Sistemática, cotidiana y feroz violencia contra periodistas
Rúbrica
Sistemática, cotidiana y feroz violencia contra periodistas
Por Aurelio Contreras Moreno
Como si el tiempo
no hubiese pasado, como si siguiéramos estacionados en las épocas de horror del
duartismo asesino, en Veracruz la violencia contra los periodistas forma parte
de un escenario que ni por equivocación cambió en algo con las dos alternancias
de gobierno registradas desde entonces.
La mañana de este
jueves, el reportero y locutor Jacinto Romero Flores fue emboscado y ejecutado
a balazos en la comunidad de Potrerillo del municipio de Ixtaczoquitlán,
colindante con Orizaba. Zona asolada desde hace años por la delincuencia
organizada asentada ahí por su ubicación estratégica, ya que conecta directamente
con los estados de Puebla y Oaxaca.
Romero Flores era
un reportero conocido principalmente gracias a su trabajo en la radiodifusora
Ori Stereo, una de las más escuchadas en toda la región. Además, realizaba
transmisiones por su cuenta a través de Facebook, herramienta cada vez más
utilizada por periodistas y comunicadores ante el declive de los medios
tradicionales como fuente única de información para la población.
El asesinato artero
no surgió de la nada. El propio Jacinto Romero había denunciado amenazas en su
contra desde el pasado mes de marzo por parte de autoridades municipales y de
elementos policíacos, por lo que había solicitado el apoyo de la Comisión
Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP), que tras el cambio de
consejeros el pasado mes de diciembre ha retornado a sus orígenes… pero de
inutilidad. Eso sí, son muy rápidos para publicar esquelas.
Mismo caso con el
gobierno de Cuitláhuac García Jiménez. El crimen no le mereció al que cobra
como gobernador más que un párrafo en una publicación en redes sobre
actividades generales del día, sin mencionar el nombre de la víctima y mucho
menos que había sido privada de la vida. Para el funcionario, bastó con señalar
que estaban “tras los agresores del atentado (sic) contra un reportero en el
municipio de Ixtaczoquitlán”.
Suman con Jacinto Romero Flores cuatro los
periodistas asesinados en lo que va del sexenio de Cuitláhuac García: Jorge Celestino Ruiz Vázquez en el municipio de
Actopan en agosto de 2019, María Elena Ferral Hernández en Papantla en
marzo de 2020; y en septiembre de ese mismo año Julio Valdivia en Tezonapa.
Este último, además, con lujo de saña.
Y no, no es
casualidad. La violencia contra periodistas en todo México es sistemática, cotidiana
y feroz. El conteo de la organización de defensa de la libertad de expresión
Artículo 19 registra 21 reporteros asesinados en lo que va del gobierno de
Andrés Manuel López Obrador en función de su labor informativa, que con el
crimen de Jacinto Romero aumentarían a 22.
Pero no hay que
olvidar que apenas en el pasado mes de julio, el Mecanismo de Protección para
Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de
Gobernación entregó un informe -a petición expresa de López Obrador- en el que
registraba el asesinato de 43 periodistas en México en lo que iba del sexenio
hasta ese momento. Todavía no ocurría la ejecución de Ricardo López Domínguez
en Sonora.
¿Quién es el
responsable de esta situación de horror inacabable para quienes ejercemos la
labor informativa? Pues sin duda que hay culpables directos en cada caso. Los
perpetradores, los que asesinan y mandan asesinar periodistas. Mismos que
prácticamente en su totalidad gozan de impunidad.
Pero el régimen no
puede evadir su propia responsabilidad en la creación de las condiciones, del
telón de fondo y sobre todo de la narrativa para que cualquiera considere fácil
y barato matar a un reportero en México.
Con un presidente
que diariamente denuesta, ataca, denigra, difama, estigmatiza a los
periodistas, y que en vergonzosos alardes de incontinencia los expone a la
violencia digital y hasta física de sus huestes, sin importarle siquiera que
algunos hasta estén amenazados por realizar su trabajo, ¿qué otra cosa podíamos
esperar que pasara?
Si algo cambió, fue
para peor.
Emergencia, sin recursos para enfrentarla
El Consejo Estatal
de Protección Civil de Veracruz aprobó solicitar al gobierno de la República la
declaratoria de emergencia para la entidad ante el impacto del huracán “Grace” que
se espera para las próximas horas en territorio veracruzano.
Pequeña duda: ¿cómo
para qué va a servir dicha declaratoria, si los recursos del Fonden ya no
existen, porque se los engulló la megalomanía insensata?
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