SHEINBAUM EN SINALOA: CONTINUIDAD, TROPIEZO Y ‘SERÁ BUENA’
SHEINBAUM EN SINALOA: CONTINUIDAD, TROPIEZO Y 'SERÁ BUENA'
Jorge
Ricardo Nicolás
Agencia
Reforma
Mazatlán,
México 15 abril 2024.- Cuarenta y cinco días de campaña presidencial, la mitad
apenas, sin contar la precampaña, ni la pre-precampaña, y los asistentes a los
mítines no saben muy bien para qué sirven, si suman votos, si nada más es para
conocer a Claudia Sheinbaum, cómo es, para que los mire y les diga que sí, que
existen, para que los presente en sociedad o los anime.
«Voy a pasar, plebes», dice, grita,
avisa, la diputada con licencia de Morena en el Congreso de Sinaloa, candidata
ahora al federal, Felicita Pompa Robles, camisa guinda con su nombre bordado en
el pecho, seguida por fotógrafos, asistentes, suplentes y porristas en la
puerta del Salón Milenio de Los Mochis.
Café, galletitas, jamón y queso. Son las 09:00
horas y ya no quedan sillas para los reporteros de la conferencia y los
organizadores tienen que pedirles «los candidatos afuera, este tiempo es
para medios». Pocos se mueven, tan sólo una ruidosa tambora allá afuera
sobre un remolque que busca dónde acomodarse para recibirla. Van aquí, van allá
y los mandan al fondo y allá menos, que se callen.
«Mire, mire, así va la campaña en
Sinaloa», dice Pompa Robles.
Se
talla el dorso de las manos, presume su color: «Más, más moreno y entre
más moreno mejor», dice y se acerca al podio, donde la senadora Imelda
Castro, candidata a reelegirse sin soltar el mismo cargo, mira la base del
mueble.
Hay un banquito de 15 centímetros forrado de
tela blanca para que Sheinbaum se pare. «Yo siempre en el Senado digo
pónganme un banquito así, y nunca y mira», dice, comprende.
«Si nos ayudan a iniciar la conferencia,
por favor, muchas gracias», pide Sheinbaum cuando llega, pero es una
orden.
Un discurso inicial, nos da mucho gusto, vamos
por la transformación, agradezco, saludo. Que ha visitado 90 de 300 distritos
electorales. Que en Sinaloa superan 3 a 1. Las preguntas, casi las mismas. Cómo
se siente, cómo la inseguridad, cómo el problema del agua, y las respuestas
iguales también. Le preguntan sobre la cancelación de casi 40 mil registros de
electores mexicanos en el extranjero.
«Es increíble. Nuestra posición siempre
ha sido facilitar el voto de las mexicanas y mexicanos en el exterior.
Entonces, un llamado al INE para facilitar esta situación», dice.
López Obrador se quejó hace unos días del
primer debate. Toda la narrativa fue que no hay avance con su gobierno, dijo,
sin excusar ni a su candidata, que ahora está de acuerdo.
«(Las preguntas) venían orientadas como
si no hubiera pasado nada durante el gobierno del Presidente Andrés Manuel
López Obrador. De hecho, yo en una de las intervenciones dije: ‘no estoy de
acuerdo con la orientación de la pregunta´'», comenta Sheinbaum. Pero que
no hubo tiempo para defenderlo más y enviará propuestas de cambios para el
segundo debate, el del 28 de abril.
Sheinbaum tuvo este domingo tres mítines
masivos, que para eso su partido recibió este año 3 mil 159 millones de pesos,
386 por ciento más que los 649 millones que recibió en 2018, cuando ganó López
Obrador, y el triple de todo lo que el INE repartió este año.
Uno aquí, en Los Mochis, junto un ingenio
azucarero derruido; otro en una calle cerrada de Culiacán, y el último en
Mazatlán, donde últimamente a la tambora la quieren silenciar en restaurantes
junto a la playa, por su mucho ruido, que no deja platicar.
Ahí también, en los mítines, la misma promesa
de continuidad. La misma pregunta: ¿transformación o corrupción? El mismo
examen. «¿Qué más vamos a hacer? Bueno, a ver, eso no lo puse a votación.
¿Quién está de acuerdo? Aprobado».
Bajo el hirviente sol en Culiacán, entre la
gente, dicen Badiraguato once letras gigantes, tierra de «El Chapo»
Guzmán y otros capos. Ahí, Jorge Sandoval, tejana, camisa blanca, responde que
los mítines son para ver que todo va en orden.
«Hay que aceitar la maquinaria»,
comenta, mirándose las botas entre las rejas.
«No que si nada más es para verla, y para
votar, eso sí que sólo lo sabe Dios qué va a pasar», agrega Teresa Ochoa
López, una viejita de 70 años que sufre de los ojos y al fragor de la entrada
de la candidata la atrapó por el hombro y ella le dio un beso y le dijo
«gracias, gracias».
«Nunca la había visto, hasta ahora, pero
la toqué, gracias a Dios, Dios me ayudó y la toqué».
En el malecón de Mazatlán hay 8 mil, 9 mil
asistentes. Viejitos, jóvenes, niñas. Gretel tiene seis años, una gorra con la
silueta de la coleta de Sheinbaum, lentes de sol y un cartel que dice
«hagamos historia».
«Más que nada vine para que mi niña la
conozca, porque yo desde hace años que decidí mi voto, desde que la conocí que
andaba con López Obrador», dice Milli.
Llegaba apenas la candidata cuando sonaba la
tambora. La próxima senadora, Imelda Castro, la sacó a bailar y bailaban
zapateado, abrazadas y dando vueltas hasta que Sheinbaum tropezó con el
banquito junto al podio y las dos se van al suelo, entre risas y gritos de
preocupación.
Desplome, pero al menos no en las encuestas.
El atardecer pinta el cielo de violeta y amarillo.
«Pues te diré que Obrador como Presidente
no lo vamos a tener jamás, pero ella sigue sus pasos y va a ser, no igual ni
mejor, pero va a ser buena Presidenta», agrega la señora Milli, y Gretel
sonríe.