Romper el pacto.
Romper el pacto.
Por Martín Quitano Martínez
«Me parece fundamentalmente deshonesto y
dañino para la integridad intelectual,
creer en algo solo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad». –Bertrand Russell
Mujeres
y hombres han exigido públicamente a AMLO Romper
el Pacto machista y la demanda dista mucho de tener color partidario o de
clase; y por más que él quiera darle esa orientación, es mucho más que una
consigna antigubernamental.
Romper el Pacto es
reclamarle su indiferencia, es contra la defensa y el solapamiento que hace del
individuo señalado como abusador, como violador. Es también recordarle y
exigirle que, al menos en el tema contra la violencia de género, se actúe en
consecuencia a sus ofrecimientos y a su supuesta visión progresista. Que
abandone los viejos vicios y comportamientos.
Parece
no entenderlo, pues con sus declaraciones, el presidente evade el tema, lo
oscurece, le busca otras salidas, abandonando una vez más la oportunidad de
hacer lo correcto para sí y para todos, principalmente para las mujeres. Cuando
desde lo más alto de la jerarquía gubernamental se protege y justifica al
individuo señalado no una, sino varias veces, dolorosamente el machismo se
redimensiona en nuestro país. Son cómplices de este ominoso evento,
funcionarias y legisladoras de su partido, que han preferido callar.
La
lealtad ciega es sin duda una marca negativa, un pesado lastre que por voluntad
cargan los que no alzan la voz, incapaces de asumir en libertad sus compromisos
y responsabilidades sociales. La triste imagen del silencio, de la mano de la
descalificación de las demandas feministas que abraza al abusador, es un
escenario trágico y desolador.
La
violencia de género se acomoda, apoltronada y a resguardo, entre los que se presentan
como la izquierda gobernante y sus seguidores, a salvo de la empatía que debiera
establecerse con las reivindicaciones populares de las mujeres. Frente a los
oprobiosos comportamientos machistas, se privilegian las lealtades de corriente
política, la cubertura de intereses individuales o de grupo, los compromisos de
campaña, los pactos oscuros.
Pero
no se puede disimular la insensibilidad, porque es mayúscula. En anteriores
ocasiones también hay registro de la falta de interés en el tema. Una suerte de
incomprensión hacia el dolor y la indignación provocada por la violencia
sistémica contra las mujeres. Una actitud muy lejana de los valores de la solidaridad,
de la lucha por la igualdad y el respeto de los derechos de género.
Del
gran movimiento por la reivindicación de justicia y respeto hecho presente de
forma trascendental hace casi un año, parecen no haber tomado nota los gobiernos.
Los actores políticos insisten en no acreditar con claridad y contundencia que
es necesario actuar y establecer las condiciones para enfrentar un flagelo que
cobra vidas, que produce tanto dolor.
La
candidatura de Salgado Macedonio en Guerrero es la cereza del pastel de la
arbitrariedad y la impunidad, es el magnífico ejemplo de la voracidad de un
comportamiento político contrario a la moral pública y la integridad. ¿De cuál
transformación nos pretenden convencer con éstos candidatos? ¿Qué otro delito
le hace falta cometer a Salgado Macedonio para que el presidente se decida a Romper el Pacto?
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
¿Por qué los gobiernos no entienden que el
cambio climático es una urgencia mundial de la humanidad?