Recuerdo Editoriales De María Enriqueta
Ramiro Contreras Díaz
Cuando María Enriqueta colocó las cenizas de su amado esposo sobre la cómoda, al regresar de cementerio, no tuvo necesidad de mirarse en el espejo de su recamara de la Villa de Las Acacias en Madrid, para percatarse de que su rubia cabellera de otros ayeres estuviese hoy plateada. Su marchita piel, alguna vez lozana, tenía marcados los años del exilio. María Enriqueta recién había cumplido setenta años. Al sentarse en su mecedora de ojo de perdiz se dejó llevar los recuerdos, hacía más de treinta años que se había mecido en el columpio que le hicieron sus paisanos en la Finca Hidalgo, cuando pasó por Coatepec para viajar a Cuba y visitar a don Olegario Molina en la ciudad de La Habana como exiliado, era vieja amistad que sostenía con su esposo don Carlos Pereyra. Cuando la familia Díaz había dejado las costas veracruzanas a borde del buque alemán Ipiranga, la familia Pereyra Camarillo aún vivía en la ciudad de México.
Con el movimiento de la mecedora, María Enriqueta, recorrió la frescura de la gran higuera en la finca de la familia Torres, en su recuerdo, volvía a admirar el Cerro de las Culebras que recortaba el horizonte, así como polvareda que había levantado los cabellos a lo largo de Los Carriles, cuando Azabache, el potro de Juanito López, ganó la carrera de J.M. Tapia; los López, los Fernández, Luisita, Santiago, y Félix, Cosme Rebolledo, Justino Palacios, la familia Sánchez, la familia Murrieta, Julián, Rosaura y tantos otros, cuando la voz del mago de la lente le pidió silencio y contó hasta llegar a tres, con la sonrisa congelada del grupo, el fotógrafo soltó el obturador para que la imagen quedara impresa para la posteridad.
María Enriqueta lo decía: “fue un día de campo inolvidable, un recuerdo muy feliz de 1912…” Hacía más de tres años, (1909) que había salido a la luz el pequeño libro Rumores de mi huerto, un ingenuo poemario que se imprimió en la ciudad de México en los talleres tipográficos de J. Ballesca y Cía., Sucesores y Editores. Las duras pastas verdes del libro simbolizaron siempre el recuerdo tropical mariaenriquetano de terruño infantil.
En Coatepec conoció a mucha juventud, hijos y nietos de sus contemporáneos. Con la antigua y nueva generación siempre tuvo un constante contacto epistolar que no cesó durante su exilio. De aquel recuerdo en el columpio de la Finca Hidalgo escribió el poema A Coatepec, que es mi tierra, para mis paisanos en la ciudad de La Habana el año de 1914.
Cuando los exiliados porfiristas creyeron tener un respiro tranquilizador en el convulsionado País, con la ascensión al poder de Victoriano Huerta, Don Carlos Pereyra fue nombrado subsecretario encargado del despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores el 8 de julio de 1913, con sede en Bruselas y hasta allá llegaron María Enriqueta, su madre y su hermano. Cuando Huerta dejó el poder, todos sus colaboradores fueron considerados traidores y en Europa quedó la escritora con su familia sin poder regresar a su patria.
María Enriqueta se puso a trabajar arduamente y fue precisamente en 1917 cuando acudió a la Rue Visconti número 23 en parís, llevando un manuscrito en castellano; una colección de lecturas para niños. Se lo presentó a la viuda de Charles Bouret, quien tenía una sucursal en la editora en la ciudad de México en el número 45 de la calle de 5 de mayo, quien aceptó el manuscrito y en esos años salieron a la venta los cinco libros Rosas de la Infancia, para popularizarse en todas las escuelas primarias de México.
La escritora coatepecana ya radicada en Madrid desplegó una laboriosidad sin precedentes, su ingenio, su disciplina y su creatividad dieron como resultado su libro de novelas cortas que tituló Sorpresas de la vida e imprimió la editorial Biblioteca Nueva de Madrid, fechado en 1921.
Para 1922 el secreto de María Enriqueta dejaba de serlo y lo daba a conocer como El Secreto. Esther Hernández Palacios nos dice: “…la novela incita a los lectores a seguir el ejemplo de Pablo, su personaje central. Los adentra en el espíritu de un adolescente, cuya magnitud crece en los obsesivos círculos de la conciencia adolescentes”.
