SE ACABÓ LA FIESTA
SE ACABÓ LA FIESTA
Uriel Flores Aguayo
Junto a la elección presidencial Veracruz
elige gobernador. En términos generales ambas elecciones correrán la misma
suerte: si la presidencial sube, jala a la local; si baja, la hunde. Así ha
pasado siempre y así ocurrió en el 2018. El ascenso meteórico de AMLO remolcó a
su candidato local. La mayoría del grupo llegado al poder ni supo porqué. Entre
bromas y confusión siguen creyendo que ese resultado se debe a ellos, porque
repartían periodiquitos. Tuvieron un golpe de suerte. Sin formación política, sin
capacidad técnica y sin convicciones democráticas han hecho de su gobierno una
fiesta y se han dedicado a ahogarse en las mieles del poder. Son un gobierno
familiar y de amigos. El nepotismo es su rasgo principal. Diluyeron a morena,
volviéndolo un membrete; es el gobierno disfrazado de partido. Reciclaron el
clientelismo y el corporativismo. Resultaron más de lo mismo, o peores. No hay
indicios de un gobierno sobrio, profesional, humanista y con algún barniz
ideológico. Únicamente repiten el discurso presidencial, lleno de demagogia.
Han cometido tantos excesos que deberían preocuparse de su futuro en términos
de justicia. Los despropósitos están en ocupar cargos con ínfimos perfiles, en
tomar el presupuesto como algo privado, en ostentar riquezas sin justificación,
en esclavizar a los empleados públicos y hacer del gobierno una caricatura. No
es descabellado pensar que pueden perder la gubernatura. El antídoto a su
política mafiosa es el voto secreto. Con elecciones libres van a tener
problemas. Tal vez no lo sepan, pero están en serios problemas políticos y
morales. No resultaron mejores. Son tan comunes como cualquier viejo cacique
político. Su retórica hueca derivó en mitomanía. Cada vez les cuesta más
convencer con mentiras y simulación. La realidad es la realidad y los hechos
son los hechos. Aun ahora la frivolidad domina las apariciones del gobernante.
Mil problemas azotan a Veracruz mientras esta casta política se divierte. El
estado estancado y a la deriva mientras sus gobernantes se frotan las manos
pensando en eternizarse en el poder, visto como juego y negocio. Los casos más
patéticos se ven en sus diputados locales y federales, absolutamente inútiles,
que pretenden reelegirse. Esos falsos representantes populares son la muestra más
transparente de la farsa morenista: omisos, ajenos a la gente y prestos a
levantar el dedo para aprobar cuanta medida se le ocurra a AMLO. Su
autoritarismo feroz, los programas sociales y el nombre de AMLO no les van a
alcanzar para evitar su derrota. Algunos saben, pocos, que se les viene una
avalancha de votos; por eso ya están abandonando el barco o buscando fuero. Han
abusado del poder y agraviado a mucha gente. Su política ha sido de corte
mafiosa. Cuando hay dignidad y valentía no existe forma de imponer sus
condiciones como ellos lo quieren seguir haciendo. Se van a llevar una brutal
sorpresa. Su falta de luces, su ínfimo perfil y las desbordadas ambiciones que
han exhibido los hace tan vulnerables como peligrosos. Lo primero, por su
incompetencia; porque no vivieron experiencia de retos, para ellos todo fue
fácil; lo segundo, porque van a vivir un caos que los hará dar coletazos
violentos y aplicar la máxima de “sálvese el que pueda”. Para bien de Veracruz,
su buena imagen, su historia, su decoro, su desarrollo, su buen nombre, su
dignidad y alegría, hay que ayudarlos a que se vayan.
Recadito: les deseo una feliz navidad…