SUPERLIGA EUROPEA: LA REBELIÓN DE LOS RICOS
PEÑALOZA DEPORTIVO
SUPERLIGA EUROPEA: LA REBELIÓN DE LOS RICOS
Por Emiliano Peñaloza
¡Hay tantas
cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!
Groucho
Marx
1) Los motivos
La insurrección estaba en marcha.
Nadie lo esperaba. La creación de una Superliga apuntaba al corazón financiero
de UEFA: la Champions League. Un grupo de 12 equipos intentaron
independizarse de sus federaciones y de FIFA para crear un torneo donde se
privilegiaba la ganancia al máximo, ya que no contaba con criterios de
calificación basados en el desempeño deportivo, por lo que su acceso cada año
estaba garantizado. La invitación a los clubes consistía, solamente, en cuánto
dinero redituaban.
El complot estaba hecho. Esto significó
el inicio de una guerra entre los dueños y los máximos rectores del balompié
mundial, donde el botín eran los ingresos de televisión y los derechos de
imagen. Los 12 fundadores de la Superliga pertenecían a 3 países: Inglaterra,
España e Italia. Los clubes más poderosos debido a los ingresos que generan. El
proyecto que hipotéticamente iniciaría en 2022, lo encabezaban: Real Madrid,
Atlético de Madrid, Barcelona, Milán, Inter de Milán, Juventus, Chelsea,
Manchester City y United, Arsenal, Liverpool, y Tottenham. Según datos de UEFA
y la empresa financiera Deloitte, estos 12 equipos tuvieron ingresos acumulados,
en la temporada 2018-19, de 6 mil 402.5 millones de euros.
Para tener un ejemplo terrenal de esta
cifra comparemos los gastos de la Unión Europea en la compra de vacunas para
combatir el Covid-19. Estos países desembolsaron 3 mil 100 millones de euros
por casi 200 millones de dosis. Veamos el caso de México: el Secretario de
Hacienda, Arturo Herrera, declaró la segunda semana de abril, que se ha pagado
hasta el momento, 15 mil millones de pesos. Es decir, 625 millones de euros por
las inoculaciones de Pfizer, Cansino, Sputnik y AstraZeneca. Un pequeño
porcentaje en comparación con los ingresos de esa docena de equipos.
¿Qué efectos tuvo la pandemia para
estos clubes? La evolución de sus ganancias bajó casi mil millones para la
temporada 2019-20 (5 mil 568 millones de euros), debido a las fuertes
restricciones que se impusieron en Europa y al parón de la mayoría de las ligas
y reprogramación de encuentros. Este golpe en sus carteras, seguramente, fue la
chispa que encendió los ánimos de los dueños para formar su propio torneo, los
cuales ven en la acumulación de billetes el principal objetivo de este deporte.
¿La devastadora crisis de salud por el
SARS-CoV-2 unió y configuró una relación más armónica entre los clubes para
apoyarse y equilibrar ingresos y calidad deportiva? No, estamos en un panorama
de mayor miseria y codicia que ha provocado una concentración de las mayores
bolsas en unos cuantos clubes. La Superliga fue un intento fallido para
consolidar este desequilibrio. Muchos le llaman globalización, otros piensan
que así se mejora el espectáculo, lo único cierto es, que, esto es un
canibalismo, donde los grandes se comen a los pequeños y los de media tabla
navegan alimentándose de lo que les cae del goteo de las alturas.
1) La resistencia
Planeándose en secreto, los clubes más
ricos de Europa anunciaron que formarían su propia competición. Los directivos,
actuando en la obscuridad y sin consultar a su afición, negociaron como jefes
de la mafia y desafiaron a las organizaciones que los cobijaban. Su actitud
refleja prepotencia, se asumen como dueños del futbol y lo que piensen los
demás les interesa poco o nada. “Son ellos los esenciales”. Sólo así se explica
su total improvisación en el anuncio y la falta de acompañamiento por parte de
todos los involucrados. Es más, hasta sus propios empleados no estaban a gusto
y conformes con esta nueva aventura.
¿Qué significó la creación de la
Superliga y qué consecuencias trajo? El anuncio de un torneo de élite fue
inmediatamente criticado. Fueron múltiples las razones. Los miembros de la UEFA
lo veían como un ataque frontal a la Champions League, Gianni
Infantino, presidente de FIFA, declaró que se debía pensar en expulsar a los
12, el dirigente de UEFA, Aleksander Ceferin, vio una traición; por su parte,
las ligas locales sabían que un torneo con esas características disminuiría la
inversión de las empresas de televisión que compran los derechos de transmisión
cada temporada, lo que reduciría contratos y provocaría baja de precios en
estos contenidos.
