¿SERÉ FUTBOLISTA PROFESIONAL?
HISTORIAS QUE INSPIRAN
¿SERÉ FUTBOLISTA PROFESIONAL?
Por
Héctor Larios Proa
Era la pregunta que siempre
hacia a la ouija, en la oscuridad de la noche junto a sus hermanos alumbrados
por la luz de una vela. Misteriosamente la Oujia, pasatiempo donde los niños
juegan a comunicarse con seres del más allá, se movía hacia el SI, nos cuenta Javier Regalado Menchaca, entre risas
recordando pasajes de su niñez, momentos felices que nunca se olvidan. Jugar
con mis hermanos era algo especial ese juego era todo un ritual, iniciábamos
pidiendo permiso. Invariablemente yo empezaba por ser el más grande, siempre
preguntaba lo mismo, obteniendo las mismas respuestas. Eso se fijó en mi mente
y me la creí. Nos platica “Javicho”, para los amigos, quien abre el álbum de
fotos, recuerdos y su corazón.
Héctor Larios (E): ¿Qué más le
preguntabas a la ouija?
Javier Regalado (J): ¿Lupita,
será mi novia?, la respuesta era, no.
Ríe, el “Pru”, como le conocen
algunos amigos. Javier, originario de Cuautla, Morelos, llegó a la capital
porque a su padre, Raúl Regalado Cruz, le dieron trabajo en el primer Sanborns,
de los “Azulejos”, después de algún tiempo se instalaron en el popular barrio
de la Soledad en Neza.
Su primer contacto con un
balón fue cuando vio jugar a su padre, su madre doña Rosalía Menchaca, dama
siempre atenta y cariñosa, sus hermanos Verónica, Virginia, Cristina (†),
Bertha, Raúl, Carlos, Miguel Ángel, José Luis, y Juan Miguel, integraba la
familia.
Javier Regalado Mechaca, desde
niño aprendió a trabajar ganarse sus pesos para comprar sus golosinas y llevar
centavos a casa acarreando agua, boleando zapatos en la Alameda, también de
mandadero para los vecinos, haciendo papalotes para vender en la colonia cuando
las calles se adornaban en septiembre y los niños jugábamos volando cometas.
Con mis hermanas hacíamos donas y salíamos a venderlas, también rentábamos
revistas y comics como Memín, Kalimán, Leyendas de México entre otras, porque
queríamos tener dinero para comprar un trompo o un Twinky Wonder.
Jugar en la calle “coladeritas”
era lo mejor, no importaba el polvo de las calles de tierra, en la colonia no
había luz, agua, drenaje, pero siempre con los vecinos nos organizábamos para
la cáscara, nos cuenta el “Pru”.
(E): ¿Tu primer equipo?
(J): En un torneo para niños
de 8 a 10 años, no entrenábamos, éramos completamente llaneros, pero eso sí
aguerridos.
(E): ¿Por qué de portero?
(J): Siempre fui el más
malito, había chavos que jugaban bien, habilidosos y me dijeron: tú de portero.
Yo lo que quería era jugar. A la siguiente categoría 10-12 años a mis
compañeros después de jugar se iban a tomar la cerveza o al baile. Yo a dormir,
a descansar no quería eso, sabía las carencias de la colonia, con otro amigo
llegué a pensar en ser médico. Yo quería
ser mejor.
(E): ¿Cuáles fueron tus
primeros zapatos de futbol?
(J): Mi papá me llevó a Tepito
y en uno de tantos puestos ambulantes me dijo: escoge los que te gusten, los
seleccioné cuidadosamente, me los probé y toda la cosa, le dije: ¡Papá, estos!
También me compró un balón de cuero. ¡Yo era feliz!
Claro eran zapatos usados y
los cuidaba como un tesoro.
La ilusión creció y Javier
también, se hizo adolescente. Por su inquietud, travesuras y bromas lo
suspendieron en 6° de primaria, le retuvieron el certificado, no alcanzó ficha
para una secundaria cerca de la colonia. Lo inscribieron en una secundaria al
otro lado de la ciudad, por los Dínamos, no había metro tenía que tomar un chimeco y otro camión, el verde de a 30
centavos o los amarillos chatos de 50 centavos. Por arte de magia Javier se
convirtió en un alumno aplicado, serio y responsable.
Hasta que una tarde en julio
de 1968 secuestraron el camión donde iba, le quitaron sus libros, cuadernos y
hasta el uniforme, camisola, corbata, cinturón y cuartelera color caqui,
clásico de la secundaria pública de aquellos tiempos.
