RÉGIMEN DE CORRUPCIÓN
RÉGIMEN DE CORRUPCIÓN
de la Cuenta Pública 2023 a la Comisión de Vigilancia
de la Cámara de Diputados, en la cual detectó irregularidades que podrían
constituir un daño a la Hacienda pública por más de 51 mil millones de pesos.
Se trata de la
revisión del uso de los recursos federales en el quinto año de gobierno del
expresidente Andrés Manuel López Obrador y es la suma de las tres
cuentas públicas de 2023. Solo en la última, están “bailando” más de 48 mil
millones de pesos, de acuerdo con lo informado por el auditor superior, David
Colmenares Páramo.
Los principales boquetes fueron detectados en organismos
como Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), IMSS, Pemex y
Fonatur. Todos, directamente relacionados con algunos de los más graves saldos,
símbolos de su estrepitoso fracaso, dejados por el gobierno obradorista:
desabasto de medicamentos, carencia de insumos médicos, el pozo sin fondo de la
dependencia del petróleo y el derroche ecocida del fallido Tren Maya.
Por supuesto que el
hecho de que la Auditoría Superior de la Federación lo reporte no quiere decir
que vaya a suceder algo, que se vayan a presentar denuncias y mucho menos que
alguno de los responsables de esos criminales desfalcos –en especial, los
relacionados con el área de la salud y el medio ambiente- vaya a pisar la
cárcel o siquiera ser denunciado. Desde el sexenio pasado quedó claro que la corrupción
y la impunidad son el sello distintivo del régimen de la autoproclamada “cuarta
transformación”. Lo cual no hay visos de que vaya a cambiar en nada con la
continuidad de su “segundo piso”.
Este informe de la
ASF viene a reforzar lo difundido hace unos días por Transparencia
Internacional y Transparencia Mexicana en el Índice de Percepción de la
Corrupción (IPC) 2024, en el cual México se desplomó a su peor nivel en tres
décadas, ubicándose en la posición 140 de 180 países evaluados, con una calificación
de 26 puntos de 100 posibles.
A pesar de la
retórica sobre el fin de la corrupción que ondea el morenato como su principal
bandera, lo cierto es que ésta permea como la humedad en todas las áreas de los
tres niveles de gobierno, tanto o incluso más que en sexenios anteriores. Y
hasta de manera más descarada.
Baste ver otro de los
emblemas, en el más amplio de los sentidos, de lo que representa la “4t”: la
refinería Olmeca-Dos Bocas, de donde siguen brotando chorros, pero de
corrupción. Porque de combustible, ni una gota.
Este fin de semana,
Reforma documentó cómo Petróleos Mexicanos pagó en más del doble la
construcción de un gasoducto de suministro a Dos Bocas a la empresa
Construcciones y Reparaciones del Sur, propiedad de Juan Carlos Fong Cortés, empresario
beneficiado con contratos millonarios durante la gestión de la ex secretaria de
Energía, que no es otra que la actual gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle.
El barril sin fondo
de Dos Bocas está ineludiblemente asociado con la corrupción que provocó que su
costo haya aumentado ya casi al triple de su estimación original, y en donde
personajes como el citado Juan Carlos Fong Cortés y Arturo Quintanilla,
cercanísimos a Nahle y a su esposo y “asesor” José Luis Peña Peña, se vieron
beneficiados con contratos por miles de millones de pesos para consorcios
creados días antes de que las obras se licitaran. Negociazo, ¿no?
Y como lo que hace la
mano, hace la tras, a nivel de los gobiernos locales también se han “despachado”
los recursos públicos de manera descarada, a tal grado, que entre los mismos
integrantes del régimen se exhiben, como sucede en el Congreso de Veracruz,
donde el actual presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador
de la bancada de Morena, Esteban Bautista, ha dado a conocer evidentes desvíos,
como la compra de 50 tablets en
siete millones de pesos o la adquisición de despensas para trabajadores en
diez millones. Todo ello en la pasada Legislatura, en la que su antecesor, Juan
Javier Gómez Cazarín, se sirvió dinero público “con la cuchara grande”. Y que
ahora tiene abiertas y a su disposición las arcas de los programas
clientelares.
Para que existan
estos niveles de corrupción, es porque la impunidad es total. Así como el
descaro. Al ser cuestionada sobre el lugar de México en el Índice de Percepción
de la Corrupción, la presidenta Claudia Sheinbaum contestó, sobrada de
demagogia como acostumbra, que “el mejor factor para evaluarla es el pueblo”, y
que “afortunadamente la percepción de la gente es distinta”.
Como si comprar
conciencias con migajas no fuera, también, corrupción.
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