TRAMPA MORTAL
TRAMPA MORTAL
Rúbrica
Por Aurelio Contreras
Moreno
Bajo el pretexto de la austeridad y un
supuesto –y claramente falso- combate a la corrupción, el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador –y los de sus “minimís”, como Cuitláhuac García Jiménez-
han emprendido el desmantelamiento de programas e instituciones con la
finalidad de ejercer un férreo control sin tener que rendir cuentas de nada,
destruyendo en tiempo récord lo que a la sociedad mexicana le costó décadas de
enorme esfuerzo y miles de vidas.
La sonada desaparición de los fideicomisos
para ciencia, arte y tecnología de hace dos años fue apenas el principio de una
alocada carrera por desvencijar instituciones, saquear sus fondos y
dilapidarlos, al grado de que acabaron con todas las reservas financieras que
se ahorraron durante el satanizado “periodo neoliberal” y ya no hayan de qué
más apoderarse para financiar una administración a la que no hay dinero que le
alcance para derrochar.
Como muchos de los excesos de la mal llamada
“cuarta transformación” han sido expuestos y en algún momento contenidos por
esas instituciones que se crearon a instancias de una sociedad que se organizó
para exigir sus derechos a la información, a la rendición de cuentas, a la
equidad e igualdad, a la educación de calidad y a la justicia, el régimen
dirige sus baterías contra esos organismos para, si no desaparecerlos porque
–al menos por ahora- no tiene la fuerza legislativa suficiente, sí volverlos
inoperantes, inservibles. Y así, justificar finalmente su desaparición.
Hace poco más de dos semanas, comenzó una
embestida a través de una cada vez más penosa y servil Suprema Corte de
Justicia de la Nación contra el derecho a la información, al echar abajo
resoluciones del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales que eran legalmente inatacables, sentando un
precedente funesto, pues abre la puerta para que los entes que manejan recursos
públicos oculten su manejo bajo el pretexto de la “seguridad nacional”.
Para no ir muy lejos, la semana pasada la
Guardia Nacional reservó por cinco años la bitácora y la lista de los pasajeros
del avión oficial de esa corporación que utilizó el secretario de Gobernación,
Adán Augusto López Hernández, para asistir a un acto político de Morena en
abril pasado en Torreón, Coahuila, para promover la consulta de revocación de
mandato presidencial. La razón argüida, la predecible: dizque por “seguridad
nacional”.
Al mismo tiempo, la Secretaría de Gobernación
reservó por tres años toda la información sobre la asistencia ¡de su propio
titular! al mismo acto proselitista, justificándose en que existe un
procedimiento legal contra López Hernández en el Instituto Nacional Electoral -por
violar la Constitución, le faltó precisar- y por tanto, no puede hacer pública la
información.
Especialmente importante para el régimen
lopezobradorista es desmantelar los organismos electorales, tanto a nivel
federal como local, para tomar por completo el control político del país y
borrar de un plumazo cualquier posibilidad de competencia electoral libre y
equitativa. Pero a sabiendas de que no tiene los votos para hacerlo a nivel
constitucional, tomó la ruta de las reformas a sus leyes orgánicas secundarias
para desde ahí, dejarlos en el puro cascarón.
Fue el caso también de la reforma que tras
más de 20 horas de debate desapareció del Instituto Electoral de la Ciudad de
México áreas sustantivas como las unidades de Fiscalización y de Género, bajo
el pueril y absurdo pretexto de que “sale muy caro” y ya sabe, la “austeridad”.
En realidad se está trazando el camino para
destartalar a los Organismos Públicos Locales Electorales de las entidades
federativas, que de por sí en la iniciativa de reforma electoral de López
Obrador se plantea desaparecer para concentrar todas las funciones electorales del
país en un paquidérmico y pálido ente cuya integración no garantizaría de
ningún modo imparcialidad, confianza ni certeza en la organización de las
elecciones. Para eso lo hacen.
El objetivo claro es desmantelar todas esas
instituciones que aún representan un contrapeso al poder sin freno para convertirlas
en órganos a modo de un régimen absolutamente opaco, antidemocrático y violador
contumaz de la ley.
Un retroceso inmenso para un país que se
desangró por alcanzar y defender sus derechos y que cayó, pavorosamente, en una
trampa mortal.
“No
pasó nada…”
Cada vez es mayor la certeza de la
connivencia de las autoridades de la mal llamada “cuarta transformación” con el
crimen organizado.
El retén de sicarios que detuvo al “pull” de
prensa presidencial en Badiraguato, Sinaloa, sin que elemento castrense o de
seguridad pública estuviera ni cerca siquiera, y la respuesta del presidente
minimizando los hechos –“no pasó nada”- solo dejan cada vez más en claro cuál
es el significado de la “estrategia” de “abrazos, no balazos”.
Por lo demás, la reacción de López Obrador
recuerda a aquella tristemente célebre del ex gobernador veracruzano Fidel
Herrera Beltrán, que cuando los empresarios le fueron a pedir ayuda porque los delincuentes
los extorsionaban y secuestraban, les contestó: “pues págales, si sí tienes el
dinero”.
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