TODOS LOS BIENES SON DE TODOS
TODOS LOS BIENES SON DE TODOS
Todos somos ciudadanos por derecho propio, con todos los
derechos y obligaciones, sólo por el hecho de ser personas. Por ello, es
deseable que proyectos venideros en nuestro estado veracruzano tengan como
piedra angular la justicia equitativa y distributiva. Los abundantes recursos
de Veracruz deben ser para todos,
pero especialmente para aquéllos que se han quedado rezagados o fuera del
desarrollo integral. Todavía hay un gran número
de veracruzanos que viven en la pobreza extrema y que esperan pacientemente que
se les tienda la mano con acciones concretas de promoción humana
para acceder al desarrollo cultural, social y económico. Se ha hecho mucho en
la promoción humana, pero falta mucho más por hacer en favor de los más
desfavorecidos.
Siempre será una asignatura pendiente para quienes nos
gobiernan, la lucha contra la desigualdad y marginación económica y social que
viven tantos mexicanos y veracruzanos. Hoy es tiempo de voltear a ver
a los que viven en la pobreza para tenderles la mano hasta
que se incluyan en el desarrollo integral de nuestra patria y de nuestro estado
veracruzano. Nos empobrecemos más cuando les damos la espalda a quienes son
nuestros conciudadanos que esperan una oportunidad de un buen trabajo y así disfrutar de los bienes y satisfactores
que genera la ciencia y la tecnología.
El principio del destino
universal de los bienes será una piedra de toque en el actuar de gobernantes y
ciudadanos que consiga que todos disfrutemos de los bienes de la creación, pues
“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma
equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad” (Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, número 179). Los bautizados debemos comprometernos con nuestras acciones personales para recordarles a todos que Dios ha dado la tierra
a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus habitantes, sin
excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno. He ahí, pues, la raíz primera del
destino universal de los bienes de la tierra. Ésta, por su misma fecundidad y capacidad de satisfacer las necesidades del hombre, es el primer
don de Dios para el sustento de la vida humana. La persona, en efecto, no puede
prescindir de los bienes materiales que responden a sus necesidades primarias y constituyen las condiciones básicas para su existencia; estos bienes le
son absolutamente indispensables para alimentarse y crecer, para comunicarse,
para asociarse y para poder conseguir las más altas finalidades a que está
llamada. Es tiempo de compartir con los demás lo que somos, tenemos y sentimos
para construir una sociedad más justa y solidaria. Es necesario actuar más y
hablar menos