SU REINADO NO TENDRÁ FIN
SU REINADO NO TENDRÁ FIN
Por
Pbro. Juan Beristaín de los Santos
La Navidad nos ofrece un proyecto inagotable de esperanza: Anhelamos el Bien y queremos que no se acabe. Pero, si queremos pensar cristianamente, debemos considerar que, así como nos
gustaría que el Bien no se agote para nosotros,
tenemos que comprometernos para que nadie sea privado de él, incluidas las generaciones posteriores. Es
urgente cuidar el medio ambiente, luchar por la justicia y proteger la vida desde el inicio hasta el final.
Lucas,
el Evangelista, al anunciar el nacimiento de Jesús, precisa que llega un reinado “que no tendrá fin” (Lc 1,33); él sabía de reinados pasajeros que ofrecían una esperanza inestable y provisional.
Además, debido a que los reinos (y los reyes)
siempre administraban la justicia y repartían los beneficios de manera parcial y excluyente, mucha gente percibía que para ellos la felicidad era inalcanzable. De aquí la importancia de convencernos de que el reinado que trae el recién nacido no tiene fin: primero
porque la esperanza de que nuestra vida sea distinta, de que nuestra existencia sea mejor, es algo real. El nacimiento del Mesías entre
nosotros debe, en lugar de resignarnos, impulsarnos para evitar toda realidad que contradiga el plan de
Dios; la esperanza nunca debe morir, ni siquiera
al último.
Además, este reinado no tiene fin, porque no debe agotarse en nuestra felicidad; la poca y mucha felicidad que vayamos consiguiendo nos tiene
que animar y fortalecer para
compartir esta misma esperanza con los demás, especialmente con quienes más sufren a causa de la
pobreza, de la violencia y de la injusticia en
nuestro estado veracruzano. Más aún, según Lucas, el reinado del recién nacido no tiene fin porque va más allá del tiempo presente y del propio grupo, es decir, debemos compartir la esperanza con todos, con quienes no creen, piensan o no son como nosotros, considerando que debemos heredar esta misma esperanza y este mismo compromiso a las generaciones futuras.