ROMPER LOS CERCOS
ROMPER LOS CERCOS
Entre Columnas
Martín Quitano Martínez
La dictadura se presenta acorazada porque ha de
vencer.
La
democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.
Antonio Gala
¿Hasta dónde estará dispuesto
el presidente a prolongar el debate que promueve en nuestra vida política y pública
nacional, reduciendo nuestra realidad a buenos y malos, blancos y negros, a esa
dicotómica lectura de nuestras circunstancias, mediante la que se continúan
escondiendo las posibilidades de encontrar oportunidades para enfrentar nuestros
graves problemas?
Un imperativo de la democracia
es el diálogo entre diferentes, y esa vía está siendo cancelada de manera
deliberada. Nunca como ahora es claro que pensar en salidas ante las
dificultades que vivimos implica buscar y encontrar acuerdos básicos para
enfrentar lo que nos lastima a todos.
Insistir en cerrarle el paso a
pensar en parlamentos entre los distintos y que eso es una actitud claudicante
y con ello cancelar el atemperar nuestro polarizado ambiente es no reconocer
que las condiciones obligan a mostrar voluntades que hoy por hoy se esconden
bajo las alfombras de los denuestos y las intransigencias.
Todas las violencias de
inseguridad, económicas, de salud, ambientales
que nos aquejan y que siguen causando dolor a millones, que cancelan oportunidades
para mejorar y determinan emociones que enrarecen las posibilidades de
convivencia, han ido creciendo y haciéndose presentes día a día. Cierto que se
originan desde mucho antes de la actual administración, pero eso no es razón
suficiente para desentenderse de los problemas o pretender que con buenas voluntades
o discursos reivindicadores se van a erradicar.
Se requiere romper los cercos que
se imponen desde la lógica de poseer las verdades absolutas y la mayor estatura
moral para juzgar a todos. Sobreponerse al impulso de las vísceras o de las
emociones derivadas de los desencuentros. Privilegiar la razón del interés
público, el cumplimiento del marco jurídico vigente, el estado de derecho, es
lo que requerimos para reunir nuestros esfuerzos, ciudadanos y gobernantes, y juntos
enfrentar a los verdaderos enemigos, la pobreza, la desigualdad, la impunidad,
la corrupción y un largo etcétera.
Negar cualquier posibilidad de
encuentro es en sí mismo claudicar ante la sinrazón e implica suprimir la
existencia de los valores de encuentro que obliga una democracia, que debe ser
razón de convivencia y de oportunidad de salida.
Reconocerse en democracia obliga
a asumir el reto de entender que el debate político no implica el exterminio de
los distintos, sino establecer pisos mínimos de encuentro para enfrentar juntos
los flagelos que sufrimos como sociedad. Ese es el inicio del camino hacia la
salida. Intentarlo, por lo menos, daría precedentes para mirar, con atisbos de
optimismo, que las clases políticas tengan la voluntad de ponerse a la altura
de las circunstancias y que, pese a lo difícil de la situación, podamos avanzar.
Seguir caminando al borde del
abismo no nos hace heroicos, y señalar permanentemente culpables tampoco nos
acerca a ninguna solución. Gobernar para todos en democracia es buscar y sumar
consensos y voluntades, algo que no es una práctica común de esta
administración, sino que, por el contrario, continuamente se exacerban las
diferencias.
Por ello es que insisto en que
puede haber mejores senderos, es necesario buscarlos con genuina voluntad y
humildad, desechando las soberbias de los extremos. Sin ignorar las reglas, sin
desconocer a los otros. Continuar como hasta ahora es un mal pronóstico, en el
que se profundizarán las condiciones adversas y los momentos donde todos seremos
perdedores.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Según el INEGI, 7 de cada 10
mexicanos prefieren pagar y atenderse en la medicina privada, el 30% de ellos lo
hacen en consultorios adyacentes a farmacias (CAF), aunque buena parte son
derechohabientes de IMSS o ISSSTE. Algo muy grave sigue pasando en la salud
pública.
twitter: @mquim1962