Sin temor a equivocarnos, la mejor novela de María Enriqueta, El Secreto, fue seleccionada en 1926 por “Leschachiers feminist” (Los Cuadernos femeninos) de Francia, para representar a la literatura castellana de Hispanoamérica. La traducción la llevaron a cabo Mlle. Agatha Valery y Mathilde Pomés, afirmamos que sus traducciones siempre fueron hechas por mujeres, y Le Secret fue impreso en Rue Garonciere de París por la Librairie Blond & Gay. La fama como escritora universal llegaba ya a las puertas de María Enriqueta.
En el año de 1926, Dulce M. de Figuereido hace la traducción al portugués y la Empresa Editorial Fluminense situada en el 125 de la Rua Retroseiros en Lisboa la imprime con el nombre de O Segredo.
El Instituto Italo-Ibero-Americano con sede en Génova imprime la traducción que hiciera al italiano Donna Clara Bartolomei, posiblemente a finales de 1926 o principios de 1927. Claro está que con el nombre de II Segreto. Pablo al volverse bueno se salva y María Enriqueta penetra con fuerza y encanto a los círculos literarios de Europa.
En la Editorial Biblioteca Nueva se imprime Mirliton en 1923, novela que habría de traducir Marthe Franke Fougagssier al francés en 1929. La novela es dada a conocer por la Librarie Gedalge con el nombre de Mirliton. El libro tuvo una difusión muy grande y el 75 de Rue Sanit Peres de París se volvió famoso para los escritores del momento. Mirliton fue ilustrado por el pintor y grabador Maurice Berty.
Cuando en 1925 se fusionaros las firmas Espasa de Barcelona y Calpe de Madrid, nació la compañía editora Espasa Calpe S.A. y fue en 1926 en una de sus primeras colecciones de escritores llamada ésta Contemporáneos, que María Enriqueta publica dos pequeños libros conteniendo novelas cortas, Álbum Sentimental y El Misterio de su muerte. En ellas aparece nuevamente como en El Secreto, el adolescente atormentado. Con fina sensibilidad la escritora nos brinda temas humanos de gran creatividad.
La Editora Espasa Calpe, muchos años antes de crear su colección Austral con más de 1500 títulos, la colección Contemporáneos publicó en 1927 Lo Irremediable, en 1928 “Lisboa-Brujas-Madrid”, en 1927 “El Arca de colores”. Todos con novelas cortas donde los preceptos moralistas, conservadores y sobre todo femeninos de la escritora mexicana de manifestó su talento.
Cuando la primera edición de Rosas de la Infancia que se había convertido en el libro de texto para las escuelas primarias se hubo agotado, en 1929, la Sociedad de Edición y librería Franco Americana S.A., Antigua Librería Bouret y el Libro Francés Unidos de México, decide hacer una nueva edición de libros tan significativos para la niñez, con autorización de la autora. Y nuevas generaciones de escolares mejoraron sus prácticas de la lectura con las lecciones escogidas por la mente sabia de María Enriqueta. Cabe aclarar que después hubo muchas reediciones de estos libros.
Nuevamente la Cía. Editora Espasa Calpe S.A. en su multicitada colección Contemporáneos publica en 1930 Enigma y Símbolo, en 1931 Del Tapiz de mi vida y en 1933 Fantasía y Realidad, conteniendo novelas cortas, donde la inteligente percepción de la autora hacia los sentimientos, hacen de sus relatos verdaderas obras literarias, porque el problema del escritor, no es saber que contar sino como lo va a contar. Pronto o tal vez nunca regresaría a México María Enriqueta aun no sabía lo que le deparaba el destino.
Cuando abrió los ojos, se dio cuenta que había pasado ya mucho tiempo desde que se estaba meciendo en el sillón. La sirvienta creyendo que estaba dormida, entró en la sala tratando de no hacer ruido en la duela, con los zapatos, llevaba una misiva que colocó en la mesita del centro y salió. Entonces la anciana tomó el sobre y leyó el remitente, la carta provenía de Coatepec, Veracruz, le hizo cambiar esos recuerdos editoriales del ayer.
Coatepec, Ver., a 13 de febrero de 1997