¡SIEMPRE QUEDA MAL!
¡SIEMPRE QUEDA MAL!
Por Ramón
Durón Ruíz (†)
El
huracán y después tormenta tropical “Hanna” –primer huracán de 2020– que recién
acaba de pasar e impactar a su paso por el norte del país, ha dejado daños e
inundaciones, en diferentes puntos de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila,
destrucción que una vez más sirvió para demostrar de qué estamos hechos los
mexicanos en momentos graves.
Después
de que la tormenta azotó tierra, aunado a la pandemia de coronavirus, el
panorama es desolador, pero la magia de la solidaridad y el esfuerzo que el
hombre del norte y con él el mexicano sabe ejercer a raudales, hacen, que el
panorama devastador palpable en los cuatro puntos cardinales se transformará.
Vemos
trabajar incansablemente a personal de CFE, TELMEX, Comapa, Protección Civil,
Policía, tránsito, soldados, servicios públicos, que unidos a miles de
ciudadanos que se dispusieron para limpiar calles, levantar árboles y anuncios
caídos, barrer banquetas, desazolvar drenes, recoger y tirar la basura, para
con un esfuerzo digno de encomio y enaltecimiento, en poco tiempo nuestras
ciudades, calles, carreteras, caminos, comunicaciones volvieran a la
normalidad.
Este
viejo campesino no puede de ninguna manera pasar por alto, esta muestra ejemplar
de solidaridad y actitud cívica de unidad, que los mexicanos hemos sido capaces
de dar una vez más… ¿Qué nos falta para que diariamente seamos así? Y podamos
ser capaces de salir avantes de las interminables crisis que nos agravian.
En
calidad de mientras como el mexicano ríe en la felicidad o en la
desgracia, permíteme traer a ti estimado lector, un antiguo chiste, tan
viejo como Matusalén, que hoy pongo en voz del Filósofo de Güémez: “El
tendajo de don Optaciano en Güémez era el centro de compras y de reunión de
todos los ejidatarios de la región, que además de hacer las compras respectivas
de mandado o de útiles escolares se quedaban a disfrutar la agradable charla
del propietario del tendajo, que como buen anfitrión siempre les tenía una taza
de café acompañada de una gran manojo de galletas de animalitos.
Ante la
enormidad de clientes que diariamente abarrotaban el tendajo, Don Optaciano
decidió modernizarse poniendo Internet, copiadoras, engargoladora, enmicadora,
guillotina y obviamente que para que su tendajo entrara de lleno a la
modernidad, no podía falta la trituradora de papel.
Él
ignoraba cómo funcionaba cada una de ellas, eran sus empleados los que
manejaban diestramente todos los nuevos aparatos.
Cierto
día llega un grupo de campesinos de la CNC y después de varios minutos de
charla y de disfrutar una taza de café, le entregan unas hojas que contenían la
lista de los daños causados por el huracán en sus ejidos, –porque en el
gobierno se las estaban solicitando.
El
propietario del tendajo se dirige a uno de sus nuevos aparatos, mismo que
desconcertado mira por un lado y por el otro, por arriba y por abajo, en eso
pasa Galdino –el viejo empleado que había iniciado con él el tendajo– quien
amablemente como siempre, le pregunta:
— ¿Le puedo ayudar en algo Don Optaciano?
· Sí
gracias, me parece que los avances tecnológicos que acabo de adquirir me
quedaron grande.
Galdino
muy diligente toma el puño de hojas, las coloca en una ranura, aplana el botón
e inmediatamente se oye el sonido de los papeles cuando lentamente se van
haciendo trizas.
· ¿Cuál
dificultad… ve que fácil? –dice el viejo trabajador a su patrón.
Don
Optasiano absorto le pregunta:
· Y ahora…
¿por dónde salen las copias?”
Moraleja:
“El pendejo es como el acomedido… ¡SIEMPRE QUEDA MAL!”.
O como
dice el Filósofo de Güémez:
“De cada
100 problemas que tengo uno es por pendejo… ¡99 POR METICHE!”