Reflexiones del 23
Reflexiones del 23
Martín Quitano Martínez
“Es peligroso tener razón cuando
el gobierno está equivocado.”
VOLTAIRE
2023 ha sido un año que marca
el punto de quiebre. Ha sido un momento de no retorno para la presidencia de
nuestro país y no me refiero al arranque electoral que tendrá lugar el próximo
año, en el que el actual ejecutivo federal dejará su encargo. Tampoco me
refiero a lo que supone la tradición política en cuanto a que el poder mengua
con la salida de la o el candidato, tradición que ha sido rota en el caso del
actual presidente, pues queda en evidencia que él sigue teniendo el poder y es
muy poco probable que suceda después, dados los niveles de subordinación mostrados
por la que será dentro de pronto su formal candidata.
Los puntos que a mi parecer han
marcado ese punto de inflexión que comento, es que en este año, más que en los
anteriores, el presidente López ha hecho claramente visibles sus visiones
políticas y su interior humano. Se podrá decir que desde hace tiempo eran
notorias, que nunca ha ocultado su personalidad autoritaria y fundamentalista.
A mi parecer, la diferencia consiste en que, durante estos 5 años como
presidente, ha ido acrecentando las dimensiones de su poderío y de sus desvaríos,
quedando exponencialmente mostrados. Podrían plantearse varios, pero solo acudo
a los tres que considero más significativos.
El primero es esa actitud de desconsideración
y lejanía; esa postura insolidaria que el presidente muestra día a día frente a
los sufrimientos de los afectados por los efectos de la inseguridad,
aparentemente con propósito de minimizar el tamaño del problema que tiene sin
resolver. Contrasta más cuando recordamos que se autoproclama el presidente “más
humanista”. En ese mismo carretón de sus desprecios quedan las oprobiosas deudas
que tiene en el tema de la salud, tan dolorosamente abandonada diariamente
desde hace 5 años; la violencia, la violencia bárbara que pone en jaque la vida
cotidiana nacional, en todas sus manifestaciones de ansiedad, muerte y extorsión,
de desapariciones y violaciones, de cancelar oportunidades y sueños. Desde la displicente
mirada del presidente, se trata de una falacia más construida para para
lastimar su proyecto, su imagen, su investidura, generando una paradójica tragedia
que, desde su visión ególatra, lo convierte en víctima. Desde ese desdén, es
suficiente levantarse temprano a escuchar en una mesa, cómo se deshace el país
entre sus manos, cómo lo supera la delincuencia y deja de ser el Jefe Supremo
de las Fuerzas Armadas.
El segundo punto mostrado este
2023 es el reforzamiento de su visión autocrática. Queda suficientemente claro
que el señor se asume poseedor de la verdad y único detentador del poder de
representar al pueblo, su pueblo que lo obedece como pastor. Las instituciones
y leyes construidas como pesos y contrapesos, como andamiajes democráticos en
una larga travesía de luchas entre la pluralidad política de millones de
mexicanos, deben ser destruidos o capturados, pues nada significan frente a su
visión que debe ser plenamente aceptada. Para él, el disentimiento es una
ofensa pública, aunque sean cuestionamientos fundados y argumentados propios de
cualquier espacio democrático, porque cuando se posee la verdad, los opositores
son traidores a la patria de sus sueños, una donde todos están felizmente de
acuerdo con él.
El tercer punto corresponde a la
sociedad. Se trata de las respuestas de movilización ciudadana, es esa toma de
posición de sectores sociales que han puesto pies en las calles, que asumen
protestas y reclaman la centralidad y soberbia de esa visión única mostrada
desde el atril presidencial, que ofende por la miseria democrática que refleja,
por la intolerancia, por el desprecio por su reduccionismo y lo peor por el
abandono de sus compromisos como gobernante. Desde finales del 2022 y durante este
2023, ha sido gratamente sorpresivo el proceso de organización no visto en los
primeros 3 años y medio de la presente administración, suficiente demostración
del enojo social ante un gobierno basado en la mentira, la polarización y la
destrucción de instituciones. Ojalá que nos alcance el ímpetu ciudadano,
convocando, trabajando para detener las ocurrencias y el uso discrecional,
opaco y clientelar de los recursos públicos, impidiendo la edificación de su
segundo piso de la continuidad.
El 2023 termina y el cierre de
año obliga a pensar que las cosas pueden ser mejores, que lo malo que haya
pasado siempre puede ser cambiado en el nuevo ciclo. Quiero quedarme con esas
ideas y poner todo mi esfuerzo en que se hagan realidad.
Salud y felices fiestas, nos
vemos el próximo año.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La tragedia de las
desapariciones no desaparece por decreto.
X: @mquim1962