Sergio Obeso Cardenal de Paz
Por Mary Paz Monzón Rojas
Mañana de domingo, despierto con la noticia del nombramiento de Monseñor Sergio Obeso Rivera como Cardenal por el Papa Francisco. ¡Que emoción sentí! Era alegría, corrí a visarle a los míos. No lo podía creer. Confirmé la noticia. Era cierto, el Santo Padre en su misa dominical nombró a 14 nuevos cardenales, entre ellos a Don Sergio, un veracruzano, que vive en Coatepec, oficia en la capilla de la Luz.
No tenía el gusto de conocerle, había escuchado comentarios de su persona y sólo asistí a una ceremonia religiosa, era una boda, que él oficio, confieso. Es decir, no me liga ningún lazo especial, simplemente me llene de alegría.
Rápidamente investigué parte de su hoja de servicio pastoral para escribir la nota correspondiente aquella mañana de domingo. Terminé viendo el video de la misa dominical en la Basílica de San Pedro, cuando el S.S. Papa Francisco nombra a los nuevos cardenales al término del rezo del “Reina del Cielo”, exclamé: ¡Bravo, Bravísimo!
Mi emoción había crecido, sin darme cuenta. No era para menos. Al mismo tiempo reflexionaba, por qué me sentía así, entre otros de mis pensamientos me percaté de que estamos rodeados de gente valiosa en Coatepec, muchos ya de edad avanzada, que nadie voltea a verlos, nadie los reconoce y no somos capaces de aquilatar su vasto conocimiento.
Quise conocer más de este personaje, mi primera aproximación fue dos días después, estaba en primera fila, en la rueda de prensa que brindaba la Arquidiócesis de Xalapa, en el Colegio México. Ahí tuve la oportunidad de ver y escuchar al hombre que ha servido a la Fe de su comunidad sin distinciones. Su calidad humana de inmediato se manifestó acompañada de la gracia característica de los veracruzanos.
“Estoy muy agradecido con el Señor, porque me da la oportunidad de alegrar a tantas y tantas personas que me distinguen con su amistad. Esta designación me ha mostrado alegría no solo a mí, sino a muchas personas que así me lo han manifestado”. Dijo, el nuevo cardenal xalapeño que pasó su infancia en Las Vigas. Confirmé que esta sensación no fue sólo mía es también de muchos hombres y mujeres quienes compartimos la Fe.
Narró cuando de madrugada le llamó el Obispo Hipólito Reyes Larios, para darme la buena nueva. “Una sorpresa total. Algo que no esperaba y no estaba preparado. Pero donde manda capitán, no gobierna marinero”. Dijo, espontáneo para que los asistentes soltarán la carcajada. Le preguntaron por las razones de su designación, a lo que señaló: “Entiendo que es un reconocimiento al servicio dado durante muchos años a la iglesia, no se me llama para enormes responsabilidades. El santo Padre me dice: gracias. Yo le respondo, Muchas Gracias. Es una distinción para Veracruz y para la Arquidiócesis de Xalapa. A mis casi 87 años mis capacidades están limitadas”.
Sus palabras mostraron su claridad de ideas y carácter afable. Enterado del acontecer mencionó: “Veracruz no vive sus mejores momentos, es nuestra obligación devolver la alegría que nos caracteriza. A quienes comparten conmigo la Fe, sin ninguna autoridad, les dijo tenemos que poner un granito de arena, un camión o lo que haya que poner para que esta situación tan angustiosa sea una mala noche y podamos seguir siendo un estado que sabe sonreír”.
Ese fue el mensaje de un hombre que esta semana se ha escrito anécdotas y pasajes de su vida que muestran su humildad, hombre que sabe conciliar. Como sus intervenciones en Los Acuerdos de San Andrés en Chiapas, o el restablecimiento de la relación Estado mexicano con la santa Sede. Promotor de la Unidad, todas las características mencionadas en este escrito, la descubro de su imagen, además las escucho y leo en los artículos referidos a su persona.
Una reflexión más me deja estos días es la sabiduría de Jorge Mario Bergolio, la designación de Monseñor Sergio Obeso es también un mensaje a cúpula de la iglesia, les indica cual es el camino a seguir, la trayectoria de nuevo Cardenal muestra la conducta y actitud de servicio de los hombres al servicio de Dios, que saben escuchar, extendiendo la mano a todos sin distinción, al rico al pobre, a los extraviados en la vida, a los que se van por el camino de equivocados en las drogas o la avaricia, a ellos les ha dado la mano en señal de amor, les devuelve la Fe con el saludo, su atención y la palabra. Su mano extendida es esperanza en la humanidad.
Inmersa en esta designación, el Papa Francisco envía su mensaje, visibiliza la obra de Don Sergio, su imagen se engrandece, ese es el verdadero mensaje. La conciliación y promoción de la unidad, que profesa Sergio Obeso como respuesta en tiempos de violencia social y discordia que nos paraliza, envenena el alma, y se recrudece en tiempos de elecciones.