SOBERBIA
SOBERBIA
La soberbia no es grandeza sino hinchazón
y lo que está hinchado parece grande pero no
está sano.
San Agustín
.
La soberbia es siempre mala
consejera, más para los poderosos. Enceguece y ensordece, porque todo queda por
debajo de las expectativas de quien es tocado por ese sentimiento. Bajo esa condición
de “superioridad”, sus acciones manifestarán rabia o enojo al encontrar
cualquier cosa que les parezca contraria, que les implique discordancia a la
suficiencia de los méritos que creen poseer o menosprecio a los destinos que
les exige la historia.
La soberbia envilece; desde el
poder envilece aún más, pues quiebra desde adentro los discursos de
preocupación por los demás, de compromiso social. Cuando la petulancia no puede
esconderse de lo que muestra la cotidianidad, la humildad y el humanismo se
desvanecen. Los buenos deseos, los honorables propósitos son simulaciones que
desdibujan frente a la cólera o el menosprecio del soberbio que no debe ser
cuestionado, ya que posee la verdad incuestionable.
La discusión que señala, que se
burla y descalifica, que claudica de razones, forma parte de los escenarios que
actualmente nos rodean social y políticamente. En medio del ruido de estos
desencuentros, han ido construyéndose las trincheras de dos bandos
calculadamente antagónicos desde el poder. Así se ha planeado. Cada vez más
alambradas, día a día se incrementa el nivel de los gritos, de las ofensas, de
la violencia política. Hay quienes piensan que en ellas hay refugio para
resolver los problemas que nos aquejan.
Los territorios sociales están
minados, la desconfianza es permanente, el ambiente caldeado articula los
prejuicios e indiferencias. Los responsables de atemperar la convivencia puesta
en jaque, son indiferentes, omisos o acumulan los denuestos para quienes les
contradigan. Quienes debieran asumir el reto de mejorar las circunstancias,
pasan de largo o acentúan nuestras confrontas.
El escenario es muy complejo
porque se señala como enemigos a los otros contendientes, pero principalmente
porque se desprecia la institucionalidad y el marco jurídico. Al soberbio nada
ni nadie le pueden impedir hacer su voluntad. Por ello se insiste en el encono,
que es el espacio donde se recrea, donde adquiere la dimensión de grandeza para
su ego. El sitio de la gesta heroica en el que, desde el poder, despliega la
grandeza de sus ideas y comportamientos, garantizando su trascendencia a la
historia de los iluminados. Vaya
problema tenemos enfrente.
DE LA
BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Dante Delgado y su MC nuevamente en jaque
por Enrique Alfaro.