RIGO TOVAR 1946–2005
ARS SCRIBENDI
Rafael Rojas Colorado
Conforme avanzaba la década de los años setenta, los estribillos de ciertas canciones persuadían el alma de miles de fans, todos ellos se iban sumando a la figura de un personaje que, a través de sus temas musicales, parecía erguirse en un ídolo de aquellos que lo admirabamos.
En esa fuente de innumerables artistas que se encontraban en la cúspide del éxito, surge la figura de Rigo Tovar y su Costa Azul. Se trataba de un joven cantante que esgrimía un estilo personal en el difícil campo de la música. Con rapidez, sus temas se ganaron un lugar en el corazón del pueblo y muy pronto su nombre fue conocido a lo largo y ancho del territorio nacional.
Le cantaba a su pueblo, al amor, a la mujer y a todos los sentimientos que son capaces de estremecer el alma de aquellos que son sensibles frente a las circunstancias de la vida. Fue inspirador de un ritmo, de un estilo, de una manera diferente de visualizar la música y logró aflorar su típica personalidad, la cual parecía un imán atrayendo a sus seguidores. Los escenarios en los que se presentaba los investía de diversas emociones, de esa manera se proyectaba a sí mismo irradiando lo más hondo de su existir, o tal vez algún vacío existencial que buscaba desahogar en el ensueño del canto y la música.
Rigo Tovar, fue ese niño pobre que se transformó en artista y a través de los versos de sus canciones, le fue posible contar su propia historia, su realización personal y aquellas debilidades que le fortalecieron el espíritu para difundir su nombre en las alas del viento.
Desde que se retiró de los escenarios artísticos, no ha surgido otro cantante en su género con los atributos que él poseía. Sin duda alguna, la ausencia de su canto y música dejó un vacío en el corazón del alma popular, el cual solo es posible llenar con el tributo de la evocación de aquellos años en los que, con sus actuaciones artísticas, nos regaló momentos de felicidad, despertando en nuestro ser la alegría y el buen sentido hacia la vida. El éxito pareció tan solo ser un destello fugaz, la vida nuevamente lo regresó a ese entorno modesto que de niño le acompañó.
Los que ayer fueron jóvenes, hoy recuerdan con nostalgia esa época marcada por la música y el canto de un estilo propio, de una voz, de una forma de despertar ese talento que tenía todo el derecho de conocer la libertad. Solo así se consigue anidar las huellas en cada verso, en cada nota musical, en cada expresión del cuerpo para que no mueran en el olvido, sino que la evocación sea un presente imperturbable.
Al recuerdo de su memoria se le agradece su canto y el habernos regalado una época maravillosa, cuando la juventud aún nos sonreía.