SALUD MENTAL DEL ADOLESCENTE (2)
SALUD MENTAL DEL ADOLESCENTE (2)
Salvador Farfán Infante
Trastornos del
comportamiento
Los trastornos del
comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los adolescentes
jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH), caracterizado por la dificultad para
prestar atención, un exceso de actividad y comportamientos en los que no se
tienen en cuenta las consecuencias, lo padece el 3,1% de los adolescentes de 10
a 14 años y el 2,4% de los de 15 a 19 años (1). El trastorno disocial (con
síntomas de comportamiento destructivo o desafiante) se produce en el 3,6% de
los adolescentes de 10‑14 años y en el 2,4% de los de 15-19 años (1). Los
trastornos del comportamiento pueden afectar a la educación de los adolescentes
y el trastorno disocial puede dar lugar a comportamientos delictivos.
Trastornos de la
conducta alimentaria
Los trastornos de la
conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, suelen
aparecer durante la adolescencia y la juventud. Este tipo de trastornos se
presentan con comportamientos alimentarios anormales y preocupación por la
comida y, en la mayoría de los casos, por el peso y la figura corporales. La
anorexia nerviosa puede producir la muerte prematura, a menudo debido a
complicaciones médicas o al suicidio, y tiene asociada una mortalidad superior
a la de cualquier otro trastorno mental.
Psicosis
Los trastornos con
síntomas de psicosis suelen aparecen a finales de la adolescencia o a
principios de la edad adulta. Algunos síntomas de la psicosis son alucinaciones
o delirios. Esas experiencias pueden afectar gravemente a la capacidad del
adolescente para participar en la vida diaria y la educación, y en muchos casos
llevan a situaciones de estigmatización o a violaciones de los derechos
humanos.
Suicidio y autolesiones
El suicidio es la
cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19 años) (2). Los
factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos tratos
en la infancia, estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que
impiden recibir atención y el disponer de medios para suicidarse. Los medios
digitales, como cualquier otro medio, pueden desempeñar un papel importante en
la mejora o el empeoramiento de las medidas de prevención del suicidio.
Conductas de riesgo
Muchos comportamientos
de riesgo para la salud, como el consumo de sustancias o las prácticas sexuales
de riesgo, comienzan durante la adolescencia. Los comportamientos de riesgo pueden
responder a una estrategia inútil para hacer frente a dificultades emocionales
y pueden tener efectos muy negativos en el bienestar mental y físico del
adolescente.
En todo el mundo, la
prevalencia de los episodios de ingesta masiva de bebidas alcohólicas entre los
adolescentes de 15 a 19 años fue del 13,6% en 2016; el riesgo más elevado
correspondió a los hombres (3).
El consumo de tabaco y
de cannabis son problemas adicionales. Muchos fumadores adultos consumen su
primer cigarrillo antes de los 18 años. El cannabis es la droga que más
utilizan los adolescentes: en 2018, alrededor de un 4,7% de las personas de 15
a 16 años la consumieron al menos una vez (4).
La comisión de actos
violentos es una conducta de riesgo que puede aumentar las probabilidades de
que la persona tenga un bajo rendimiento educativo, sufra lesiones, participe
en delitos o muera. La violencia interpersonal fue clasificada en 2019 como una
de las causas principales de muerte entre los adolescentes de mayor edad (5).
Promoción y prevención
Las intervenciones de
promoción de la salud mental de los adolescentes van orientadas a fortalecer su
capacidad para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los
comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia para gestionar situaciones
difíciles o adversas, y promover entornos y redes sociales favorables.
Esos programas
requieren un planteamiento que abarque múltiples niveles y varias plataformas
de difusión —por ejemplo, medios digitales, entornos de atención médica o
social, escuelas o la comunidad—, así como diversas estrategias para llegar a
los adolescentes, en especial a los más vulnerables.
Detección y tratamiento
tempranos
Es crucial abordar las
necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud mental. En el
caso de la salud mental de los adolescentes es clave evitar la
institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar las soluciones no
farmacológicas y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención
de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de
derechos humanos.
Respuesta de la OMS
La OMS trabaja para
desarrollar estrategias, programas y herramientas dirigidos a ayudar a los
gobiernos a dar respuesta a las necesidades de salud de los adolescentes.
Por ejemplo, la
Iniciativa para Ayudar a los Adolescentes a Prosperar (HAT, por sus siglas en
inglés) es una medida que llevan a cabo conjuntamente la OMS y el UNICEF para
fortalecer las políticas y programas para la salud mental de los adolescentes.
Más concretamente, las medidas que se llevan a cabo en el marco de la
Iniciativa son para promover la salud mental y para prevenir trastornos de esa
índole. También están destinadas a ayudar en la prevención de autolesiones y
otros comportamientos de riesgo, como el uso nocivo de alcohol y el consumo de
drogas, que afectan negativamente a la salud mental y física de los jóvenes.
La OMS también ha
elaborado un módulo sobre trastornos mentales y del comportamiento en niños y
adolescentes como parte de la guía de intervención del mhGAP 2.0. En ella
figuran protocolos clínicos basados en pruebas para evaluar y tratar diversos
trastornos mentales en entornos de atención no especializada.
Además, la OMS está
desarrollando y probando intervenciones psicológicas evolutivas para tratar
trastornos emocionales en adolescentes, y orientaciones sobre servicios de
salud mental para ese grupo de edad.
La Oficina Regional de
la OMS para el Mediterráneo Oriental ha elaborado un módulo de formación en
salud mental para educadores con miras a que se comprenda mejor la importancia
de la salud mental en el entorno escolar y a modo de guía para la aplicación de
estrategias con las que promover, proteger y recuperar la salud mental en los
estudiantes. En él figuran manuales y materiales de formación para ayudar a
aumentar el número de escuelas en las que se promueve la salud mental.
Fuente: Organización
Mundial de la Salud