…¡Salud!
Ramón Durón Ruiz
Para el Filósofo de Güémez, la función sustantiva de la cultura, es preservar las habilidades naturales, los espontáneos e innatos haberes y saberes del pueblo, que cultivan el carácter, que enriquecen los valores, que ordenan y orientan la vida de manera sencilla, hacia la felicidad y el bien común.
La cultura popular es un género, tan amplio como la vida, en el que se entreveran y enriquecen la historia, la ficción, la fantasía, el genio, el ingenio, la picardía, el buen sentido del humor, el amor a la vida, el enriquecimiento de la tradición oral, haciendo más pasadera y gozable la cruda realidad.
Mi mérito, –si es que hay algún mérito– es trabajar, desde hace 30 años, con el personaje del Filósofo, en su entorno campirano, estudiando e historiando la inagotable policromía rural; dándole forma –al fondo– a través de reflexiones, diálogos, frases o “anésotas”, haciendo juegos malabares con la obviedad y el sentido de vida que el humor provee, adornándola con la rica algarabía e imaginería popular.
Por ejemplo, en Güémez al lugar donde se expende el “elixir de la vida” y las “bebidas espirituosas” no le llamamos “cantina”, le llamamos “Centros de saber”.
Porque “no es un lugar de borrachos, ni un sitio donde prolifera el vicio”; para nosotros una cantina, es un espacio de relaciones públicas, “de interrelación humana”, donde se conjuga el buen beber, con lo más íntimo de vivir, un lugar en donde las ilusiones de cada hombre cobran vida, donde las esperanzas se hacen presentes, cuando en el parroquiano se agolpan los problemas personales.
Todos los “Centros del saber” son un inagotable fuente de ingenio, en el que nuestra cultura popular se expresa de mil maneras, una de ellas, los grafitis, mi viejo amigo Ramón Tijerina, que durante más de 30 años atendió el “Centro del saber” llamado “El Guayín” famoso por su excelente servicio, me refiere los siguientes:
Aquí se sirve tumbando y herrando; es decir no se haga ‘endejo… pague cuando le sirvan.
Aquí no se atienden funcionarios gorrones, roban en todos lados, vienen aquí y quieren ‘ingar a otros ‘abrones.
Si el agua destruye caminos, ¿Qué no hará con tus intestinos?… no tomes agua, ¡Toma Vino!
Si es de mala tomada…. ¡No venga a ‘ingar aquí!
Si eres miembro del cheque perforado, contigo tendré mucho cuidado,
Se lo roban a su vieja… ¡Y luego sale uno todo caga’o!
Aquí no damos botana, servimos de comer… ¡Pida rápido de beber!
No le dé pena pedir “fia’o”… ¡que con gusto se lo negaremos!
Crédito sólo a clientes de 90 años… ¡que vengan acompañados por su abuelito!
“El Guayín” avisa: Aquí no queremos gorrones, borrachos fastidiosos, políticos fracasados, líderes corruptos, “come cuando hay”, broncudos, empistolados, quinieleros; riferos, falsos aboga’os, yerberos, brujos, uniformados, ladillas y todo el que venga a ‘ingar.
El ingenio va más allá de los grafitis, llega también en la Oración a la Cerveza:
“Santa cerveza que ta’s en el hielo,
tan refrescante suena tu nombre,
venga mi vaso a tu cuerpo,
hazme sentir el sabor del encuentro.
hágase tu presencia así en la mesa,
como en el suelo,
danos hoy nuestro trago de cada día,
perdona al cantinero, como nosotros perdonamos al mesero,
no nos dejes caer en la municipal
y líbranos de la cirrosis y la cruda…
¡SALUD!”
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