Ars ScribendiPLUMAS DE COATEPEC

REY DAVID

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REY DAVID

Rafael Rojas Colorado

 

El rey David es un poeta bíblico y considerado hijo de Yahvé, a través de la belleza del verso clamó el perdón, el arrepentimiento y el amor de dios. Intercedió por la enfermedad, la guerra, la paz y el dolor, agradeció las alegrías y bendiciones divinas. Su corazón exhaló salmos y poesías como el himno a Saúl y al príncipe Jonathán. La amada familia real que salió a la batalla y se encontró con la muerte en la cima del monte Gilboa. Los filisteos levantaron hacia el cielo su espada triunfadora, al fin vencían al enemigo. El corazón de guerrero se detiene un momento para pulsar el arpa, con la música y la palabra eleva un homenaje a la profundidad de los cielos. Solo un poeta como David poseía la capacidad de la inspiración hacia la amistad, el amor y la gratitud de la familia real. La música y el canto dulcemente conforman un poema que enternece a quienes los escuchan.

 

La punzada del dolor se hunde en el alma de David, experimenta la impotencia, llora con desesperación y mira el cielo en busca de una respuesta, ya nada se puede hacer frente a la muerte. Maldice la montaña, la condena a ser castigada por la aridez que nada deja nacer, implora al todo poderoso que aleje de ella el viento y la lluvia, que el rocío de la mañana esté ausente; no merece los ritos celestiales de la naturaleza, solo por ser escenario de la muerte del rey Saúl y de sus hijos. Pues eran reyes y príncipes de Israel, no merecían morir bajo la espada filistea sino cuando dios les recogiera la vida. Lágrimas y dolor fluyen de los ojos y pecho de David e interroga ¿Por qué, dios mío, permitiste el fin del rey y sus hijos? Si ellos “miraban más lejos que las águilas, su fuerza fue superior a la de los leones, más rápidos que las flechas enemigas”. No hay respuesta frente a este drama, la montaña esta desolada y convertida en cementerio.

 

A Saúl y a sus hijos, es decir, a la corte real se les escapó la vida en el monte Gilboa; los cuerpos están tendidos e inertes. Un viento débil y triste les acaricia la tez, un soplo fúnebre se mece por los montes comunicando la tragedia, las espadas ya no resuenan en la batalla, ya no tienen quien las pulse, también parecen inertes. Israel está de luto y a merced del enemigo.

 

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx