Todos somos enemigos
Todos somos enemigos
Pedro
Peñaloza
“Mientras mayor sea el poder, más peligroso es el
abuso”.
Edmund Burke
La ruta de colisión desarrollada por el presidente
López Obrador parece no tener fin. Su argumento para ello es que él “sólo está
ejerciendo su derecho de réplica”. Sin embargo, hay un pequeño gran detalle,
AMLO es el presidente de la república y cuenta con todos los medios y recursos
para “ejercer su derecho” y machacar su verdad con hegemonía notable.
El tabasqueño a veces olvida cuál debería ser su
papel como titular del ejecutivo federal. Esto debe verse desde la meseta de la
ortodoxia constitucionalista y democrática y dar paso a una discusión pública,
con y entre los tres poderes. Se necesitan otros argumentos distintos a los
fundamentalistas que se emiten desde el púlpito mañanero
Claro, es difícil avanzar en una dirección distinta
a la que hoy domina. AMLO nutre su legitimidad mediante el monopolio de la
conversación pública. Para él las misas de siete son el escenario cotidiano de transmisión
ideológica dirigida a sus fieles y enemigos políticos. Por eso y por su perfil
autoritario, AMLO es reacio a que se ventilen los asuntos públicos entre los
distintos. Es más, para el ex jefe de gobierno los otros dos poderes deben
servir únicamente para avalar sus iniciativas y planteamientos. El legislativo
mediante su mayoría simple y el judicial por el influyentísimo que ha venido
construyendo. No le interesa otra cosa. Nada de acercamientos plurales para
deliberar entre fuerzas políticas distintas.
No obstante, la aparente comodidad en que descansa
hoy el poder presidencial, estamos viendo una reacción desesperada de quien se
arma distractores para ocultar el fracaso de su gobierno y las principales
promesas que enarboló. El país no está bien. Violencias generalizadas, la
pobreza y la precariedad avanzan sin parar, los servicios de salud son una
pesadilla, la educación pública carece de rumbo y los sectores
culturales/científicos son vistos como un estorbo para su discurso, por lo que
se tienen que controlar y domesticar. El CIDE es un ejemplo, pero las
universidades a lo largo del país ya viven los embates de mandarines y
burócratas, por supuesto, el manjar es la UNAM, donde ya merodean los pequeños
enviados de Palacio Nacional.
Por eso, ante sus limitadas políticas públicas y
programas sociales, AMLO despotrica y lleva al linchamiento social a quienes se
atreven públicamente a exhibir su doble moral e ignorancia. La pregunta es
pertinente, ¿hacia dónde quiere llevar su belicismo verbal el ciudadano
presidente? Conforme se empiece a derrumbar su “transformación”, sus miedos y
virulencia aumentarán. Poco a poco crece el número de enemigos imaginarios.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz