SOLO UN PUEBLO
SOLO UN PUEBLO
Martín Quitano Martínez
Puedes engañar a todo el mundo algún
tiempo.
Puedes engañar a algunos todo el tiempo.
Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el
tiempo.
Abraham
Lincoln
En el México feliz en el que
todas las mañanas nos dicen que vivimos, las cosas marchan conforme a la ruta
planeada, se transforma la vida nacional y el proyecto camina pese a las
oposiciones de aquellos que no entienden que ahora hay una y solo una palabra
verdadera.
El ejercicio retórico
cotidiano de los otros datos, se enfrenta -con bastante éxito para conservar a
sus fieles-, a la contundencia de los datos que no presentan las condiciones
idílicas de este país, que no se desempeña ni en las mejores prácticas ni
tampoco en los mejores cambios, sino por el contrario, en la reedición de
viejos usos y peores costumbres.
Con 140 mil homicidios en los
últimos cuatro años, nuestra nación es un territorio ensangrentado, víctima de
una violencia bárbara que se refleja en pérdida de vidas, además de en muchas
otras manifestaciones de nuestra dolorosa cotidianidad.
Un reto complejo y multicausal
que si bien no es originado en este periodo, en campaña se había comprometido
la definición de acciones que redujeran estas condiciones que nos llenan de
miedo. El andar del tiempo ha puesto en entredicho la claridad del compromiso
contraído y el conocimiento para resolver realmente tan duro entresijo y sin
embargo se niega la realidad.
Frente a la desigualdad y la
pobreza, la poderosa frase de “primero los pobres” se diluye cuando los datos
constatan el incremento de ambas, cuando se reducen las posibilidades de contar
con mejor empleo seguro o salud o educación dignas, reduciendo la esperanza que
cualquiera puede tener sin temor de parecer sujeto de descalificación por
desear vivir mejor y se nos presenta la virtud franciscana como el ideal que
todos deberíamos concretar.
Los logros democráticos sufren
el asedio de los que arribaron gracias a ellos y con reglas arrancadas en una
larga travesía que construyó instituciones y normas que dieron cuerpo a
procesos electivos que superaron confrontas, violencia y cerrazón, al conformar
una sociedad que miraba y edificaba demandas de libertad democrática, que
aspiraba a certidumbres en los procesos electorales, no en los resultados, de
la mano del reconocimiento a las pluralidades y representaciones de mayorías y
minorías.
Ahora se descalifica y se
engaña para cambiar lo logrado y regresar a lo que se creía superado. Se busca
desmantelar esas instituciones y reglas que tanto ha costado ir definiendo y
que siendo perfectibles, han sido garantes de años de estabilidad en las luchas
por los poderes y representaciones políticas.
Se cierran los canales del diálogo
que permitieron avanzar hasta este punto. Se dificulta pensar en la ruta
correcta para resolver nuestros problemas cuando solo se escucha una voz, una
voluntad. Si se opina distinto, inmediatamente te convierte en algo más que un
adversario. Esta crisis democrática y de tolerancia se refleja cuando se
denosta y se acosa a la manifestación distinta, excluyéndolos como ciudadanos
válidos, porque el pueblo solo es uno y tiene dueño y representación.
La oportunidad de salir de las
aciagas condiciones en que vivimos, requiere de la reunión de voces y
esfuerzos, no de una sola voz o una visión. Es necesaria la concordia frente a
la confrontación permanente y entenderlo parece complicado cuando se
envalentona el fanatismo y se promueve la cerrazón donde todos perdemos. La
historia muestra que al final, más temprano que tarde, las sociedades rebasan sus
periodos oscuros. Esperemos que los que ahora vivimos sean breves para que alcancemos
a ver su fin.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Sin duda, las
pensiones una bomba de tiempo.
twitter: @mquim1962