RUNNING
Por Rafael Rojas Colorado
Para Jesús Enrique Rivera Ávila
Hoy que nos estamos quedando en casa los recuerdos afloran como si los convocáramos a estar presentes, las imágenes van desfilando por la mente, todas ellas desnudan sus huellas indelebles en el transcurrir del tiempo, la esencia de las conductas con las que fueron impresas en su momento, de esta manera hacen posible visualizarse en aquellos escenarios de la vida que ya no volverán, pero que nos enternecen al recordarlos. En ese brumoso laberinto del pasado descubro a Jesús Enrique Rivera Ávila, me ejercitaba en la cima del cerro de las culebras, entrenaba con buen ritmo de carrera, de pronto vi a mi lado a Chucho, muy joven todavía, en los primeros albores de la adolescencia, aferrado trató de emparejarse a mi paso, noté su respiración muy agitada, entonces le susurré, no te forces. Así comenzó una amistad deportiva que cultivamos en cada entrenamiento. En adelante nos esperaban infinidad de recorridos por las montañas, caminos e instalaciones deportivas de nuestro pueblo mágico en esa década de los años ochenta.
Jesús Enrique vivía en el barrio de Guillermo Prieto, paralélela a la calle quinta de Zamora que es donde tengo mi domicilio, pronto le empecé a estimar y a sentir cierta admiración hacia su conducta cotidiana, su progenitor, el señor Moisés Rivera Guzmán y la señora Victoria Ávila, de ellos heredó los valores que esculpen el carácter y la moral de un buen hombre. Cuando corríamos a campo traviesa gustaba contar historias de su vida infantil, desde pequeño, observando la dedicación y el amor al trabajo que su padre sentía por su oficio de betunero, le dio por comenzar a lustrar zapatos, al principio no lo hacía bien, es natural, pero poco a poco le tomó cariño a esa actividad con la que la familia se ganaba el sustento. Jesús se sentía orgulloso de ganarse unos pesos lustrando zapatos, le servía para satisfacer ciertas necesidades propias de su edad, así aprendió a ser útil a la sociedad y soñar con un objetivo, esta idea lo obligó a elaborar un proyecto de vida.
Recuerdo aquellos años en los que entrenábamos, se inscribió en el propedéutico, pues soñaba convertirse en profesionista, yo también lo hice en ese nivel, solo que en sistema abierto. Los años pasaban y seguíamos haciendo recorridos a campo traviesa por los alrededores de Coatepec. Un mal día trunqué mis estudios y el finalizó con éxito su carrera profesional, ese sueño estaba consumado, esa fue la primera carrera que me ganó. Nuevos horizontes se abrían a sus pies en el campo de trabajo, además, el de incursionar en la política, aun así, cuando el tiempo se lo permitía se le veía sonriente lustrando zapatos en el parque, pues esa actividad es orgullo de la familia. Los años le van templando el espíritu, la experiencia la sabiduría y el deseo de ser mejor persona anida en su corazón.
Jesús Enrique Rivera Ávila, es aquel niño de barrio que jugó en la calle con sus amigos de esa irrepetible infancia, plena de felicidad, es el chamaco que aprendió, con mucho orgullo, a lustrar zapatos, es el joven deportista que soñó con ser profesionista y sus estudios los combinó con el atletismo y el trabajo. Gracias al ejemplo de sus padres su paso lo encamina por la senda del bien, ahora se convirtió en padre de familia y tiene una responsabilidad que cumplir, así lo exige la vida.
Una tarde azulada bajábamos a paso veloz de la colonia cinco palos, charlábamos amenamente, espontaneo me dijo que se iba a convertir en político, los dos reímos de buena gana y aumentamos el paso para llegar al pueblo lo más rápido posible, más la vida no olvidó esos deseos y le concedió el honor de ser el primer regidor del H ayuntamiento que preside el licenciado Enrique Fernández Peredo.
Jesús puede escalar los más altos niveles de la política o de cualquier campo gracias a su capacidad realizadora, pero en cualquier momento que la situación lo reclame, estará dispuesto y orgulloso de volver a lustrar zapatos en el parque Hidalgo, pues ese oficio es su identidad, además, la sencillez y el amor al trabajo es la única clase social a la que pertenece el hombre sensato. No te forces. Lo correcto es esfuerces, pero en aquel ayer le dije de esa manera y así le sigo expresando, aunque a veces prefiero el epíteto Running.
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