Pedro Peñaloza

¿Solo Rosario?

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Por Pedro Peñaloza

“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir

 y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.

Bertolt Brecht

  1. El espectáculo.Se trata de que el público aplauda y se regocije. Al fin, una alta funcionaria del gobierno de Peña es sometida a juicio y encarcelada, no importa el método ni los atropellos procesales. Los reflectores se encienden, los micrófonos se expanden y ahí está la noticia.

¿Es culpable Rosario Robles? No lo sé, y aunque no me simpatiza ella, no puedo emitir una opinión fundada. Es estúpido lastimar la vida de alguien por venganza o reflejos primarios. No importa. El “pueblo bueno” deduce que sí lo es. Las masas nunca se equivocan, según los adoradores de la infalibilidad de agrupamientos heterogéneos. ¡Al carajo la presunción de inocencia y el debido proceso! Son estorbos para los juicios sumarios; la sed de justicia tiene que ser saciada irremediablemente. El primer trofeo ya está en la vitrina: la corrupta estará, por lo pronto, dos meses tras las rejas. Faltaba más. La eficiencia de los ministerios públicos, adscritos a la Fiscalía General de la Republica, disparan burlas hacia la indiciada y con ello describen para quien trabajan.

  1. Los juegos de poder.En el remolino de lo inmediato suelen olvidarse los pactos. AMLO obtuvo un abultado triunfo electoral con el apoyo tácito de Peña Nieto. Eso es innegable. A lo mejor, sin éste hubiera ganado los comicios, pero no con tan amplio margen. El desprestigio del PRI y del PAN era suficiente. El reconocimiento que le hizo el tabasqueño a Peña, en su toma de posesión del primero de diciembre de 2018, expreso algo más que una cortesía política. Nadie puede olvidar la ofensiva que se lanzó desde la PGR contra Ricardo Anaya, el candidato panista, que llegó a niveles de aberraciones jurídicas. Tan es así, que, meses después de la elección, el Tribunal Electoral Federal emitió una resolución donde enfatiza que dicha operación calumniosa pudo influir en el resultado de las elecciones presidenciales (Milenio, 15/05/19). Y qué decir de la desangelada campaña de Meade, abandonado a su suerte. Nada es casualidad.
  2. ¿Quién sigue en el desfile de acusados? ¿Qué pactaron Peña y AMLO después de los favores reciproco recibidos?, ¿algún ingenuo cree que en sus conversaciones sólo tomaban el té y esbozaban sonrisas? Por supuesto que no. AMLO necesitaba legitimar su monocorde lucha contra la corrupción. ¿Cómo?, ¿a quién sacrificar del anterior gobierno sin tocar a Peña? ¿Quizá la única cabeza que pudo salvar el mexiquense fue la suya? ¿Será? Los hechos de los días que vienen serán contundentes.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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