UN MES DE TERROR
UN MES DE TERROR
De acuerdo con la
definición de la Real Academia Española de Lengua, el terrorismo puede
entenderse como una “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir
terror”, así como la “actuación criminal de bandas organizadas que,
reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma
social con fines políticos”.
Las últimas dos
décadas, las bandas del crimen organizado en México se han dedicado
precisamente a eso, a generar altísimos niveles de violencia con el propósito
de infundir terror entre la población. Lo han hecho con métodos que pudiéramos
considerar como “tradicionales”, como las explosiones de bombas, aunque en una
escala realmente baja. Pero su fuerte ha estado más bien en la exposición
cruda, salvajísima, de cuerpos torturados, cercenados y abandonados en la vía
pública, o bien expuestos en internet.
Esas escenas se han
convertido en el día a día en la mayoría de las regiones del país. Ciertamente,
esto sucede desde hace varios años, bajo la responsabilidad –e incluso
complicidad- de otros gobiernos. Pero es una realidad que en la administración que
terminó hace un mes y en la que cumple ya sus primeros 30 días, la violencia
más descarnada no disminuyó ni un ápice, aunque desde Presidencia, antes y
ahora, pretendan marear a la opinión pública difundiendo porcentajes engañosos
o francamente falaces.
Por el contrario, hay
claramente una escalada violenta que ha marcado las primeras cuatro semanas del
sexenio de Claudia Sheinbaum. De acuerdo con los datos preliminares del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al domingo 27
de octubre se habían registrado dos mil 31 asesinatos en el país. Un promedio
de 75 al día. Y no hay que perder de vista que hablamos de cifras oficiales.
Las no oficiales calculan hasta 100 homicidios dolosos diariamente.
No es casualidad que
precisamente esta semana el gobierno federal haya salido a asegurar que las
cifras de la violencia van “a la baja” gracias a una “estrategia” basada en “inteligencia”,
en “atender las causas de la violencia”, en mantener “coordinación con los
estados” y sobre todo, en “consolidar” a la Guardia Nacional, que tras una
reciente reforma constitucional –una de las muchas que el nuevo “supremo poder
legislador” ha aprobado sin leer- pasó a constituirse formalmente como un
cuerpo totalmente militarizado.
Tan solo en este
último rubro, las consecuencias de la militarización de la seguridad pública
son inocultables: hubo al menos 15 ejecuciones extrajudiciales –de ésas que
Andrés Manuel López Obrador juraba que ya no sucedían desde la llegada al poder
de la “4t”, retórica que Claudia Sheinbaum ha sostenido como copia al carbón-
ligadas a operaciones de las fuerzas armadas. Las primeras, cometidas solo dos
días después de iniciado el sexenio, cuando militares asesinaron a balazos en
Chiapas a seis migrantes que viajaban en un vehículo “sospechoso”.
Resulta más oprobioso
aún que hablen de “coordinación con los estados”, cuando es ahí donde el país
está hecho un verdadero desastre: coches bomba, desmembrados, alcaldes
decapitados, balaceras y una suerte de guerra civil marcan la vida en entidades
como Sinaloa –donde hay sin dudarlo un narcogobierno, arropado por el partido
en el poder-, Chiapas, Guanajuato y Guerrero, y que van al alza en otras como Puebla
y Veracruz, por mencionar algunas.
Ha pasado
prácticamente un mes –se cumple este viernes- desde que Claudia Sheinbaum tomó
la presidencia de la República. Pero su atención, esfuerzos y prioridades no están
realmente en atender la violencia y la inseguridad, los más grandes flagelos
que azotan al país, sino en desmantelar la división de poderes, instaurar un
régimen antidemocrático y autoritario y concentrar un poder que en los hechos,
no es ella quien lo ejerce.
Un mes de terror.
Apenas el primero.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras