Entre Columnas

Sobre el SEA-Veracruz

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Entre Columnas

 

Martín Quitano Martínez

mquim1962@hotmail.com

Como no sabían que era imposible, lo hicieron.

Anónimo

 

Después de la inseguridad, el flagelo de la corrupción es un tema que domina la discusión social de nuestro país, por el hartazgo que provocan los niveles existentes de descomposición pública y la arbitrariedad e impunidad que los minimiza, protege y los alimenta para subsistir.

La corrupción no es sólo un problema de moral pública o privada, es puntualmente un pesado lastre para el desarrollo de las sociedades. En su ascenso como actividad dominante de las acciones públicas, se han perdido una gran cantidad de oportunidades para el crecimiento y el desarrollo nacional.

Nunca como ahora, ha quedado claro que nuestro país reclama modificar el estado de cosas prevaleciente. Es una exigencia ciudadana más que una aspiración, detener los ejercicios públicos que han olvidado su esencia de servicio, honradez y austeridad.

Es una demanda básica pero de gran peso. Exige un actuar apuntalado en buenas prácticas, bajo leyes y normas que favorezcan la prevención, la evaluación continua y las sanciones en caso de actos que dañen el patrimonio social, referenciado en el manejo de los recursos públicos. En síntesis, romper las redes de corrupción y simulación.

En la captura, privatización y uso discrecional de los espacios y recursos públicos, así como en la violación u omisión de las leyes, se genera el deterioro profundo de mucho más que nuestras instituciones públicas. Con la «normalización» de las prácticas deshonestas se afectan los comportamientos sociales y las oportunidades para la mejora de nuestros espacios de convivencia, de nuestro entramado social.

En este marco, la instrumentación y puesta en operación del Sistema Estatal Anticorrupción de Veracruz, (SEA-Veracruz) debe ser vista como la respuesta a una demanda social para establecer políticas públicas que, incorporando a la ciudadanía, recompongan el quehacer público, regenerando la credibilidad y el respeto en las instituciones.

La vida pública está llena de claroscuros, es necesario reconocer nuestra fragilidad institucional y estar decididos a mejorarla, a limpiarla, empezando por escalar las concepciones bicolores de blanco y negro, buenos y malos, nosotros y ellos. A esta tarea estamos llamados todos porque a todos nos afecta y nos involucra. Se requiere serenidad, decisión y altura de miras para superar nuestros males, para identificar y desterrar esas taras y anomias que deben resolverse; será indispensable  apuntalar el camino con una clara voluntad política comprometida con las trasformaciones urgentes.

Las tareas del SEA-Veracruz implican concretar una amplia convocatoria que incorpore las aportaciones de ciudadanos comprometidos. Experiencias, estudios, actividades que mejoren las rutas, procesos y resultados del ejercicio público; elementos técnico administrativos y de vigilancia y evaluación social que cancelen los espacios de opacidad y toma discrecional de decisiones.

El SEA-Veracruz, como el Sistema Nacional, debe hacerse mejor, perfeccionarse, se debe construir para funcionar como un instrumento institucional y ciudadano de prevención y combate a la corrupción. Requiere un programa de trabajo por etapas que defina tiempos y alcances, incluyendo la construcción de la propia institución. Deberán diseñarse metodologías de evaluación e indicadores, líneas de investigación, rutas de monitoreo y análisis para que sea realmente el ente evaluador de las políticas anticorrupción en Veracruz.

Un valor transversal que deberá acompañar las actividades de este esfuerzo de construcción, es ampliar las formas de participación ciudadana con convocatorias serias y responsables a partir de comportamientos ubicados en un marco de reglas y normas que brinden sentido a reaccionar ante la corrupción y enfrentarlo como un fenómeno de interacción social en el que todos estamos involucrados.

Abrir espacios al escrutinio social, construir confianza, romper los elementos de simulación en los procesos de evaluación y seguimiento, de rendición de cuentas y transparencia que sobre los ejercicios públicos tenga la sociedad, para “desnormalizar” las prácticas de corrupción.

Ese es el reto del SEA Veracruz y de todos los interesados en que se logre, se necesita el aporte comprometido de los actores políticos y sociales, de una decidida voluntad política demostrada en hechos, un espíritu renovado para rebasar prejuicios personales y generar lo que sin duda debe de ser realmente un instrumento que abra oportunidades de transformación.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Fueron 6 años demasiado largos.

 

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