficiente, la violencia no
necesariamente asociada a las elecciones campea por todo el estado. Este mismo
lunes, dos agentes de la Fiscalía General de la República fueron asesinados
tras un tiroteo en Boca del Río. Pero eso sí. No es
una falla en el modelo de seguridad, asegura la gobernadora.
Imagínese si lo
fuera.
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