TOMAN MIGRANTES CENTRAL DEL NORTE COMO REFUGIO
TOMAN MIGRANTES CENTRAL DEL NORTE COMO REFUGIO
Manuel
Alejandro Alvarez Torres
Agencia
Reforma
Ciudad
de México 21 septiembre 2023.- La Central del Norte y sus alrededores se
convirtieron en un refugio de migrantes.
Ante
el freno de trenes, ahora intentan viajar en autobús. Pero deben obtener un
permiso de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar)… y dinero.
«Estamos
pidiendo en las esquinas, a veces hacemos mandados para tener dinero»,
dijo a REFORMA un migrante.
Aquí
los venezolanos están en jaque.
Jorge
y su familia tuvieron que unirse al campamento que se instaló en el camellón de
la calle Hospital Benito Juárez, a un costado de la Terminal Central de
Autobuses del Norte, en espera de reunir dinero necesario para viajar a
Monterrey, Nuevo León, como enésima escala.
El
sudamericano ya sumó cuatro días en la Ciudad de México, pero se agotó su
dinero. El tren al norte era su salvación.
«Estamos
pidiendo en las esquinas, a veces hacemos unos mandados, pero la gente se
molesta, no nos dan trabajo, así estamos, a la deriva.
«Llegué
con los pies destrozados de las caminatas esperando encontrar ayuda en la
Comar, se habló de transporte gratuito para Monterrey, pero todo fue falso. No
tenemos papeles como los haitianos, esos documentos con los que pueden viajar,
tenemos miedo de que nos deporten», dice el migrante.
Las
empresas de autobuses exigen una identificación o documento oficial del país
para viajar.
«Nos
dicen que hay camiones afuera de la central que nos cobran hasta en 800 pesos
la corrida, pero que no se hacen responsables si nos bajan los de Migración, o
sea, es dinero tirado a la basura», se queja la esposa de Jorge.
Por
esta situación, en el cruce de Hospital Benito Juárez y Norte 1-F, entre el
humo de las fritangas y los camiones, los venezolanos se unieron al campamento
de alrededor de diez casas de campaña, y otras de lámina y cartón, en espera de
destrabar esos factores.
«Esto
va a estallar, se va a llenar de hermanos si no nos dejan avanzar», advierte
uno, cargando cubetas con agua.
Lavan
su ropa con el líquido que les facilitan los taxistas de la terminal de
camiones.
También
solicitan comida a las loncherías o taquerías que pululan en la zona.
«Lo
que sobre, papi, por el amor de Dios», les dicen a los taqueros sudorosos.
«Nos
dan papas quemadas y nopales», señala Julio, otro venezolano.
«O
25 pesos por barrer, tirar la basura y lavar platos, o nos dan 10 panes
(bolillos) y, ay padre, lo que les decimos es que necesitamos dinero, con 25
pesos compras un queso y ya se acabó; con el pan, pues ya, duermes papi, pero
no juntamos el dinero», desespera aparte Jorge, quien carga a su hija en
el pecho.
El
viaje a Monterrey cuesta alrededor de mil pesos en clase austera.
«Así
que a esperar para juntar ese dinero y regresar a la Comar y, sobre todo,
esperar que no nos enfermemos, mi hija tiene asma, es otro problema, por los
medicamentos», añade.
-¿El
tren no es opción?, se le pregunta.
«Sí,
pero están paradas las máquinas, los hermanos se están asando en los rieles en
el día. Y temblando de frío en la noche», responde. «Nos han dicho
que no suben».
Los
más sonrientes o menos preocupados son los haitianos. Muy pocos pernoctan en la
zona. Usan sus celulares para enterarse de rutas, precios y hasta dónde comer.
También
se comunican para no hablar con extraños y mucho menos adquirir algo o viajar
en vehículos no autorizados.
Junto
a la central camionera engullen tacos en «El Jarocho», comida corrida
en «La Poblanita» o se sientan en la sombra a consumir alimentos en
«El taco loco».
Algunos
más prefieren los comercios de comida rápida dentro de la terminal.
Esperan
unas horas y después, con documentos en mano -expedidos por la Comar, que les
facilita la estancia en el País- compran sus boletos a Monterrey o a Ciudad
Juárez.
Los
molestos son los «viene viene» y algunos otros comerciantes.
«Dejan
su tiradero, usan espacios que no deben, y todavía se aferran», se queja
un cuidacoches.
«Estorban
las entradas de los comercios y no compran en muchas ocasiones, es muy
molesto», dice Eva, una vendedora de maletas.
El
lunes pasado, centenares de extranjeros, principalmente haitianos, intentaron
ingresar a las instalaciones de la Comar en Tapachula, Chiapas, para tener
permisos expeditos y desplazarse por México.
La
crisis obligó a los migrantes a buscar distintas formas para trasladarse a la
frontera norte, entre ellas por trenes, lo que ocasionó un paro temporal de 60
máquinas de Ferromex.
Ahora
los autobuses son la válvula de escape, al menos para los haitianos.
«Pues
es que a nosotros no nos informan, hermano, que se sepa, ellos (los haitianos)
pagan a las autoridades por papeles, uno que no tiene la plata, pues, ve…
aquí haciendo casitas en la calle», se queja otro venezolano en «el
camellón del migrante».
El INM
indicó en una respuesta de información que de enero a agosto de este año ha
otorgado en la Ciudad de México 44 mil 657 constancias de refugio.
«Sí
habíamos visto flujo de migrantes, pero esto ya está cabrón, les cobramos 2 mil
por llevarlos al tren, y nos prometen que van a juntarlos», señala un
taxista de la terminal camionera.
Mientras
tanto, Jorge continúa preguntando: «¿Acá hay vacantes?».