La Otra VersiónPLUMAS DE COATEPEC

¡¡Te odio pero te quiero!!

Comparte

¡¡Te odio pero te quiero!!

Por René Sánchez García.

No tiene ni media hora que puse punto final a lo nuestro y ya de nuevo te estoy deseando. La verdad no sé qué pasa conmigo, te juro que me tienes loco en todo momento del día. Te miro, me miras, nos miramos y llamas mi atención como la primera vez. Claro que recuerdo perfectamente aquel día inolvidable en que te cruzaste por mi camino. Fue en una tarde de domingo del mes de abril, llena de todo lo primaveral de la estación más bonita del año. Tú, toda tú, una gran dama en toda la extensión de la palabra. Yo, un muchacho todo inexperto que apenas cumpliría mis veinte años, sin nada más que sueños.

Estaba tranquilamente sentado en una de las bancas del parque central cuando te descubrí en medio de toda una multitud de tu especie. Llamaste mi atención por el bello color blanco de tu tez, parecido al cielo de la mitad del día. También por tu figura perfecta,  delgada pero bien delineada como aquellas aves que se suspenden en el aire. Ya ni se diga de tu forma de andar como empujada por el viento, como ver un cometa en las manos de un niño. Tal vez eso fue lo que me guio hacia ti, eras como imán donde el metal no tiene control alguno y va hacía ti. En ese momento sentí todo eso desconocido, pero maravilloso en mí ser.

Como todo principiante primerizo me acerqué a ti, te juro que mis manos temblorosas y sudorosas querían tocarte, mis ojos mirarte, mi olfato percibir tu olor, mi oído escuchar algún susurro y hasta probarte sin ese momento me lo permitías. Me dijiste ven y me acerqué y desde entonces convivimos a diario, sobre todo por las noches que es el momento propicio para la inspiración. Desde ahí he sido tuyo sin reserva alguna, aunque no podría afirmar que tú lo has sido. Así se escriben las cosas de la vida terrenal, nunca los sueños son realidad.

A diario, cuando te tomé entre mis manos, lo hice con la mayor de las delicadezas posibles. Ya lo sé, en algunas ocasiones por mi desesperación te fallé, te hice una bola irreconocible que es como un maltrato, pero tú bien sabes que siempre te pedí perdón. Cuando tú y yo estábamos completamente unidos en pensamiento sólo éramos uno, nos dejábamos llevar como las olas a la playa. Fueron muchos años juntos, hasta ahora te comprendo y tienes razón, te sientes, humillada, traicionada, olvidada y todo por culpa de eso moderno (compu y cel) que nos quitó esa intimidad que creamos con tanto amor.

En estos pocos minutos que apenas van transcurriendo añoro lo nuestro, tanto así como  un mecánico ama su herramienta; o lo que un escritor tiene y no puede vivir sin ello: máquina de escribir, goma, lápiz, clips, libros, revistas, etc. ¡¡Ven, regresa, te necesito, quiero verte de nuevo, sólo tú puedes devolverme esa felicidad y esa paz tan necesarias para mi mente e inspiración!! Te espero, no importa que ahora vengas en color rosa, verde, amarillo, azul, incluso de negro. Igual me da que regreses con marco o amartillada, o quizá más alta o más baja de tamaño o gruesa de volumen. Igual sabes que te quiero y te necesito a cada instante.

Tú sólo ven de nuevo para seguirte adorando y queriendo como te lo mereces. Te amo mi hoja en blanco. Si ahora te llamas Scribe, Kimberling, Printaform o qué sé yo, no me importa, sólo quiero que regreses.