La Otra Versión

Recordando un episodio de la Feria del Café

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 Por René Sánchez García.

 

La verdad no recuerdo el año en que esto sucedió, pero es casi seguro que fue en los inicios de los años setenta, pues gobernaba Veracruz el Licenciado Rafael Hernández Ochoa, y en Coatepec lo hacía el Licenciado Emilio Polanco Servín. A mi padre le asignaron un stand, el primero de la calle Luis de San José, desde donde se podía admirar el palacio municipal y el parque Miguel Hidalgo de esta ciudad cafetalera.

En punto de las cinco de la tarde se realizó el acto de inauguración en la primera calle de 5 de Mayo y Jiménez del Campillo. De allí la comitiva acompañó al señor gobernador y a su señora esposa, doña Teresita Peñafiel de Hernández Ochoa, a recorrer todos y cada uno de los stands instalados alrededor del mencionado parque. Al llegar al stand atendido por mi padre, el encargado del poder veracruzano lo saludó de manos, iniciándose una charla relativa al campo.

El señor gobernador quedó sorprendido no tanto por las sillas de montar que allí se exhibían. Al fin hombre de campo no le llamaron mucho su atención, pues él las utilizaba cotidianamente, aunque sí platicó un poco sobre ello. Lo que fue más de su interés era la piel de víbora que mi padre colocó en dicho stand. El mandatario la reconoció y dijo que se trataba de una víbora “chirrionera”, de las que abundaban en su rancho Santa Gertrudis. Mi padre dijo que era una “voladora”, pero fue rectificado de inmediato.

La señora Peñafiel de Hernández Ochoa quedó sorprendida por un bolso realizado por las manos siempre creativas de mi padre, se trataba de un bolso para colgar elaborado con pieles de conejo y oscaria de vacuno. La señora le pidió a su esposo se la comprara, pero mi padre se la obsequió a tan atenta dama. La comitiva se encontraba ya algo desesperada, pues faltaban muchos más stands por visitar, pues la charla sin mentir duró unos quince minutos.

Pasado algunas semanas, el señor gobernador llegó a caballo a nuestra ciudad, acompañado por el encargado de Seguridad Pública, el coronel Vázquez Castellanos. Desmontaron ambos de sus corceles y se encaminaron al negocio de mi padre llamado “Talabartería El Venado”, situado en ese entonces en la segunda calle de Constitución. Fue allí donde el mandatario le encargó la elaboración de una silla de montar muy especial, misma que sería obsequiada al Rey Juan Carlos de España por parte del Gobierno de Veracruz.

Esa silla debió haberse elaborado en unos dos meses, pues recuerdo que los escudos España, México y Veracruz fueron confeccionados en hilo de oro y de plata por un custodio que visitaba mi padre en la Fortaleza de San Carlos en la ciudad de Perote, y que muchas veces lo acompañé los días sábados. Por fin, llegó la fecha de entrega y la famosa silla de montar voló por los aires hacia España y todo esto quedó como un buen recuerdo inolvidable.

sagare32@outlook.com

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