Era el movimiento estudiantil
del 68. Los llevaron al zócalo y como pudo se escapó entre la multitud, caminó
desde las 8 de la noche hasta llegar a las 4 de la madrugada a casa, sus padres
preocupados lo cambiaron de escuela, por los rumbos de los Reyes la Paz.
Por obra de magia, mejoró sus
calificaciones. Ahora estudiaba porque quería entrar a la Prepa 1 en San
Idelfonso. Lección aprendida. Ya en otra secundaria un maestro insistía en que
jugara basquetbol.
Llegó a la Prepa 1 como
deseaba y también llegó la luz a su colonia para alumbrar su camino. Nuevas
puertas se abrían a su paso, descubrió nuevas rutas, libros, muchachas y maestros,
mientras jugaba futbol en uno de los tres patios de la Prepa de san Idelfonso,
sorteaba el acecho de los “porros”, que vendían cerveza, cigarros, mariguana. Vio
tocar a los grupos de la época como Los Dugs, Dug´s, al Tri de Alex Lora.
“Javicho”, como también le
llamaban cariñosamente sus cuates del futbol, acudió a la convocatoria para la
selección de la Prepa 1 en el campo 2 de CU, el entrenador era Ángel Papadópulos, jugamos un torneo interprepas
entre la 1 y 2 en los campos del América en calzada de Tlalpan 3 mil.
Ahí me entero de una visoría
para porteros. Mi papá me acompañó, a pesar de que ya no trabaja en Sanborns
desembolsó 150 pesos que cobraron, éramos cerca de 30 arqueros dirigía la
practica el legendario peruano, Walter
Ormeño. El portero titular Jorge Iniestra, se había fracturado una muñeca,
al término de la prueba escogieron solo a diez Le reclamó a Ormeño. ¡Estás muy
verde!, fue su respuesta que lo dejo doblado, “estaba inconsolable”, cuenta
Javier Regalado.
Semanas después Atlante
contrato a Papadópulus, fue a verlo me fui en tranvía, al siguiente día,
miércoles, al CECAP, para su sorpresa había una larga fila de jóvenes más de 5
mil calcula nuestro personaje, no sabía de qué se trataba. Platicó con su entrenador
ahora en el Atlante, para pedirle chance. Espérate, fue la respuesta que
recibió, vengo llegando déjame ver cómo están las cosas. Regresa después.
(J): Salí como llegué, sin
nada. A mi regreso encontré formado a mi cuate de la prepa, “el Yorch”, me
preguntó: vienes a la prueba. ¿Cuál?, respondí. Es la selección amateur.
Acompáñame y te invito una
torta. Va, te acompañó, traía un hambre había salido muy temprano para la
escuela y ya era las 4 de la tarde. Al llegar a la puerta del Centro de
Capacitación, estaba Julio Larios, fue mi turno:
-Nombre: Javier Regalado
Menchaca
-Edad: 18 años
-Posición: Portero
–Larios, voltea observa mi talla y rápidamente pregunta, ¿traes
cosas?
-No, vente el viernes a las 4,
con cosas de juego.
Llegó el viernes, con mi
uniforme de portero y mis zapatos de Tepito, eso si bien voleados, ahí encontré
a José Luis Caballero con su melena, a Víctor Rangel. Entramos al campo parecía
una alfombra verde, 20 minutos fueron suficientes. Larios, dirigió el entrenamiento,
no estaba Diego Mercado. Estábamos en el vestidor al término del entrenamiento
iban a dar la lista, el ambiente era tenso, se percibían las dudas de muchos de
nosotros. En nuestras mentes nos preguntábamos, ¿me quedaré? Al tiempo que escuchábamos una voz, era José
Luis Mendoza, que ponía el desorden: decía entre risas: “¿están tristes por qué
ya se van?”, ahorita van a ver, repetía entre burlón y retador.
Larios, entró, en el oscuro
vestidor e inicio a nombrar a los elegidos. El primer día me aceptaron.
(E): ¿Quién te puso “Pru”?
(J): José Luis Mendoza, un día
dijo: Prudencio. Te pareces a él, en referencia a Prudencio Cortés, apodado “pajarito
Cortés”, portero del América. Eres igual de malo. Y se me quedó.
Llegué a la selección para concentrarme
en el CDOM en el año 1973, rumbo al torneo juvenil de Concacaf a celebrarse en
Nicaragua, pero un temblor impidió se celebrarlo ahí.
(E): ¿Cómo era un día de
concentración?
(J): Corríamos a las 6 de la
mañana en el CDOM, desayuno al terminar el entrenamiento, nos preparábamos para
ir a la segunda practica al mediodía en el CECAP, regreso a comer los que iban
a la escuela lo hacían por la tarde. Muchos no pudieron con la disciplina. Yo,
sí. Era lo que quería, incluso pasé la prepa como pude, en matemáticas me fui a
extraordinario, mi padre deseaba que fuera profesionista.
(E): Tu primer viaje al
extranjero.
(J): Fue a California, jugamos
en Los Ángeles, Anaheim, San Francisco, imagínate con el uniforme nacional, la
emblemática playera verde marca RIGG,
zapatos Larimex, tipo bota, que el
viejo Larios le hizo especial para Carlos
Reinoso y “Pata Bendita”. La lista de preseleccionados salió en los
periódicos Esto y Ovaciones, figuraban Jiménez el primer
portero de esa selección, Eduardo Bautista, Torres Salinas, Gabriel Márquez,
Ángel Salazar, Felipe Becerra, José Luis Caballero, Víctor Rangel, Pedro
Peñaloza, Oscar Padilla, Daniel Báez, entre otros.
(E): ¿Cómo definirías tu
proceso olímpico?
(J): Muy competido, todos los
días tenías que esforzarte, así al equipo fueron llegando más y más jugadores y
claro, iban saliendo otros, Viveros, Navarrete, Willy Hernández, Gallegos y
varios más fueron nutriendo al grupo y haciéndolo muy competitivo, no podidas
bajar la guardia.
Participé en torneo Juvenil de Concacaf en Puebla,
otro en Canadá, en los Juegos Afrolatinoamericanos, Centroamericanos en Santo Domingo en
1973, Panamericanos en 1975, Torneos de Cannes, Toulon, giras por EUA y
Europa, más de un centenar de partidos internacionales.
Los momentos de escuchar la
lista de convocados, las giras, las competencias y convivencia son recuerdos
inolvidables. Chuscos en algunas ocasiones, imagínate mi compañero de cuarto
varias veces fue Viveros a quien le
gustaban música de Cornelio Reina, la banda y a mí el rock en inglés.
(E): ¿Cómo jugaba la Selección
Amateur?
(J): La primera gira a Europa no tuvimos buenos
resultados, pero jugamos muy bien, teníamos un estilo de juego vertical, mucha
movilidad y una condición física envidiable, nadie nos ganaba a correr. Y por
si fuera poco contábamos con un delantero temible, Víctor Rangel, “tenía unos de aquellos”, mis respetos, sus goles
nos dieron triunfos importantes y José
Luis Caballero, un jugador con clase en la conducción del equipo. Me
refiero a los juegos en Europa, porque nos enfrentamos con buenas selecciones
que tenían en sus filas al italiano Rossi,
al búlgaro Hristo
Stoichkov, a los franceses Michel Platinni, Tigana, Fernández; los argentinos Pasarella, Gallego, Ardiles, entre otros.
(E): Algún partido que
recuerdes.
(J): Cuando le ganamos a la selección mayor de Jamaica en su casa,
el público se enardeció aventaba botellas e invadió la cancha, pasamos tremendo
susto. Estuvimos en el vestidor de Jamaica donde nos resguardaron.
Otro juego inolvidable fue en
Los Angeles, andábamos muy bien, en enfrentamos al Huracán de Argentina, campeón de la Libertadores que venía de gira,
venía de ganar a la U d G. El señor Badillo,
nos dijo con su inconfundible voz, les doy tanto de prima, sí les ganan a esos
cabrones. Les ganamos. Recuerdo orgulloso el portero volador.
Javier también recuerda con
cariño las palabras del señor Mercado, cuando estábamos en Alemania en una
cena: Jóvenes vívanlo al máximo, porque
esto no lo volverán a vivir.
Y cuando “Pocho” Portugal, les prohibió llevar cámaras fotográficas, les
dijo: No vienen de turistas, tienen una
responsabilidad, representan a México, sus colores, al pueblo. Aunque
regularmente ganábamos, pero sí algo no le gustaba, nos llegó a decir después
de ganar un partido: tienen la noche
libre…en su cuarto y mañana a entrenar. Eso ayudó mucho en carácter y
comportamiento, afirma el arquero.
Es el único equipo en ganar un
reconocimiento, El Heraldo, que año
con año se otorgaba a lo mejor del deporte y espectáculo nacional. También
llegaron a la pantalla chica en el popular programo de Visitando a las Estrellas conducido por Paco Malgesto.
