SIN PUDOR ALGUNO
SIN PUDOR ALGUNO
Martín Quitano Martínez
X: @mquim1962
La
insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía.
Ignacio Manuel Altamirano
De tanto escucharlas todos los
días, se ha vuelto parte de nuestra “normalidad” gubernamental la construcción
de las mentiras oficiales y noticias falsas. No es que sea nuevo que los
gobernantes mientan, pero nunca nos habíamos enfrentado como ciudadanos a una
hora diaria de mentiras en cadena nacional.
Somos espectadores de un
programa de televisión cuyo propósito y contenido no es la comunicación
institucional de la realidad administrativa, sino la creación de imaginarios y
discursos que reflejen los deseos, odios y prejuicios de la persona que manda;
un burlesque donde cuenta chistes y difama personas. Se trata de la frivolización
del ejercicio político y público que hoy se despliega desde los poderes y
representaciones dominantes de la autodenominada transformación.
La presencia cotidiana de esas
formas, asumidas por muchos, como la condición que les permite la certeza de
ser parte de algo que les cubre de las calamidades que genera. Hacerse el ciego,
el sordo, el caradura que prefiere ser parte de la simulación y obedecer para
mantenerse, aunque signifique perpetuar los
usos y costumbres anteriores, que tanto dañaron al país y que juraron combatir.
Otros tal vez crean que eso es la transformación, ni modo.
Se construye una “verdad
irrefutable” con la que, sin pudor alguno, se justifica el desaseado actuar de
los personajes llegados a redimir a una sociedad que miran con desprecio.
Disfrutando de un poder justificado en concepciones únicas que niegan la
pluralidad, que atacan la inteligencia con su insolencia e ignorancia.
Son los fanáticos que simulan,
que pretenden engañar con esa banalización del mal de la que habla Hannah
Arendt, con dirigentes que asumen que estarán siempre dominando los
comportamientos de las personas subordinadas y dispuestas a asumir los dictados
de “los de arriba” sin ninguna responsabilidad, dado que es lo “normal” pues
tan solo obedecen y son parte de un engranaje donde “así son las cosas”, sellando
con ello la continuidad de los malos comportamientos.
En esas condiciones,
consustanciales a los nuevos tiempos “transformadores”, se debatirá el próximo
año el proceso electoral.
Desde las oposiciones, se
llama a generar una nueva esperanza, buscando sobreponerse a la historia que
precede a los partidos integrados en un bloque opositor, ahora liderado por una
mujer que ha movido en meses lo que parecía perdido, rescatando ese espíritu de
posibilidades de enfrentar la maquinaria gubernamental con todas sus
capacidades financieras y logísticas. Desafío que crece por oponerse a un
liderazgo que maneja la historia actual desde su visión de representar lo único
verdadero, lo incuestionable.
La elección del 2024 que
calcularon que iba a ser un mero trámite, se les ha complicado, sin lograr
dimensionar hasta qué punto. Seguros del peso que en la opinión tienen los
quehaceres y las políticas cercanas y “del pueblo”, se justifican los
ofrecimientos dados en ese largo camino de desaciertos para forjar una
esperanza que para muchos cada vez se quiebra más pero por la cual apuestan los poderosos de ahora.
Sin embargo y pese a los
festejos del “acompañamiento” del pueblo, se empieza a notar que aun con la “confianza” que tienen en sus adeptos,
el juego del poder les amerita jugar “con todo”. En ello van comprometidas la honestidad,
la legalidad y los escrúpulos, si es que en algún momento los hubo; todo debe pasarse
por alto en la operación electoral, quedando tan solo en las retóricas que cada
vez suenan más huecas.
DE LA
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