Editorial

Ser mujer *

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Es entender mi propia historia y también la historia de la humanidad. Desde esa perspectiva podemos luchar por construir una sociedad justa, por ello es importante reflexionar sin enfoques discriminatorios y reforzar desde la mirada de un nuevo paradigma rumbo a la libertad.

Porque ellas son mayoría en el planeta. Fuente de inspiración a más de la mitad de las palabras. Además, ellas cuentan con saberes milenarios ocultos y una sensibilidad mayúscula al ser núcleo de las familias, al mismo tiempo son pilares de instituciones, que sin ellas simplemente, no funcionarían.

Recluidas a tareas propias de la “división sexual del trabajo”, asumieron su rol y el mundo caminó lento. Durante siglos fueron sujetas de tutela, el entrecruzamiento de poderes religiosos, sociales y políticos maniobraron conductas socialmente aceptadas. Negando espacios cancelaron placeres, en nombre de Dios, obstruyendo las puertas de la ciencia limitaron el desarrollo humano de media humanidad.

El tiempo rodó lentamente y la injusticia dominó. Sometimiento mudo, roles asumidos por las normas sociales. Actos, costumbres y hábitos se confabularon para reproducir relaciones de poder empapadas de actos y actitudes discriminatorias. Lo bueno y lo malo se determina en los espacios que pisaba, “hija de familia”, “mujer de hogar”, o “mujer de la calle”, encrucijada del pecado. Encadenadas al peso social arrastraron injusticias, vejaciones. Esas historias de vida no deben repetirse. Nos hicieron creer que era el deber ser.

Recluidas en cocinas y hospitales, hijas, esposas, madres caminaron en la frontera de los límites, algunas transitaron invisibles en la academia, las letras, justo donde lo diverso no está permitido. Su inspiración sirvió para conocer la fuerza de su género imponiéndose a cada paso, conquistando áreas rompieron paradigmas, en la ciencia, deporte, incluso la política, compiten en el aparato productivo con éxito. Trabajan, construyen, sin tener un reconocimiento social, económico y jurídico que garantice sus aportaciones.

Algunas mujeres conocen su propio cuerpo, asumen su sexualidad, algunas aceptan lo diverso. Todas aman, crían, ayudan a su manera. Acceden a nuevos caminos para ellas, algunas teñidas de viejos estigmas sociales, otras presas de acosos cotidianos, en la escuela, en la calle y trabajo. Por desgracia, el camino es largo para estructurar instituciones que garanticen nuestra libertad y construyan conductas respetuosas hacia una vida libre sin violencia.

Estas son algunas líneas de lo que para mí significa ser mujer. El misterio más grande. Sin ellas es imposible entender la vida y su significado. Su ausencia es caminar sin brújula, no sumarse a la lucha por sus derechos es ser cómplice de las injusticias cometidas en nombre de la moral de ideologías modernas.

marzo 2018

 

  • Escrito para el tendedero literario de Casa de Cultura Coatepec

 

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