SIN MULTITUDES, PERO FESTIVO, SE DESPIDE EL FIC
SIN MULTITUDES, PERO FESTIVO, SE DESPIDE EL FIC
Ricardo
Israel Sánchez Becerra
Agencia
Reforma
Ciudad
de México 27 octubre 2024.- Es domingo a media tarde y la artista italiana Anna
Castelli recorre, como cada fin de semana, restaurantes en Guanajuato
ofreciendo postales con su trabajo.
Entra a La Table de Andrée, sobre la calle de
Pocitos, y le acerca a quienes degustan tacos de pato confitado con una copa de
cabernet sauvignon las reproducciones litográficas de sus dibujos de escenas
locales: las escalinatas de la Universidad de Guanajuato, la Plaza de la Paz o
una panorámica de Cerro del Cuarto, entre otras más.
Y aunque se trata del último día del Festival
Internacional Cervantino (FIC), en su edición 52, la afluencia de visitantes a
quienes aproxima su arte es tan modesta que bien podría ser un domingo
cualquiera, percibe.
«Este fin de semana, la verdad, es como
un fin normalito», diría a REFORMA Castelli, quien radica en Guanajuato
desde hace 5 años y ha visto cómo la llamada «Fiesta del Espíritu»
pierde asistentes frente a otras propuestas de la entidad.
«El año pasado, por ejemplo, hubo más
público, más personas en el (Festival de) Día de los Muertos que en el
Cervantino».
Filas de asientos vacíos en algunos
espectáculos y calles que lucieron menos atestadas que otras ocasiones hacen
que la de Castelli no sea una impresión aislada. De hecho, hasta este domingo
había alrededor de 20 mil boletos sin vender -de los 62 mil 202 disponibles-, y
los hoteles registraban una ocupación promedio.
A pesar de las dificultades de los actuales
organizadores para convocar a ése público masivo que el festival ostentara en
sus mejores épocas, algo que parece no estar en entredicho es la calidad de las
propuestas artísticas programadas para esta edición, muchas de las cuales
lograron cautivar a la gente todavía este último fin de semana.
Aunque al principio le costó algo de trabajo,
la cantante marroquí Malika Zarra logró que los congregados el viernes por la
noche en la Ex Hacienda San Gabriel de Barrera se pusieran de pie y bailaran al
compás de su vibrante jazz urbano-mundial, que abreva de los polirritmos
tradicionales chaâbi, bereberes y gnawa del norte de África.
Más sencillo fue para el artista Olivier
Grossetête, al día siguiente, conseguir que niños, jóvenes y adultos por igual
se involucraran con su obra, quizás por hacer realidad la inusual e inimaginada
fantasía de hacer añicos un ícono guanajuatense como es el Teatro Juárez.
No el auténtico, sino una réplica efímera,
parte del proyecto Construcciones Monumentales Participativas de Cartón, que el
francés comenzó hace 24 años con la intención de cuestionar el valor que se le
da a la arquitectura, y también hacer arte de forma colaborativa; «lo más
importante es el aspecto humano de crear algo juntos», contó en entrevista
luego de encabezar, a ritmo de We Are the Champions y con el mismo entusiasmo
de todos los presentes, la demolición.
Unas horas más tarde ése mismo día, algo en
verdad impresionante sucedía en el Teatro Cervantes, con el actor, académico y
escritor Clayton Nascimento conmoviendo de tal manera a los espectadores de su
monólogo Macaco, que éstos terminaron comprometiéndose a reconocer a los
afromexicanos y a respetar las leyes que protegen los derechos de los pueblos
indígenas.
«Prometo que para todos, ¡todo!»,
clamó en alto el público desde sus butacas, dirigidos por Nascimento, quien
pasó de recorrer y diseccionar la historia del racismo y el genocidio negro en
Brasil a ceder la voz a los asistentes, como ha hecho en cada parte del mundo
donde ha llevado este premiado unipersonal, con tal de conocer casos locales de
violencia, despojo y otras consecuencias del colonialismo.
Aunque apenas unos cuantos brazos se alzaron
al principio, al cabo de unos minutos la experiencia resultó tan poderosa que
la mayoría de los presentes quería aportar algo.
«Es el país en el que he hablado con más
gente, donde más han querido participar», celebraba el actor brasileño que
escuchó lo mismo sobre el levantamiento de los zapatistas en Chiapas que de la
gentrificación, y por ahí también hasta un enérgico llamado a no pasar por alto
el genocidio en Palestina.
Ha sido tal el impacto de Macaco, creado por
Nascimento a partir del asesinato de Eduardo de Jesus Ferreira, menor brasileño
que recibió un tiro en la cabeza durante un operativo policial en 2015, que las
autoridades de aquel país reabrieron el caso y los oficiales involucrados están
nuevamente bajo investigación.
«Una obra de teatro logró eso»,
subrayó, orgulloso, el intérprete.
En el extremo contrario a ese minimalismo del
trabajo de Nascimento, el abrumador despliegue escénico de Perro sin plumas,
que presentó la renombrada coreógrafa brasileña Deborah Colker en el Auditorio
del Estado, fue un completo asalto a los sentidos.
Una envolvente producción inspirada en un
poema de Joao Cabral de Melo Neto operando en distintos niveles mediante la
fusión de video, danza, música y palabra, con tal destreza que por instantes
resultaría complicado distinguir qué ocurría en la pantalla y qué arriba del
escenario.
A presentarse originalmente desde el viernes,
esa función tuvo que ser reprogramada para este domingo debido a que la escenografía
del espectáculo estuvo retenida en los servicios aduanales del País varios
días, como contaría la propia Colker.
La última noche, el encargado de bajar el
telón fue el compositor recifense Lenine, uno de los nombres más importantes de
la música popular brasileña, quien con guitarra en mano encandiló la Explanada
de la Alhóndiga de Granaditas con un repertorio cargado de funk, jazz y folk,
entre otras sonoridades.
Poco después de una hora de recital, subió a
escena la banda Francisco, El Hombre, que con un estilo mucho más intenso y
festivo de inmediato puso a saltar a varios de los asistentes, entre los que
ondeaba una bandera de Brasil, país invitado del FIC 52. Lenine sumaria su
canto a la mezcla con sabor a ska rock, electro-punk y batucada de la joven
agrupación que clamó: «¡Abajo todos los opresores de la población!».
Por la mañana, Mariana Aymerich, directora del
festival, había adelantado que a partir de un diagnóstico del British Council
se buscará transitar hacia un festival más sustentable.
Eso, un amplio análisis, pero no sólo en
materia de sustentabilidad, pareciera lo que más necesita el FIC en este
momento de transición gubernamental, cuando los indicadores dejan en evidencia
un importante encuentro venido a menos, al menos en asistencia.