Simulación y entreguismo
Simulación y entreguismo
Por Pedro Peñaloza
“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en
aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.
Antonio Gramsci
El ciudadano presidente López
Obrador ondea la bandera de intrépido y patriota. Se trata de ser estoico y
valiente. Así lo demuestra al madrugar para revisar la agenda de seguridad:
basta una hora para contar los muertos. Se tiene miedo, pero no cobardía. Por
ello, instituir las conferencias matutinas es una necesidad terapéutica, es la
catarsis comunicativa que exige una población indefensa; insultar a los
opositores desde el púlpito presidencial es un claro ejemplo de que hay
libertad de expresión; decir ocurrencias es una potestad constitucional avalada
por ¡30 millones!; cuestionar los lujos y los excesos es cómodo y
contradictorio para quien goza de vivir en un palacio resguardado por soldados;
decretar y agitar que se acabó el Neoliberalismo, mientras la “minoría rapaz”
no es tocada ni con el pétalo de una reforma fiscal y hasta es convidada a la
cena con Trump; dar recetas de cocina y de nutrición, mientras él presume
comerse una “guajolota” y otras exquisitos platillos llenos de grasas y
carbohidratos; anunciar que se “está aplanando la curva”, cuando, en realidad,
van en ascenso los contagios y las muertes, es un mentís a las afirmaciones de
su hablantín vocero nocturno; convocar a entonar a Violeta Parra cuando el
desempleo y las angustias colectivas crecen; someterse a la agenda de Trump y
omitir el grotesco racismo que destila y expresa el habitante de la Casa Blanca
exhibe la anemia de un nacionalismo de temporal; decir que “no son iguales”,
mientras da privilegios a la prensa y se sigue beneficiando a las dos
televisoras y a un tabloide citadino que es su boletín y fanático
incondicional, como lo muestran los datos recientes, ratifica el manejo
discrecional de los recursos públicos; aplicar una rigurosa política de
austeridad, pero mantener la onerosa estructura de los “servidores de la
nación”, ratifica la doble moral con claros fines electorales; declararse
transparente mientras algunos miembros de su gabinete ganan más que él y,
además, falsean u omiten sus propiedades e ingresos, es la reiteración de un
discurso que eclipsa la practica concreta.
El encuentro con Trump, de hace
unas horas, nos presenta la otra cara de AMLO. Decirle al presidente
estadounidense que, “le agradece el trato respetuoso a los mexicanos”, es una
afrenta a los miles de dreamers que busca expulsar y la persecución a nuestras
comunidades; al mismo tiempo, ofrece como moneda de intercambio la “fuerza
laboral mexicana” y su eficiencia productiva.
Conclusión: simulación en la política interna y entreguismo a Estados unidos.