Regina ha vuelto por justicia
Regina ha vuelto por justicia
Por Aurelio Contreras Moreno
Más
de ocho años y medio después, el brutal asesinato de la periodista veracruzana
Regina Martínez ha vuelto a ocupar los titulares de los principales medios de
comunicación nacionales e internacionales al revelarse nuevos elementos que
demuestran que la investigación oficial del crimen fue una simulación.
En
un reportaje publicado este domingo por el colectivo Forbidden Stories -que
agrupa a 60 periodistas de 25 medios de comunicación de México, Estados Unidos
y Europa- a través de una iniciativa de investigación denominada “The Cartel
Project”, se plantean las circunstancias que rodearon el crimen de la
periodista Regina Martínez a partir de las líneas periodísticas que desarrollaba,
en particular la presunta vinculación con la delincuencia organizada del ex
gobernador de Veracruz Fidel Herrera Beltrán, misma que es abordada con
profusión de datos y nombres, aunque mencionando fuentes que no se identifican.
Sin
embargo y en relación directa con el asesinato de la corresponsal de Proceso en
Veracruz, se incluye el testimonio de una ex funcionaria federal que tuvo
contacto directo con las autoridades estatales que “investigaban” el homicidio:
la ex fiscal especializada en Delitos contra la Libertad de Expresión, Laura Angelina
Borbolla Moreno.
La
ex funcionaria -que ocupó el cargo de 2012 a 2015- es citada afirmando
categóricamente que “en toda mi carrera nunca había visto una escena del crimen
tan alterada” al referirse a la casa de Regina Martínez en donde, entre otras
irregularidades, “la policía local había aplicado una cantidad excesiva de
polvo revelador y deterioró las huellas digitales encontradas en los objetos de
la casa”.
Esto
habría sido hecho con total intencionalidad. “No fue un accidente. Revelar
huellas correctamente se aprende en primer año de criminología y este error no
ocurrió solamente una vez”, señala Laura Borbolla en el reportaje.
Urgido
por cerrar el caso cuanto antes, el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, a
través de la entonces Procuraduría de Justicia del Estado a cargo de Felipe
Amadeo Flores Espinosa, fabricó la versión del crimen pasional/robo como móvil
del crimen y achacó la responsabilidad en dos sujetos, unos malvivientes que
según la dependencia fueron invitados por la propia Regina Martínez a su casa,
lo cual, para cualquiera que conociera el régimen de vida de la periodista y su
permanente desconfianza, siempre fue totalmente absurdo.
De
los dos implicados, solo uno está en prisión: Jorge Antonio Hernández Silva,
alias “El Silva”, quien purga una condena de 38 años de cárcel que no llegará a
cumplir, pues es seropositivo y no recibe atención médica adecuada. Del otro,
José Adrián Hernández Domínguez, alias “El Jarocho” y a quien se identificó
como el asesino material, nunca se supo oficialmente nada acerca de su
paradero, aunque algunas versiones periodísticas de la época lo ubicaban como
cercano a los círculos de la Procuraduría veracruzana.
El
reportaje de Forbidden Stories establece que en el expediente del caso se
admite que nunca se encontraron huellas de “El Silva” en el lugar del crimen y
que lo único que lo vincula con éste es la supuesta versión de un “testigo” que
dijo verlo junto con “El Jarocho” en la colonia donde vivía Regina Martínez, el
barrio bravo de El Dique. Y Laura Borbolla asegura que nunca encontró al
supuesto testigo, que lo más seguro es que haya sido un invento más de la
Procuraduría de Flores Espinosa. Aunque refiere que en la casa de la periodista
se encontraron las huellas de otras dos personas que nunca fueron
identificadas.
Mientras
decía que investigaba, el gobierno duartista intentó con ahínco y con todo el
poder del Estado desacreditar la imagen de Regina, incluso filtrando entre sus
medios y columnistas “aliados” (cómplices, mejor dicho) la historia de su
supuesto lesbianismo y “vida disipada” -ambas mentiras descaradas-, hecho con
el que precisamente inicia la pieza periodística difundida este domingo y que
se atribuye a la propia coordinadora de Comunicación Social y vocera duartista,
Gina Domínguez Colío, señalada como la encargada de “colocar” la infamia entre
los periodistas que reporteaban los pormenores del asesinato.
La
publicación de este reportaje -junto con otro dedicado por entero a exponer
presuntas vinculaciones e incluso reuniones de Fidel Herrera Beltrán con
criminales europeos y narcotraficantes mexicanos mientras se desempeñó primero
como gobernador de Veracruz y luego como cónsul de México en Barcelona- ha
causado un gran revuelo que debiera llevar a la reapertura oficial del caso del
asesinato de Regina Martínez y a una investigación del crimen a partir del
trabajo periodístico que realizaba y de los intereses y personajes de la
política local que afectaba, y que no se limitaban exclusivamente a Fidel
Herrera.
¿Será
por eso la reacción -cobarde- de Javier Duarte, quien enterado de la inminente
publicación del reportaje -lo que revela que aún encarcelado mantiene redes que
le informan hasta de lo que no se ha difundido en los medios- salió el sábado a
gimotear en Twitter, deslindándose de responsabilidad en el asesinato de
Regina, la cual no se le achaca en ningún momento? Al parecer lo traicionó el
subconsciente. O lo que sabe que debe.
Regina
merece justicia. Y casi nueve años después ha vuelto para reclamarla. No la
podrán callar.