Los jugadores y entrenadores, con una
visión más romántica, se opusieron al proyecto por la pérdida del espíritu
deportivo y la competencia. Por ello, no fue raro que el entrenador del Manchester
City, Pep Guardiola, declarara que la idea de la Superliga, con una
participación asegurada para los equipos, iba en contra del desarrollo y la
esencia del futbol: “el deporte no es deporte cuando no existe una relación
entre esfuerzo y recompensa. No es un deporte cuando el éxito está garantizado.
No es un deporte si no importa perder”.
Finalmente, los aficionados,
principalmente los fanáticos ingleses, vieron la pérdida de sus valores y una
traición a su historia. Los dueños le daban la espalda a un futbol desarrollado
en los barrios obreros e industriales para darle paso a un grupo de ricos,
burgueses, que nada tenía que ver con sus orígenes. Cientos salieron en Londres
a manifestarse en contra de la decisión de esa minoría, hasta el Primer Ministro,
Boris Johnson, declaró que si se aprobaba el nuevo formato “lanzaría una bomba legislativa”
para detener la Superliga en su país.
El experimento duró unas horas. En cascada fueron renunciando los 6 clubes de la isla en el momento que se hizo público. El rechazo fue generalizado, nadie apoyó el torneo. Se suspendió la fecha de inicio y todo parece que la idea será desechada, aunque en un comunicado la Superliga no descartó que en un futuro vuelva a tomar impulso el proyecto. ¿Tomarán represalias la UEFA y FIFA en contra de los rebeldes? Por lo pronto, la máxima autoridad europea prometió mejorar los incentivos y premios para los clubes que participan en sus torneos; así como, la distribución de los ingresos (2 mil 40 millones de euros en la temporada 2019-20) y revisará el formato de competencia para que haya más enfrentamientos y se generen mayores ganancias.
1) Superliga: una advertencia
El presidente del Real Madrid,
Florentino Pérez, se proclamó vocero de este proyecto y aseguró, en una
entrevista al diario AS español, que si no se modifican los formatos de
competencia todos los clubes estarán arruinados y remató diciendo: “Aquí habrá
una sublevación de los equipos según vayan quebrando, porque sólo aguantarán
los que son de un Estado o de un dueño multimillonario y que, por entretenerse,
estén dispuestos a perder cientos de millones cada temporada”.
La férrea defensa de Florentino Pérez
a los torneos que promuevan únicamente el negocio y no lo deportivo, el
espectáculo y no el desarrollo, refleja las intenciones de múltiples
empresarios y que la pandemia detonó. Él es un simple representante de los
dueños del dinero. Pero, aunque por el momento se detuvo, no cesarán en su
intención de volver el futbol un simple espectáculo de unos cuantos.
Tampoco es para sorprenderse, no son
nuevas sus intenciones. En México lo quieren imponer realizando una fusión
entre la Liga MX y la estadounidense. Ya han intentado algunos experimentos con
competencias conjuntas: la Leagues Cup y la Campeones Cup son torneos donde unos cuantos equipos de ambas ligas compiten. Por lo pronto,
están buscando el aval de CONCACAF para finiquitar sus intenciones, justificado
en los millones de aficionados mexicanos que habitan en el vecino del norte. El
negocio está hecho.
En Sudamérica podrían mejorar su nivel
de competencia los conjuntos nacionales, vivirían muchos aprendizajes al
participar en la Libertadores o Copa América, mas no es
redituable y los federativos/empresarios buscan aumentar sus cuentas bancarias
y no está en sus prioridades foguear a los jóvenes, sino entregar un
espectáculo mediocre pero que genere dinero, ya lo demostraron protegiendo sus
intereses eliminando el descenso y con su liguilla donde califican casi todos.
El futbol en la “nueva normalidad”
buscará más “Superligas” y menos desarrollo, concentrando cada vez más los
recursos. Se vienen tiempos de ganancias millonarias y de quiebras de cientos
de clubes pequeños que se quedarán fuera ante la presión comercial y económica.
En fin, esta rebelión de ricos no se detendrá y los aficionados son los únicos
que pueden cambiar el paradigma. Veremos.