TELÉFONO PERDIDO O PERDIDO SIN TELÉFONO
TELÉFONO PERDIDO O PERDIDO SIN TELÉFONO
Por Mary Paz Monzón
El teléfono celular dejó de
ser un artículo suntuoso, es indispensable para los hombres y mujeres de hoy. Qué
problema es que se termine la batería, lo pierda o te lo roben.
Todo esto viene a colación
porque esta semana perdí mi teléfono. Lo busqué por todos lados y nada. Lo
había dejado en el autobús. Llamé a mi número, y oh sorpresa, contestaron
inmediatamente:
-Tengo su teléfono, lo dejó en
el asiento del camión. ¿Puede venir por él?, era el conductor.
– ¡Claro!, respondí.
Media hora después, el señor
me entregó sin problema el móvil. Traté de darle una propina como gesto de
agradecimiento, pero se rehusó terminantemente. ¿Cómo cree, sí es suyo?, me
dijo.
Asombrado, agradecí, le
extendí mi mano y le dije: “Sí, hubiera más personas como usted, nuestro país
fuera muy diferente, sería mejor”. Sonrió y se fue caminando hasta perderse entre
la gente.
La tecnología electrónica
condensa en un minúsculo aparato brinda un mar de posibilidades, es un
instrumento de comunicación fantástico. Tienes acceso a redes sociales, datos
bancarios, agenda, directorio telefónico y muchas funciones más. Nos hacen genios
en el manejo del teléfono e inútiles para vivir sin él.
Las 9:30 de la noche entre
penumbras de las calles del centro de Coatepec, escuché un sollozo, era una
jovencita que caminaba desconsolada en el pueblo mágico. Apreté el pasó
preocupada por la vulnerable chica, que lloraba sin cesar. Alguien se le acercó
sospechosamente, corrió hacia ella y le gritó: Amiga, ¿te puedo ayudar? Ella
volteó con su rostro bañado en lágrimas y manos temblorosas.
¡Me robaron, me robaron! Respondió
la estudiante de la prepa Ramírez Cabañas del turno vespertino, lo supe por el
uniforme.
Al acercarme, distinguí al
señor, era un vecino, descansó mi alma, le sonreí. Al tiempo que abracé a la
joven y traté de tranquilizarla. Me pidió llamar a su mamá o papá. El vecino
nos acompañó, sin mediar palabra, hasta entregarla con su papá.
Ella más tranquila, aunque muy
preocupada por la reacción de sus padres, por haber perdido el artefacto. Mismo
que le fue sustraído en la escuela, cuando algún profesor indicó una actividad fuera
del salón, mientras el ladrón o ladrona aprovecharon la ocasión.
¿Cómo te pueden robar tus
“compañeros”?
Maestros ordenaron la revisión
de mochilas sin éxito.
Se imagina usted, hoy fue un
teléfono, ¿mañana qué será?
Fue en una escuela, mañana
será en una tienda, y después…
Hoy es alumno, mañana será un posible
interno de un penal.
Sí, la familia y escuela no cumplen
su función como factores protectores, algo estamos haciendo mal.
A ella le queda, superar el
suceso y aprender a cuidarse en un entorno donde ser joven y mujer es un doble
riesgo, caminar de noche en su tierra es un peligro.
Tendrá que recuperar sus
tareas y apuntes. Próximamente participará en un concurso de oratoria. Más
tarde me enteré que es una alumna de excelencia y sufre de burla de algunos
compañeros por sus buen desempeño académico.
Mi reflexión me lleva a
destacar la honradez del conductor y solidaridad del vecino que se atreven a
ayudar al prójimo, aún sin conocerlos.
El mismo vecino, que no socializa
con muchos, sea enfrentado a delincuentes frenando sus fechorías. No es un
super héroe, es una persona con principios y valores que camina con ellos por
la vida, exponiendo su vida y el qué dirán.
Celebro los valores, de esos
hombres y mujeres que no dudan en ayudar, esos que se enfrentan las
injusticias. Ellos me devuelven la fe, y esperanza de que todavía es posible
recuperar la cohesión social perdida.
Amigos, amigas no seamos indiferentes.
Es tiempo de reconstruir el
tejido social, sin programas llenos de intereses políticos.