TERRORISMO JUDICIAL
TERRORISMO JUDICIAL
Por Aurelio Contreras Moreno
El gobernador Cuitláhuac García Jiménez ha
perdido el piso completamente y cree que puede hacer absolutamente cualquier cosa
que le plazca, sabiéndose impune gracias a la protección que le da el
presidente Andrés Manuel López Obrador. Como si eso fuese a ser eterno y el
poder no se les acabara nunca.
La grotesca violación del Estado de Derecho que
se sufre en Veracruz ha llegado a extremos demenciales. La detención por
segunda ocasión de la jueza Angélica Sánchez el viernes pasado así lo
demuestra.
Bajo argumentos pueriles, violando
flagrantemente el debido proceso, inventando delitos, se vive una suerte de
terrorismo judicial del que nadie está a salvo en Veracruz y que lanza un
mensaje amenazador y autoritario: el o la que sigue puede ser cualquiera que se
oponga o critique las arbitrariedades de un régimen que se endurece cada vez
más, en la víspera del inicio de un proceso sucesorio que, contrario a su
verborrea triunfalista, los tiene muy nerviosos, casi en estado de pánico, lo
que los vuelve aún más peligrosos.
El proceso contra la jueza Sánchez Hernández es
un compendio de ilegalidades que tarde que temprano se les revertirán a sus
perpetradores, que no son otros que la fiscal Verónica Hernández Giadáns, la
presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado Lisbeth Aurelia Jiménez
y el propio gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
A Angélica Sánchez se le ha incomunicado por
horas en sus dos detenciones; en ambas, fue apresada por autoridades a las que
no les correspondía hacerlo –policías estatales y elementos de la Guardia
Nacional, respectivamente-; la primera vez la torturaron psicológicamente, la
obligaron a percutir un arma de fuego y le sembraron droga; y en la segunda, se
pasaron por el “arco del triunfo” un amparo porque, por sus “tompiates”, porque
la Fiscalía dice, la suspensión provisional otorgada a la juez “no tiene
alcances sobre la orden de aprehensión que fue ejecutada, ya que la misma fue
emitida con posterioridad a la presentación de la demanda de amparo, por lo que
solo la protege contra órdenes de aprehensión emitidas previamente”. Y todavía
la acusan de “darse a la fuga” por asistir públicamente a un acto al Senado de
la República, donde fue incluso reconocida por los legisladores. Inaudito.
No son menores los alcances de este quebranto
flagrante de la mínima certeza jurídica. Los jueces locales ya se la saben:
cualquiera que se “atreva” a aplicar la ley en contra de los intereses del
gobierno de Cuitláhuac García correrá la misma suerte de Angélica Sánchez, lo
cual deja en la completa indefensión a todos los ciudadanos del estado de
Veracruz, que estamos en riesgo de ser las siguientes víctimas de una caterva
gangsteril, de costumbres pandilleras, embriagada por las mieles del poder.
Las amenazas no son únicamente para los
impartidores de justicia, para los activistas y para los opositores políticos.
También para los periodistas.
Este domingo se difundió que la columnista
Claudia Guerrero fue citada a declarar por la Fiscalía General del Estado el
próximo martes por la mañana en calidad de “investigada”, lo cual es claramente
una intimidación que, conociendo cómo se las gastan en la actual administración
estatal, podría llevar incluso a la detención de la periodista, que ha sido
especialmente crítica del gobierno y la persona de Cuitláhuac García.
Más allá de si se coincide o no con Claudia
Guerrero, el hecho de que se intente amedrentarla y hasta buscar detenerla por
ejercer el periodismo lleva el autoritarismo de Cuitláhuac García a otro nivel:
el de persecutor y violentador de la libertad de expresión y de prensa. Si se
atreve con una, después se le hará fácil con cualquiera.
Con su desmesura desquiciada, Cuitláhuac García
se acerca aceleradamente al nivel de un vulgar tiranozuelo, que lucha
denodadamente por convertirse en el peor gobernador de la historia de Veracruz.
¿Qué sigue después de maniatar y amordazar a
sus críticos? ¿Que los mate? Solo eso le anda faltando.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras