UN MAL SUEÑO
UN MAL SUEÑO
A veces pienso que fue un
sueño, algo que no me paso a mí. Hay días que no recuerdo esos largos meses. A
veces creo olvidarlo todo. Pero de repente se para mi mundo. Y regreso a
sentirme vulnerable. No sé si en algunos años pase esta sensación. Pero lo
que sí es cierto es que de repente todo vuelve a doler.
A partir de ese día no he
vuelto a dar por sentado nada. Era un 13 de mayo del 2021, en el que la
vida se me partió, en el que la bomba atómica exploto. Estábamos en plena
pandemia por el COVID, no creo exista alguna persona que no le haya cambiado
sus planes esta terrible enfermedad que se llevó a tantas personas valiosas.
Soy médico anestesióloga, particularmente estos meses fueron en extremo
difíciles por todo lo que implicaba como especialista en la salud el COVID.
El 12 de mayo del 2021 había
regresado del trabajo, estaba muy contenta porque faltaban unos cuantos días
para salir de vacaciones. Estaba viendo una película con mi esposo. Mis hijos
dormidos, de repente me siento una bolita en mi mamá izquierda. Aún no sé cómo,
pero por instinto o intuición pensé en que debería revisarme para asegurarme
que no fuera nada malo. Al día siguiente
pedí de favor a una amiga hacerme un ultrasonido. Llegue al siguiente día a realizarme
el estudio, me dieron una bata, me cambie, me recosté, me pusieron un gel frio.
Comenzó a revisarme, y de momento note una expresión de esas que nadie quiere
ver en otra persona. Ella llamo a la colega que tenía al lado. Los focos rojos
se encendieron de repente para mí. Ahí supe que había algo malo. Aunque no
pensé que tan malo. Como médico se perfectamente cuando hay silencios, esos
silencios dicen mucho. Marlene, Tienes que hacerte estudios, una mastografía,
entre otras cosas. Yo respondí. Quieres que vaya con mi ginecóloga. Y me dice.
Tienes que ir con un oncólogo. Así como en las películas me vi de repente
hundida en esa sala, todo se oscureció, y sólo dije muchas gracias Tere.
Sali de ahí, mis pisadas eran
débiles, no llore, no pude. Creo que pensé que no era cierto, que no podía ser
cierto. Tengo 3 hijos (me dije a mi misma), tengo 38 años, ni siquiera me
tocaba aún hacerme mastografía
Mi esposo se encontraba
rotando ese día, él es pediatra, compañero del mismo turno. Lo ví y le platiqué
lo que me habían dicho minutos antes, no lo podía creer; me dijo, hay que estar
en calma, y me abrazó. En ese momento no pude llorar, todo lo recuerdo borroso.
Salimos del trabajo, y desde ahí mi esposo comenzó a hacer llamadas, él nunca
se quedó quieto, no vi en él dudas; sólo decía todo estará bien. No supe cómo
se sintió él en esos momentos, no le pude preguntar. Llevamos más de la mitad
de nuestras vidas juntos, en las buenas, en las malas y en las peores. Hizo
llamadas ahí en el estacionamiento, le llamó a David nuestro amigo y ángel de
la guardia, oncólogo quirúrgico. Le indicó que tenían que hacerme una biopsia
dirigida por ultrasonido. Sacó cita en ese momento con una amiga, y le dio cita
para el siguiente día.
Esa noche no recuerdo cómo
pude conciliar el sueño, vi a esos tres corazones al lado mío; Emilia, Antonio
y Alejandro. Pensé en que tenía que sacar fuerzas de donde fuera necesario.
Fui a mi cita para el
ultrasonido de mama, mientras lo hacía yo lloraba y lloraba. No podía parar de
llorar; tanto que creo mi sentir lo contagié con la Dra., ella también lloró.
Me dijo será un proceso largo; pero estarás bien. Ahí pensé largo…que no me
quitan la mama y se acabó. Cuánta razón tenía; si es un proceso largo, como un
camino empedrado. Nahima me abrazo, me consoló; me explico que veía 3 lesiones
de mal aspecto. Me mando a la mastografía. Y me dijo te veo en la noche. Para
hacerte la biopsia dirigida, ya hablé con el patólogo para que venga y en ese
momento se lleve el tejido para analizarlo. Paso a realizarme la mastografía y
volví a llorar; no se si algún día he llorado tanto como en ese momento,
lloraba sin parar, no podía controlarme, no podía ni estar en pie. Llore por
todo y por nada, llore por que como médico sé bien lo que significa el cáncer. Y se me metió en la cabeza una pregunta que
es peor que el cáncer. ¿Por qué a mí? Porqué a mí, estaba en mi mejor momento,
hago ejercicio, me cuido, como saludable, tuve tres hijos, a los cuales amamanté.