La voz de Regalado nos lleva por pasajes de su vida deportiva en el CDOM,
cuna de campeones. Su compromiso, comportamiento y dedicación logran el reconocimiento
de otros atletas, al respecto señala.
(J): Rompimos el estigma de
que los futbolistas son vagos, corrientes. Porque entrenábamos en la maña y
tarde y hasta 3 sesiones algunas veces, entrenábamos en el Desierto de los Leones,
en el arenal del Ajusco, siempre me gustó correr, procuraba estar entre los
primeros. En la cancha con Poncho o Larios le dábamos fuerte, volábamos de
poste a poste. También el entrenador búlgaro de gimnasia, Lusdkanov, nos
entrenó, hacíamos fuerza y flexibilidad, las sesiones dependían del calendario
de competencia, eso nos llevó al triunfo de torneos importantes. Nos comportábamos
como atletas de Alto Rendimiento, nos ganamos a los de natación, basquetbol,
voleibol, clavados. En el comedor nos consentían. El “mago Ortiz, de Ciclismo,
andaba con nosotros, nos adueñamos del servicio médico. Llegué en el año 73,
media 1:80 y pesaba 72 kilos, tres años después mi estatura era de 1:86 y un
peso de 80 kilogramos.
(E): En sus viajes conocieron
personajes deportivos, ¿a quién recuerdas?
(J): Un entrenamiento en el
centro de capacitación en Alemania, al llegar ayudé a llevar a la cancha a
Julio Larios quien llevaba de todo, playeras, casacas, balones Estrella,
botiquín, agua. Eran los campos de entrenamiento de Adidas, un detalle
importante digno de platicar fue que al colocar los balones en la cancha se
acercó un trabajador alemán y nos decía que no podíamos entrenar con esos
balones, yo pensé que era por “chafas”. Regresó en un carrito eléctrico con
balones Adidas de 32 gajos negros con blanco, nos dijo el interpreté que solo
se permite usar implementos de la marca de las 3 Tiras.
También vi al final del
entrenamiento al legendario Uwe Seeler,
era entrenador, estaba con mi ídolo Seep
Maier. Me acerqué a saludarlos y le pedí cambiar prendas, mi suéter era uno RIGG color naranja con las franjas
tricolor y el escudo nacional, no quería, le insistí a través del traductor
quién me explicó que no podía usar otra marca que no fuera Adidas, al ver mi
insistencia, dijo que me esperara, y me trajo su sweater negro con cuello rojo,
el cual todavía conservó y usé el X aniversario del estadio Azteca contra Brasil, e incluso ya como profesional con los
rayados del Monterrey.
Mira como son las cosas, pude
cambiar suéter con un campeón del mundo, pero cuando me acerqué a mis ídolos
nacionales Nacho Calderón y Rafael
Puente me despreciaron. Se desmoronó mi ilusión.
(E): ¿Tuviste lesiones?
(J): Si me operaron de la
rodilla, también tuve una fractura del dedo índice de la mano izquierda en la
final de los Afros, en Guadalajara jugando contra Uruguay al que le ganamos 1 a
0 para coronarnos campeones.
(E): 1975 los Panamericanos
fuiste a la banca, ¿qué sucedió?
(J): Distracción, deje de
pensar en ser mejor. Esa medalla de oro, no la quiero, no jugué, ¿ni sé dónde
está?
(E): ¿Qué pasó?
(J): Me cortó la novia. Una
edecán de la EMEFYD, Escuela Militar de Educación Física, me cortó por
tímido.
Aprieta la boca apenado
Javier, continúa, estrené carro en los Panamericanos. Fui el primero en firmar con
un equipo profesional. Un día, Poncho Portugal, me dijo, el “Gallo” Jáuregui,
quiere platicar contigo, ve la Hotel Marbella, te quiere el Monterrey, sólo
escucha la oferta. Antes había platicado con el Atlético Español y el América.
Firmé compromiso con los rayados.
(E): La eliminatoria olímpica,
¿cómo la vives?, antes era a visitas reciprocas.
(J): Después de esa
distracción que me costó la titularidad, volvía tomar ritmo, contra Guatemala,
entré al segundo tiempo, perdimos 2 a 1. Jugar de visitas es toda una
experiencia, forja carácter, vencer la hostilidad, malas canchas, pasto alto, conocimos
el odio deportivo. México es el país grande al que hay que vencer, somos
odiados, para ellos ganarnos significa todo. Supimos sobrellevar la presión,
vencer las adversidades, los arbitrajes localistas, no había tele, ni VAR. Esos
juegos fueron importantes en nuestra formación deportiva. Nos ayudaron a ser
mejores, entrenábamos convencidos, porque sabíamos que nos esperaba.
(E): Los entrenamientos de
porteros son exigentes, y siempre se veía un ambiente de camaradería.
(J): Oscar Mascorro, Pepe
Gómez y yo, entrenábamos a tope, era una lucha por la titularidad, construimos
una hermandad deportiva, nos alentábamos.
Ernesto de la Rosa, lo define
como un arquero con presencia, volador, atajador, bueno bajo los palos, con
buen despeje y lectura de juego para el manejo de su defensiva.
(E): Montreal
(J): Los Juegos Olímpicos por
lo que habíamos trabajado tanto, no tuvimos buenos resultados, empatamos con
Israel, un equipo con veteranos, después de ir ganando 2 a 0, perdimos con
Francia 4 a 1, y empatamos con Guatemala, que se nos indigestó, jugó su mejor
partido y ensució el juego.
Nos faltó cabeza, el equipo
venía con cansancio mental, pensábamos en el profesionalismo, otra distracción.
Concluye Regalado con experiencia internacional envidiable.
(E): El salto de amateur al profesional
(J): Una difícil transición,
de la selección llegamos Carlos García, Márquez y yo a Monterrey con muchas
ganas. Encontré un equipo dividido, había tres grupos: los seleccionados,
veteranos y novatos. No fuimos bien recibidos, desde el calentamiento se
mofaban de nosotros, “olímpicos inflados”, nos decían, nosotros entrenábamos a
tope, eso significó una amenaza para ellos. La mentalidad de los profesionales
era pobre, llegaban incluso, tomados a los entrenamientos. Los veteranos como
Peña, con gran personalidad, tomaba su distancia, no teníamos cercanía. Por mi
parte, entrenaba como loco, lo que me causó dificultades con el grupo, sólo
Basilio “Bacho” Salazar, me extendió la mano, y me dio la bienvenida. Más tarde
fue Pepe Sánchez y Juanito Salazar. La gente norteña, se dio cuenta de mi
trabajo y se portó bien conmigo.
Debuté el 19 de agosto de
1976, cumplí mi sueño. Quería más, pero, el mal ambiente, envidias que no
faltaron, quise demostrar con esfuerzo en los entrenamientos lo que me llevó a
lesionarme, operación de rodilla, al mes regresé, no esperé a desarrollar masa
muscular. Ese fue el problema que me afectó físicamente.
Había firmado un año,
Portugal, me llama a la para el 1er Mundial Juvenil en Túnez 77, a una semana,
Miguel Ángel Collado, directivo de Monterrey, fungía como director de
selecciones nacionales, no dio su aval argumentando que no tenía contrato. No
fui al mundial.
Regresé y estuve de segundo o
tercer portero. Después llegó Fernando Riera, un entrenador chileno, gran
entrenador, se acercó a mí, me dijo que me había visto jugar en Portugal,
preguntó porque no firmaba. Le comenté que me ofrecían poco dinero por la
carta, me invitó a su casa varias veces, dándome consejos de finanzas,
alimentación para estar en forma, gracias al control de peso observó que de
viernes a lunes subía hasta 5 kilos, era la comida del fin de semana y exceso
de refresco. Riera una gran persona, calificamos dos veces y las dos nos
eliminó Pumas. Para el siguiente contrato pedí un millón de pesos por la carta,
me ofrecieron 500 mil, no acepté.
Inicié mi curso de entrenadores,
en 81 cuando Moncebáez me invita a Morelia, pasó las pruebas, pero no me quedó,
argumentaban que mi operación era un riesgo, entrené buscando un lugar en
Atlas, Guadalajara y Atlante, sin fortuna.
(E): México tierra de
porteros.
(J): Si, siempre hemos tenido
buenos, ahí tenemos a Ochoa el prototipo del portero mexicano, en mis inicios
en la Escuela de Porteros, tuve la fortuna de tener a Oscar Pérez, el conejo.
Los chavos necesitan trabajar
en su técnica, agarre, el juego aéreo, bloqueo, reflejos y toma de decisiones,
el portero debe ser un líder, saber leer el juego y dirigir su defensiva, es el
que da confianza al equipo.
Concluye Javier Regalado, el
“Pru”, un niño que cumplió sus sueños de ser jugador profesional, recorrió
canchas del mundo volando de poste a poste.