Estadísticamente no me tenía porque pasar esto a mí. En mis 38 años, de mi vida
perfectamente ordenada, no me había dado el lujo de perder la compostura, y
saben qué; eso también enferma. La
persona que me hizo el estudio tuvo mucha paciencia. Hasta que pudo hacerme el
estudio cuando logre calmarme un poco. Sali y vi a mi esposo. Esa mañana fue la
primera muestra para estudios de laboratorio, la primera de muchas durante
meses. En la noche me tomaron la biopsia
y me dijeron que en unos días estaría el resultado
Ahora que lo pienso es como si
estuviera viendo una película, con un personaje que no soy yo. Pasaron 5 días
después de la biopsia. Fuimos por el resultado, No había duda era cáncer, pero
depende de otros factores para saber que tratamiento seguir. Si me quitarían
una o ambas mamas, si era radioterapia primero, de ese resultado dependían
muchas cosas. Es dependiente de hormonas acuérdate que nos dijeron que eso es
bueno.
Le llamo Toño a mis dos
angelitos, el Dr. David y Gustavo. para ver cuándo podrían verme para revisar
los estudios y ver que seguía. Me tomé otros estudios para ver si no había
metástasis, me hicieron un gramagrama óseo. No tienen idea de cuanto sufrí
esperando estos resultados. Afortunadamente salió negativo. Mi querida amiga
Lety que es genetista, vino a casa a tomarme una muestra de sangre para
enviarla y ver si era positivo a Breast Cancer 1 y 2. Fue negativo el resultado
Tuve mi cita con el cirujano
plástico y cirujano oncólogo quirúrgico. Ambos nos dijeron que era lo que
seguían, ellos habían discutido el caso, y dijeron que podían quitar la mama y
al mismo tiempo poner un implante, me llenó de alegría. Al fin una buena
noticia. Me puse en sus manos. Como siempre pensando que todo debe salir como
lo planeado. Pensé me quitan la mama, me ponen el implante, quimioterapia y
listo. Pues no… y aquí viene otra historia.
Las cosas no salieron como las
planeé, nada salió así. Creo que, por mi estado de negación, y por la rapidez
que se dieron las cosas, no hice muchas preguntas pertinentes. El ser tan
controladora y planeadora no ayudo, pero al menos ahora sé que por esa razón se
me han dado tantas lecciones. Marlene no es como tú quieras, es como deben ser
las cosas.
El día de mi primera cirugía,
no lo recuerdo bien. Pero al despertar tenía una venda alrededor de los pechos,
un drenaje o más bien dos drenajes bastante molestos e incomodos. Quiero
recordar y es como ver todo borroso, mi anestesióloga, que es una gran maestra
y alguien a quien admiro mucho, me consintió, también estuvo conmigo Arturo mi
cuñado, quien me ayudo múltiples veces cuando llegue a tener mucho dolor. Me
dejaron una bomba para el dolor. Todo salió muy bien. Siempre estuve en
excelentes manos, me dijeron que no hubo casi sangrado y que no perdí complejo
areola pezón. Me quitaron la primera cadena ganglionar, talvez el brazo fue lo
que más me molesto. Al día siguiente cuando me quité la venda, vi todo
perfecto, todo en su lugar. Lo difícil vino después, conforme pasaron los días
notaba que la herida no sanaba. Acudí a valoración con los doctores, ambos
intentando poder salvar el implante. El manejo fue el uso de cremas que se
ponían en la herida, su cubría y no la podía mojar en 5 días. Era época de
calor, realmente fue algo muy difícil emocional y físicamente, ya que la herida
iba progresando muy lentamente.
Se vino el día de mi
cumpleaños, con cero ganas y energías celebre, pensando en todo momento en mi
herida, era un pensamiento que no paraba. Reía sin querer reír. Paso este día
sin mucho que contar. El cirujano plástico decidió cerrar la herida, todo
parecía estar bien me volví a animar. Habían pasado varias semanas así que
tenía ya programada mi primera sesión de quimioterapia, usaría dos agentes. La
quimioterapia era lo que realmente me daba terror, era mi peor miedo. Tan sólo
pensar en eso, no paraba de preguntarme. Si después de eso seguiría siendo yo
misma. Mi cabello estaba bien cuidado, traía unas mechas lilas, realmente
estaba en una etapa de mi vida en la que me gustaba realmente mi apariencia, es
cuando te aceptas y quieres como eres. Ni modo, era lo que seguía, el doctor me
dijo, el cabello se caerá. Me recibieron unas encantadoras enfermeras, que me
trataron muy bien. El lugar muy confortable, una sala con un reposet y una
televisión. Mi compañero de vida estuvo conmigo desde la terrible noticia,
hasta que todo termino. Siempre ahí. Me hubiera gustado que me contara, como se
sentía, como sintió que tu compañera de vida, “su otra ala” pudiera talvez ya
no estar más con él y los niños. También me acompaño en está y todas las demás
sesiones mi madre y la Dra Vero. Y nunca me falto el mensaje de mi amiga
Xochilt dándome animos.
Estando en el lugar donde
recibí la quimioterapia, ya estaba todo listo, me canalizaron el brazo derecho
sin problema. Me explicaron todos los síntomas, los medicamentos que podrían
ayudarme: cansancio, dolor articular, nausea, poco apetito, los síntomas más
frecuentes. Pasaron exactamente tres días y comenzó la fatiga, un poco de dolor
articular; a la semana empecé a notar que el cabello se me estaba cayendo.
Mientras la herida se abrió y todo el avance se perdió. Me dijeron que me
pusiera nuevamente las cremas, y que retrasáramos la segunda quimioterapia unas
semanas para ver si lograra por fin cerrar.
La caída del cabello continuo,
sin piedad, sin tregua, cada día era peor que el anterior. Decidí acudir a que
me hicieran un corte de cabello muy corto para aminorar esto, mi amiga la Dra.
Vero, llego a donde estaba yo. Para mi sorpresa por solidaridad ella traía el
cabello corto. Me lleno el corazón ese gesto. Aguante con los ojos llenos de lágrimas,
cada vez que cortaban más y más mi cabello. Desafortunadamente el cabello nunca
dejo de caerse. Así que tres días después del corte de cabello, le dije a mi
mamá, que si lo podía quitar. Esa señora con una fuerza que no sé de dónde la
saco. Preparo todo para raparme, mi hija en una esquina enojada, no podía
entender porque su abuela hacia esto.
Toda mi vida fui de cabello
chino, esponjado, difícil de manejar (o eso creía yo), herencia de ambas
abuelas materna y paterna; muchas veces desee no tener ese cabello (bien dicen
que a veces nuestros deseos se cumplen no de la forma que quiere uno), lo alacié
durante años. Como lo valoré al perderlo; grité internamente, maldije, pero
este grito me lo callé. Me dolían los huesos, y el corazón. El dolor físico era
por efecto de la quimioterapia, y el dolor del corazón era por todo.
Estuve por semanas poniendo la
crema en la herida, iba progresando mejor, estaba casi a punto de cerrar, pero
ya tenía que tomar mi segunda sesión de quimioterapia. Me dan mi sesión, y al
día siguiente la herida estaba tan mal que se veía un poco del implante. El
implante se expuso, así se le dice. Marlene es momento de retirar el implante,
me dijo el Doctor Gustavo.
Con profunda tristeza y
desgano, se llega el 3 de septiembre. El procedimiento no duró mucho, me
retiraron el implante. Me dieron de alta cuando me recuperara de la anestesia. Llegué
a mi casa sin alma, sin ganas, no pude verme al espejo, hasta días después. Por
fin pude bañarme y sentir el agua en la cara. Mientras tuve la herida que nunca
sanó, me tenía que bañar con una cubeta. A veces recuerdo esto cuando estoy en
la regadera y disfruto más el baño. Me vi en mi espejo, vi la herida, vi ese
espacio vació donde alguna vez hubo un pecho. Ese pecho que alimento a mis
tres hijos ahora no estaba. No quería nada, me quedé en mi cama, ahora si
sin fuerzas para levantarme. Llego mi tía y me dijo aquí no vas a estar, no
recuerdo donde me llevó, pero me animé. Ese día mi mamá llevó a su amiga que
había pasado por cáncer de mama hace unos años, una mujer hermosa, alta,
simpática. Me habló con el corazón. Se descubrió el pecho me enseño su
cicatriz. Y me dijo Marlene, tú no eres un pecho, tu eres todo. Eso no te
define. Yo estoy aquí y después tu estarás apoyando y diciéndole a otra mujer
las mismas palabras. Eso fue medicina para el alma.
Pasaron mis sesiones de
quimioterapia, la tercera fue la peor. Llegó
un día a finales de noviembre, en el que me darían mi última quimioterapia. No
me reconocía mucho a mi misma, sin cabello, con kilos de más (que hasta la
fecha me ha costado quitar), sin cejas, sin pestañas, sin mi pecho. Pero agradecí
el poder estar viva. Y haber resistido la sexta quimioterapia. Mi esposo, mi
mamá y la Dra. Vero, estuvieron ahí para tocar la campana. Cuento esto y se me
pone la piel chinita.
Con respecto a mi herida
cuando me quitaron el implante, sano inmediatamente. Creo mi cuerpo nunca lo
quiso, porque había que darle tiempo al tiempo, y aún no era su momento. Tomé
terapia por meses, y con mucha paciencia, fui logrando mis objetivos. Aunque sé
que tendré algunas secuelas de por vida, volví a nacer, y tuve que aferrarme y
adaptarme a las nuevas circunstancias. Como el ave fénix, a volver de las
cenizas. Me pusieron un expansor tisular para posteriormente ponerme el
implante de mamá.
Había decidido hacer un gran
festejo por mis 40 años, contrate un salón muy bonito, contrate comida,
meseros, les pedí a los invitados vestirse con ropa colorida, la temática era
hawaiana. Decidí ese día festejar estar viva.
Antes de regresar a trabajar,
tuve cita con una psiquiatra quien me diagnosticó depresión. Tomé mi tratamiento
farmacológico y psicológico, por varios meses. Cada consulta de control con la
psiquiatra era sintiéndome mejor y más fuerte. Había dejado atrás esto tan
importante que es la salud mental, la había postergado. Era lo que me faltaba
para seguir sanando. Sé sana no sólo por fuera, sino también por dentro. Y me
temo que sanar por dentro cuesta más, que sanar una herida.
Pasaron 3 meses, y la
psiquiatra, me dijo estás lista para regresar a trabajar. Te veo muy diferente,
no te veo ansiosa, te veo tranquila, positiva; y más enfocada en el ahora, y no
el futuro, ni en el pasado. Y volví a
trabajar, y me di cuenta de que mis manos funcionaban a la perfección, de que
el trabajo que siempre me había gustado hacer, lo podía seguir haciendo. Aprendí
muchas cosas y sigo aprendiendo. Regrese al trabajo mejorada en muchos aspectos.
En este proceso he visto
amistades alejarse, he visto gente que no supo que decir, o simplemente no
quisieron acercarse. Escuché es que no
quise ser inoportuno por eso no te escribí, saben en estos momentos un mensaje,
una llamada o una visita, no es inoportuna, todo ayuda y fortalece los días más
difíciles, sin embargo, comprendí con quien se puede contar
Por azares del destino, entré
al grupo JUVECAN, “Juntas venciendo al cáncer”, ha sido una tan hermosa
experiencia, me encontré personas tan maravillosas y solidarias. Roge es nuestra líder, una señora
hermosa con un corazón enorme. Al llegar a este grupo, llegué con el corazón
abierto a compartir mi experiencia y poder ayudar. Pero he sido yo la más
beneficiada con el cariño de todas. Y pude decirles que todo pasa y que vale la
pena luchar… gracias a este grupo el año pasado en el mes contra la lucha del
cáncer de mama, me tomaron una sesión de fotos, me maquillaron, me
entrevistaron, hermosa experiencia. Pude dar un mensaje a las demás mujeres y
creo que pude dar esperanza.
Hace unos meses me pusieron el
implante definitivo, y por decisión propia me quitaron mi mamá derecha y pusieron
un implante. Tampoco fue fácil. Llevé 20 sesiones de cámara hiperbárica para
sanar. Pero hoy en día me encuentro feliz de haber podido pasar todo esto que
les cuento, y estar viva. Renací… y ahora me quiero comer el mundo. No fue
fácil, no fue rápido, fue un proceso largo, y aún no termina. Sé que durante
toda mi vida que espero sea muy larga tendré que hacerme estudios de control.
Sé que quedará un miedo guardado bajo llave de que ese monstruo regrese. Pero
permaneceré con fe y con ganas de enfrentar cualquier obstáculo que se me
presente.
Espero este texto les sirva
para saber que es muy importante hacer conciencia acerca de la prevención, si
yo no hubiera asistido a realizarme ese ultrasonido el 13 de mayo del 2021. No
sé si estuviera escribiendo estas líneas. Ámense, cuídense … Vivan el hoy, vean
en su interior. No esperen como yo lo hice hasta que pasó esta pausa
intencionada de la vida.
Con
amor
Marlene
Yolanda Cortés Sosa
Gracias a todos por tanto…Esposo Antonio, Hijos, Mamá, papá, Jafet,
May, Fer, Tía Martha, Alina, Arturo, Alfredo, Leti, Dra Vero, Xochilt, Mariano,
Daniel, a mis doctores David, Gustavo, Dra. torque, Yuky, Dr. Henry. Al
grupo JUVECAN. A todos y cada uno de
las personas que pidieron por mí.